miércoles, 28 de febrero de 2018

Calle de Muerte y Vida (Segovia)

La calle de Muerte y Vida debe su nombre a un hombre al que se le acusó injustamente de traición. Cuando le llevaban a prisión, pasando por esa calle, una mujer que vivía allí pidió la muerte del acusado arrojando una soga desde su ventana.
Finalmente, la prudencia prevaleció sobre la ira del populacho. La casa fue derribada, pero la ventana permanece en el Museo Provincial.

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martes, 27 de febrero de 2018

Anduela (Arcones, Segovia)


 Cuenta la leyenda que al intentar casarse una pareja de jóvenes, pertenecientes a dos familias enemistadas, la bruja, por encargo del pueblo, les sirvió veneno en la fuente de donde beberían el agua de la boda, el pueblo al fin de la vida de sus habitantes, fue incendiado para deshacer el sortilegio que se creía había quedado en el mismo.

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Virgen de Oñez (Anaya, Segovia)


Si el lector conoce a alguna mujer con el nombre de Oñez, no lo dude, sus orígenes se encuentran en Anaya, un pequeño municipio de la provincia, donde cerca de la mitad de la población vive a caballo entre el pueblo y la ciudad de Segovia. Los fines de semana y en verano la actividad se duplica y las calles notan el bullicio de aquellos que se resisten a dejar la localidad, con menos servicios que la capital, pero con las garantías saludables de la tranquilidad y los paisajes del campo.
Regresando al nombre Oñez, no hay nadie en Anaya que lo desconozca. Al menos diez o quince vecinas lo ostentan, al igual que un paraje de la zona. Y todo ello porque esta es la Virgen que se venera en la localidad, además de Santiago Apóstol. La imagen de Nuestra Señora de Oñez se encuentra se encuentra en la iglesia parroquial de la localidad, y se venera de forma anual durante la Pascua de Pentecostés.
La patrona de la localidad también tiene una ermita que lleva su nombre, que según dicen, data de los tiempos de la repoblación, por lo que proviene del vasco-navarro y significa senda o camino. La Virgen del Camino. No faltan leyendas alrededor de la imagen, que, aunque no están documentadas, sí narran y recuerdan las gentes del lugar. La más antigua recuerda como una noche de tormenta un niño se perdió por los parajes que rodean la ermita de la Virgen de Oñez. Todos los vecinos se movilizaron en su búsqueda y tras varias horas y cansados se retiraron a sus hogares, para continuar las labores la mañana siguiente.
Sin embargo y ante la sorpresa de todos los vecinos, cuando temprano por la mañana iba a comenzar la búsqueda, encontraron al pequeño en la ermita. Sin saber cómo había llegado hasta allí y preguntado el niño, éste recordó que durante la noche, perdido en el monte, una señora con el rostro iluminado le guió hasta la ermita, donde le preparó una pequeña cama.
Las leyendas en torno a la Virgen se suceden en el municipio, aunque en la localidad reina la realidad del día a día, donde lo más inmediato e importante es el arreglo de la entrada de la localidad, donde se construirán aceras, se instalarán puntos de luz y se ubicarán unos bancos, para que a la vez sea lugar de paseo y esparcimiento de los vecinos. Desde el Ayuntamiento también se realizarán, a lo largo de los próximos meses, las obras de pavimentación de la calle Juarros. Otro de los proyectos ambiciosos del Consistorio que se espera llevar a cabo en breve es la instalación de un circuito biosaludable, una iniciativa a la que se sumará la adaptación del lugar donde se ubique. Así se adaptará una zona similar a un parque, donde se plantarán árboles y se instalarán bancos.
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lunes, 26 de febrero de 2018

El acueducto (Segovia)


Cuenta la leyenda que una muchacha que trabaja como aguadora y estaba cansada de bajar a por agua a la fuente aceptó un trueque con el diablo.
Un día el diablo le ofreció construir un gran puente para llevar el agua hasta su casa a cambio de su alma. La muchacha aceptó, pero con la condición que debería estar terminado en una noche. El diablo se puso manos a la obra pero cuando aparecieron los primeros rayos de sol  le faltaba una piedra por colocar, con lo que perdió el alma de la muchacha. Cuenta la leyenda que los agujeros que se ven en las piedras del Acueducto son las huellas de los dedos del demonio.

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Cruz de la Virgen (Abades, Segovia)


Cuenta la leyenda que, bajo la Cruz de la Virgen, se encuentra un tesoro, una gallina con sus doce pollitos de oro y un dragón que cuida el tesoro. Si una persona se acerca a la cruz puede escuchar el piar de los pollitos. Muchas personas afirman haber escuchado a los pollitos piar. El dragón es el guardián y entre sus habilidades está el poder de matar con su mirada, pero se puede matar al dragón siempre que éste sea visto el primero; si el dragón viera antes a la persona, ésta moriría, pero él no. Cualquiera puede hacerse con el tesoro, tan solo tiene que cavar hasta encontrarlo, pero con la precaución de intentar ver al dragón antes de que éste se percate.

sábado, 24 de febrero de 2018

Fuente excomulgada (Zarza de Pumareda, Salamanca)


Cuenta la leyenda que en este municipio del oeste del territorio charro, allá donde comienzan Las Arribes del Duero, había un cura que poseía varias yeguas. Gustaba de sacarlas al campo para que experimentaran la sensación de libertad y degustar los suculentos pastos. Gozaba con la estampa que los animales le proporcionaban brincando y galopando. Ellas le devolvían el favor regresando cada tarde a su establo para recibir los cuidados del párroco. Las adoraba. Cada una tenía su propio nombre y respondía cuando así eran llamadas. Más que animales de compañía, se habían convertido en amigas y compañeras de viaje por la senda de la vida.

Pero un día las yeguas comenzaron a burlar el horizonte, escapando más allá de la vista del cura. El hombre las seguía hasta el teso de Los Navazos, en lo que actualmente es el límite con el término municipal de Mieza, y allí bebían de una fuente conocida como El Bardial. Después todos regresaban a La Zarza. Pero las fuerzas flaqueaban ya entre el párroco. Era hombre de edad avanzada y le costaba caminar, aunque por sus yeguas estaba dispuesto a exprimir hasta la última porción de energía.

Hasta que una mañana de otoño, las yeguas acudieron a su cita con El Bardial. El cura no pudo seguirlas. El cansancio era ya demasiado. La fatiga se había acumulado y los largos paseos pasaban ya factura a sus piernas. Casi deambulando, alcanzó a sus queridos animales pasado el mediodía. Exhausto, bebió de la fuente, y tras refrescarse, con la mente más lúcida, atribuyó sus males al abundante manantial. Aquella fuente era la causa de que las yeguas acudieran tan lejos a pastar. Y recordó los tiempos en que galoparan a su vera, cerca del establo. La nostalgia se transformó en ira y el cura, levantando su mano izquierda, clamó a los cielos: ´Fuente, yo te excomulgo´.

Al momento el dulce fluir del agua se enturbió. Del manantial dejó de salir el líquido elemento, para convertirse en una charca que poco a poco se fue secando. Con nada que beber, las yeguas dejarían de acudir hasta este lugar. Y así lo hicieron. El cura se dio por satisfecho y pensó en volver a disfrutar de sus animales. Pero la naturaleza es caprichosa y a la mañana siguiente las yeguas, siguiendo su instinto, desafiaron de nuevo a su amo en busca de una fuente que había surgido mucho más alejada de la anterior. Comprendiendo su error, el párroco se arrepintió de lo acontecido, solicitó clemencia y se resignó a sólo poder contemplar a sus animales al amanecer y el anochecer. Desde entonces, a esa nueva fuente se la conoce como El Bardialón, mucho más abundante que la primera. Y en Los Navazos hoy día vuelve a haber agua en forma de pilón precisamente para que pueda abrevar el ganado de La Zarza de Pumareda.

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Virgen de los Caballeros (Villavieja de Yeltes, Salamanca)


Cuenta la leyenda que varios de estos caballeros se encontraban de caza en la dehesa de Santidad cuando un brillo entre las rocas les sobresaltó a lo lejos. El reflejo de los rayos de sol se repetía sin cesar, llegando incluso a cegar a quien osara dirigir la mirada hacia la dirección en que parecía provenir el sensacional halo. Pero allí estaba, desafiando a su curiosidad. No lo dudaron un instante, aparcaron la persecución de sus presas y emprendieron la carrera hacia las rocas para resolver el enigma. ¿Sería un cofre lleno de monedas? ¿Un arcón repleto de joyas? ¿O tal vez preciosos cristales del Mediterráneo? Así iban satisfaciendo la intriga hasta alcanzar la cima, donde el destino añadió otro peldaño más que subir en forma de hallazgo.
Los caballeros se mostraron contrariados. Ante ellos se encontraba la talla de una Virgen, con las manos abiertas sobre la cintura, mostrando la palma, como queriendo decir aquí estoy. Sobre la cabeza, una reluciente corona, origen del destello que a lo lejos percibieron. Tras debatir durante un rato sobre qué hacer con la imagen, decidieron llevarla hasta sus aposentos para rendirle culto. Tan milagroso hallazgo así lo requería. Sin embargo, al bajar de las rocas, se cruzaron con unos lugareños que rápidamente preguntaron por la virgen. Los caballeros narraron lo acontecido y al momento los vecinos de Villavieja se apresuraron a reclamar la propiedad de la talla. Si había aparecido en sus tierras lo más justo era que se depositara en la iglesia. Los caballeros se negaron, iniciándose una discusión que terminó en pleito.
Como ambas partes no se ponían de acuerdo y ninguno quería emplear la fuerza para no ofender a la virgen, mientras se resolvía el entuerto se construyó allí una ermita para venerar a la imagen. Templo del que aún que se conserva en la actualidad un arco. Y allí pasó el tiempo hasta que la autoridad eclesiástica, como recogen las crónicas, falló a favor de los caballeros, llevándose la virgen hasta Salamanca para depositarla en la capilla del convento de las Adoratrices, donde se levantó la que desde entonces sería Nuestra Señora de los Caballeros, en homenaje a quienes la encontraron. En compensación, a Villavieja de Yeltes le dejaron una copia que es la que actualmente sale en procesión cada 28 de agosto. Sin embargo, cuentan los más viejos del lugar que los lugareños dieron el cambiazo a la imagen y la que se llevaron los caballeros a Salamanca era una copia, quedándose en el pueblo la talla encontrada en las rocas, que permanece guardada desde entonces en algún lugar de Villavieja para que no sea reclamada desde Salamanca.

El Cristo de la Cabrera (Las Veguillas, Salamanca)


Cuenta la leyenda que junto a la Sierra de Dueña, entre encinas y robles, entre ganado bravo, cercas y charcas, un pastor encontró en el hueco de una encina la imagen de un Cristo (no estaría de más, por su interés botánico, encontrar tal ejemplar de encina capaz de albergar en un “hueco de su tronco” semejante estatua). Lo dicho: que la talla era de tal proporción que el pastorcillo no pudo sacarla, por lo que decidió llamar a unos labradores de la zona para poder transportarla hasta Llen (este lugar, hoy día anejo al término municipal de Las Veguillas, era antaño principal núcleo de población de la zona incluso con un palacio).
Tras ser colocada en un carro con bueyes, al pasar por la dehesa de Cabrera, los animales se detuvieron en seco. No pudieron avanzar más. Cual pesados berruecos, los animales de carga permanecían “misteriosamente” anclados a la tierra a pesar de los incansables esfuerzos de los campesinos por moverlos. Hastiados de baldíos intentos, la fatiga despejó sus mentes para comprender que el Cristo no deseaba otra cosa que permanecer allí por el resto de la eternidad. Así surgió la ermita de Cabrera para rendirle culto.
La historia la difundieron el cierzo y el sur como un reguero de pólvora. Tal es así que durante décadas un ermitaño permaneció junto al santuario, recibiendo limosnas de hasta 180 reales, una vivienda que a la vez era hospedería de peregrinos que, intrigados por la milagrosa imagen, acudían en masa sin cesar. Su fama trascendió fronteras y el Cristo de Cabrera comenzó a recibir innumerables visitas en busca de una ayuda celestial para aquellos problemas a los que el hombre no halla solución en la racionalidad terrenal. Miles de personas buscaban amparo en esta majestuosa talla de vastas proporciones y algunos deseos debieron ser concedidos porque el flujo de peregrinos se multiplicaba cual panes y peces, igual que las alhajas que en ofrenda se depositaban a sus pies. Las romerías eran cada vez más tumultuosas, con celebración de capeas de toros en la plaza cercana a la ermita, llegando en el siglo XVIII a un total de 138 toros, 51 novillos, ocho vacas y una novilla.
El Cristo de Cabrera ha tenido oportunidades de sobra para demostrar su querencia por el prado de Las Veguillas. Durante la Guerra de la Independencia los franceses saquearon el lugar en su huida despavorida tras la Batalla de Los Arapiles en octubre de 1812. Varios grupos de soldados napoleónicos robaron provisiones y dinero de la iglesia de Las Veguillas, y lo mismo hicieron en Cabrera, de donde se llevaron sesenta reales y treinta maravedíes. Tal exactitud monetaria no deja atisbo a la duda de que lo que ocurrió aquellos días fue tan verdad como cualquier otra: los franceses, cuando se marchaban con el botín, repararon en el Cristo, que los espiaba, seguramente con su mirada románica pero recriminatoria. Imponente. Cuentan los más viejos del lugar que los soldados intentaron quemar la talla una y mil veces, pero la madera no ardió. La prendieron de todas las maneras posibles. Pero nada. La llama se apagaba al instante. Asombrados y atemorizados, los franceses corrieron como alma que lleva el diablo y no regresaron jamás. Eso sí, con sus sesenta reales y treinta maravedíes en las talegas.
Todavía hoy se pueden apreciar las huellas de tamaña tropelía en los pies negros de la imagen
La ermita, una pequeña y sencilla construcción encalada en blanco, quedó asolada. Pero dos años después, en 1814, se recompuso, una obra que costó más de 3.500 reales; se retomaron los acontecimientos taurinos y la romería del Cristo de Cabrera se transformó en lo que hoy es una de las manifestaciones religiosas más importantes de la provincia.
Más de un siglo después, en plena Guerra Civil, se intentó dar traslado a la imagen pero las ruedas de los carros, como antaño, se hundían en la tierra y los bueyes se negaban a caminar.
Según la creencia popular el Cristo de Cabrera nunca pudo ser sacado de los alrededores del santuario; los mayores, aún hoy, narran a la fresca la tozudez de los bueyes contra las malas intenciones de los hombres. Aún así la iglesia y su entorno no existirían hoy como tales de no ser por la devoción popular y el tesón de los fieles al Cristo que en ella se venera.

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Santa Marina (Las Uces, Salamanca)


La leyenda de Santa Marina está referenciada en tres libros, y nos habla que existió en tiempos de la dominación musulmana una doncella cristiana llamada Mariana, en la aldea de Las Uces, de gran hermosura, de la que se prendó un caudillo árabe. La requirió de amores y quiso obtener por la fuerza los favores de la joven pastorcilla. Marina, invocando a la Virgen María, le pidió ayuda para librarse de él. Acudió el cielo en su auxilio y puso alas en sus pies, logrando huir del guerrero que la perseguía. Al llegar a la profunda hondonada del Duero, el paso le quedó cortado por el rugiente discurrir de las aguas. Temerosa de que el musulmán pudiera alcanzarla, invocó de nuevo al cielo, frente a la roca en que se hallaba, haciendo este ruego: ¡Ábrete peña sagrada, que viene Marina cansada¡. El lugar al que llegó Mariana a refugiarse está en Aldeadávila de la Ribera, y en un principio se llamaba La Manzaneda, para pasar a llamarse después La Verde. El etnólogo portugués Abade de Baçal, al igual que González Dávila afirman que la pastorcilla era natural del concejo de Mogadouro.
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Los fantasmas del castillo de Buen Amor (Topas, Salamanca)


Llamadas telefónicas desde habitaciones vacías, ruidos misteriosos, respiraciones que hielan la sangre, golpes incesantes y un posible fantasma que vaga por las habitaciones…estos son sólo algunos de los fenómenos que se producen en el Castillo del Buen Amor, ahora convertido en un bonito hotel, un lugar “encantado” que se encuentra en la localidad de Topas, en Salamanca.
El castillo actual, que se alzó sobre los cimientos de una fortaleza del siglo XI, tuvo varios dueños entre los que podemos mencionar, entre otros, los Reyes Católicos o los Fonseca, un linaje de arzobispos que tuvo mucha importancia en la historia del inmueble. De hecho, el nombre de castillo del Buen Amor, se debe en gran parte a un episodio protagonizado por Alonso de Fonseca y María de Ulloa.
Por las entrañas del castillo…
Llamas al interfono y una voz al otro lado te pregunta: – ¿Dónde va usted?
-Me alojo en el Castillo. Se abre la verja y entras.
Viene el botones a recibirte en plena noche. Todo rezuma un halo de misterio. La espesa niebla se puede cortar con la mano, murciélagos que aletean entre la arboleda y la sutil silueta de los torreones revelan un espectáculo para no olvidar.
Una vez se abre el chirriante portalón, te acompañan a tus estancias por unos lúgubres pasadizos. Un guerrero samurai gobierna las escaleras principales y un patio central es el eje de la fortaleza alrededor del cual circundan los diversos aposentos. Pasas diversas cámaras y salones; ventanucos y escalinatas en las que no cesan de escrutarte ojos de halcones disecados, corzos de gran tamaño, lechuzas plateadas y algún buitre leonado. Inmensos cestos de frutas petrificados en vasijas y mobiliario rústico te sigue durante el trayecto. Las habitaciones más interesantes son las de los fosos, tienes que bajar por el torreón hasta el foso. Gozan de chimenea y armaduras con salones propios y están diseñadas en redondo. Cada baño es de un color, las paredes de piedra franca escuchan… Un gato negro te acompaña desde que entras por la puerta del castillo y te sigue hagas lo que hagas.
Ya en la habitación si miras hacia arriba el techo va en pico, como un laberinto que te marea. El armario parece tener un pasadizo. Las ventanas dan al bosque. A cambio de tu silencio, escuchas el sonido de la noche. Susurros, golpes secos, sientes presencias, madera que cruje y pasos. ¿Serán las tuberías? ¿Quién camina si todos duermen?. Cuando el gato negro que acompaña al visitante desde el comienzo de la velada comienza a ser ya molesto y surge la primera queja en recepción allí dicen ¿qué gato negro?, disculpen, en este castillo no hay gatos…
Se dice de este lugar que un halo de misterio lo envuelve. De hecho, varias son las personas, tanto trabajadores del hotel como huéspedes que se han alojado aquí, que han presenciado hechos inexplicables que les han dejado de piedra. Recepcionistas del lugar han reconocido que en más de una ocasión se han producido llamadas desde habitaciones en las cuales no había nadie alojado. Al otro lado del teléfono, el único sonido era una respiración de ultratumba. Por otro lado, algunos huéspedes se han quejado de continuos ruidos “extraños” que les impedía conciliar el sueño. Incluso, en una ocasión, uno de ellos escribió en el libro de visitas que si había un fantasma en el inmueble, que se lo contaran.
Parece ser que uno de los rincones más encantados del inmueble, desde provienen las llamadas y ocurren otro tipo de sucesos extraños, se corresponde con las antiguas caballerizas. ¿Será el fantasma del arzobispo de Fonseca que pide que le preparen su caballo? También se habla de una dama vestida de blanco que vaga por las habitaciones…¿Podría ser el fantasma de María de Ulloa qué quiere decirnos algo?
Cerca del bar del castillo una armadura inclinada parece dar la bienvenida al visitante. Se encuentra en el mismo lugar en el que Paloma Navarrete vio a través de su bola de cristal una “dama blanca”: “Vi una mujer. Una dama blanca que aparece por las noches allí donde vivió, sufrió y gozó. La vi pasear por la zona del bar, junto a la recepción, vestida de blanco…”.
De hecho, algunos clientes dicen haber sentido golpes en las paredes o el arrastrar de cadenas por los pasillos o haber visto a una dama vestida de blanco subir por unas empinadas escaleras o pasar, sin llamar, por las habitaciones. Otros aseguran, incluso, que han oído movimiento de tropas en el palacio de armas o en el camino de ronda que bordea el foso. ¿Os atrevéis a pasar la noche en tan enigmático lugar?

¿De dónde viene el nombre de Tenebrón? (Tenebrón, Salamanca)


Cuentan las leyendas populares que hace mucho tiempo existía cerca de esta pequeña localidad un tenebroso bosque:  Frondoso, oscuro y habitado por feroces lobos que acechaban a todo aquel que tenía la valentía de siquiera poner un pie en el interior de la arboleda. A raíz de ese tenebroso bosque surgió el nombre de Tenebrón.

Y no acaba ahí la leyenda. Cuenta, también, que al otro lado del bosque se encontraba otra localidad cuyos vecinos solían bendecir a los viajeros y cazadores que se atrevían a cruzar la espesura con las palabras "¡Dios le guarde!" y de ahí el topónimo del pueblo vecino .


Entrada a Tenebrón.

viernes, 23 de febrero de 2018

Las brujas (El Tejado, Salamanca)


Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que al sureste de lo que hoy es la provincia de Salamanca, en los pueblos de El Tejado, Navamorales, Puente del Congosto y Santibáñez de Béjar, de la noche a la mañana comenzaron a registrarse sucesos extraños, sin explicación aparente. Con el alba los lugareños acudían a sus labores diarias en el campo, pero al regresar se encontraban sus hogares totalmente revueltos. Colchones rajados, ollas volcadas y mesas y sillas destartaladas hicieron pensar que había un saqueador por la comarca. Después de varios días repitiéndose los destrozos, varios pastores decidieron quedarse en los pueblos para vigilar las casas. Sin embargo, a nadie vieron. La única anomalía que pudieron reseñar fueron unos remolinos de aire que los cegaron por momentos. Pero el interior de las viviendas estaba intacto. Así que satisfechos por el exitoso resultado de la vigilancia aquella jornada durmieron a pierna suelta.
 A la mañana siguiente, todo seguía en orden. Pero al llegar a los establos para recoger el ganado, se encontraron con la mayoría de los animales tendidos en el suelo, muertos o con síntomas de haber enfermado gravemente. La alarma se extendió rápidamente por estos pueblos. Fue un zagal quien relató que, al no poder dormir, abrió la ventana para absorber la fresca noche de verano. Entonces vio cómo varios torbellinos iban volando de establo en establo. No le dio mayor importancia al creer que era una consecuencia del tiempo, pero al ver el resultado a la mañana siguiente, rápidamente ató cabos. El temor se adueñó de los lugareños. El maligno rondaba entre ellos. ¿Qué podían hacer para no sucumbir a sus malvados planes?
 Nadie acudió al campo aquella jornada para desempeñar sus quehaceres. Los más timoratos se encerraron en casa con el rosario en la mano, rogando al altísimo que intercediera por ellos. Los más osados, en cambio, se apostaron en la puerta de sus hogares para defenderlos si fuera preciso. Así transcurrieron las horas hasta que vieron acercarse a varios remolinos de aire. El polvo que levantaban por los caminos delataban su presencia, pero de repente desaparecieron. Los pastores miraban a un lado y otro, en busca de ellos. Pero nada. Se habían esfumado. Entonces un estruendo resonó en una de las casas que estaba vacía. Fueron corriendo hasta allí, pero sólo acertaron a percibir, entre el revuelto general, una escoba y un trozo de falda trepando por la chimenea. 
 Salieron de la casa y vieron cómo los remolinos se alejaban hacia el monte. Los lugareños se sentían impotentes ante las fuerzas del infierno. Uno de ellos se santiguó en busca de protección celestial y en ese momento el último remolino de aire se deshizo y algo cayó al suelo inerte. Al llegar al lugar no podían dar crédito a lo que veían sus ojos. ¡Era una bruja! Así, las verrugosas voladoras residían en las cuevas de los montes que rodean El Tejado, acercándose hasta los pueblos de la zona cada jornada en forma de torbellino para pasar desapercibidas. Desde entonces, cada vez que alguien percibía un remolino de aire realizaba la cruz con los dedos para acabar con esa bruja y se decidió quitar de las chimeneas los yares, las cadenas que colgaban del interior, para que no pudieran salir de una casa si solían acceder. Una costumbre que aún se mantiene en algunos hogares y entre los más ancianos del lugar. Las mujeres, haciendo la cruz bajo el mandil; los hombres, en los denominados petacones, monedas antiguas de cobre sobre las que se había golpeado previamente la señal de la cruz para ser remarcada cuando fuera preciso.


La fuente roldán (Tamames, Salamanca)


Desde el siglo XVIII, las aguas de la citada fuente se vienen utilizando con fines terapéuticos. Diego de Torres Villarroel escribió: "Entre las muchas y famosas fuentes medicinales que están descubiertas y examinadas en nuestra España, dudo que haya otras tan prodigiosas y de visibles virtudes como la de Tamames; porque además de ser sus aguas una casi universal medicina, suave, apacible y barata contra los más comunes achaques y quejas de nuestros cuerpos, son también preservativas de la sanidad, rendimiento a los que la beben, así de las enfermedades que actualmente cura, como de otras en que puede caer la naturaleza".
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jueves, 22 de febrero de 2018

El espolón (Sotoserrano, Salamanca)


Según el diccionario, la relación de sucesos, tiene más de maravilloso que de verdadero, pero esas fantasías que la leyenda transmite, se entreveran con verdades que la memoria ha sepultado bajos los mantos de la tierra, que ha realizado la naturaleza, con los pasos de los siglos.

En el termino de Sotoserrano, dirección carretera de Béjar entre las confluencias de los Ríos Alagón y Cuerpo de Hombre, y junto al Puente Romano, se encuentra un Paraje llamado por los nativos del lugar el"ESPOLÓN" que es un Montículo, de una superficie irregular de unas medidas aproximadas de 125 metros de longitud x 30 metros de ancho y de 15 metros de altura, con una superficie total de 3.750 M2aproximadamente, un volumen de 56.250 M3 de tierra, compuesto de tierras, piedras, rocas, arbustos, y maleza.

Dicen los más viejos del lugar, y contaron sus antepasados, que junto al Río y al lado del Puente Romano, aguas abajo, hubo un poblado, que habitaron los "ALANOS" y que en una Batalla en las inmediaciones del Puente Romano, contra los Romanos, los ROMANOS intentaron recuperar otra vez sus tierras, en el año 417 - 418 D. C.; los ALANOS ante el acoso de las tropas Romanas, enterraron en el "ESPOLÓN" cerámicas, vasijas, algunas con monedas, aperos de labranza, etc... y entre ellos, una CABRA DE ORO, O DE PLATA (de unos ocho kilos peso). Eso dicen... Es lo que cuentan, los mas viejos del lugar, y algunos que no son tan mayores, y que han contado sus antepasados, a lo largo de los siglos, y hasta la fecha de hoy han transcurrido 1.593 años "CASI NA" ¿SERÁ VERDAD O MENTIRA? o es una LEYENDA, pero lo que está claro es que algún vecino del lugar, y de pueblos cercanos, han realizado alguna que otra excavación, con azadas, y algún que otro artilugio manual, y que en la actualidad, ya con maquinaria moderna, dígase excavadora, le han clavado el "DIENTE" al ESPOLÓN.
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La Dehesa de la Sierpe (La Sierpe, Salamanca)


La dehesa de La Sierpe pertenecía a unos frailes y en el periodo de la desamortización fue adquirida por don Jacinto Mateos, pasando más tarde a pertenecer a doña Joaquina Mateos. En el escrito consta que mide 3.400 huebras, o lo que es lo mismo, unas mil cuatrocientas hectáreas, dividida en noventa y seis partes (veinticuatro yugadas). Consta de pastos y monte de roble y encinas. La tenían arrendada los vecinos y pasaba de padres a hijos. Pagaban una renta de cuarenta y dos mil quinientas pesetas, libres de contribución, aunque en fechas anteriores la cantidad de dinero en arriendos había sido superior. Pero por una disposición del Gobierno de la Segunda República (14 de abril de 1931 a 19 de julio de 1936), pudieron pedir una rebaja en la renta siendo defendidos los renteros por abogados de Salamanca.
El 15 de agosto de 1939 les pusieron el desahucio, representadas las amas por su administrador. En esta fecha la propietaria era Josefa Mateos de Reinoso, que la había heredado de sus padres. Los renteros nombraron abogados para su defensa, ganando el pleito en Sequeros y Salamanca. La dueña apeló al Tribunal Supremo, a Madrid, pero unos días antes de la celebración de verse la causa, la mandaron retirar. De esta manera, ganaron los renteros el pleito.
La propietaria, con el pleito perdido, decide vender la dehesa, pero no a quienes la habían tenido arrendada, sino a otro cualquiera. La compra un vecino de Salamanca, tratante de fincas, en nombre de otros tres, pero los renteros le salieron al retracto, y se hizo la escritura pública a favor de éstos el 16 de diciembre de 1940. Fue adquirida en ciento treinta mil pesetas; los gastos de la escritura, de hipoteca y derechos reales, ciento sesenta y ocho mil pesetas y el abogado, veinticinco mil pesetas, contándole por tanto la dehesa, sin contar otros gastos de menor cuantía, la suma de un millón cuatrocientas noventa y tres mil pesetas, de las que pagaron al contado trescientas mil pesetas. Se dividieron en noventa y seis partes, que fueron adquiridas por diecinueve renteros.
De los compradores de la dehesa quedan en este pueblo sus descendientes, que durante décadas han vivido de trabajar las tierras y de la ganadería, y los mayores recuerdan cómo se adquirieron estos terrenos que han sido su forma de vida. Ahora hay tan solo dos vecinos que se dedican a la ganadería, el resto son jubilados. Hay menos de cincuenta personas empadronadas y en invierno tan sólo una veintena de personas residen en la localidad. Sólo le falta a este pequeño municipio la alegría de los niños en la alameda, pero como en otros, el verano hace que este pueblo cobre más vida con la llegada de los que residen fuera de él.”
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miércoles, 21 de febrero de 2018

El caimán (Santiago de la Puebla, Salamanca)


Cuenta la leyenda que en una ocasión en este municipio se registró una crecida del río Margañán, que baña las orillas de Santiago de la Puebla. Entonces no había pantanos ni presas que regularan la capacidad de los torrentes fluviales que surcan el territorio salmantino por lo que una crecida de las aguas era tan inesperada como dañina. Los lugareños, con gran precaución, lograron escapar de las oleadas fauces, pero otra mandíbula había surgido como inesperado regalo sorpresa. El río Margañán había arrastrado consigo un peculiar pasajero, un caimán. El nivel de las aguas descendió paulatinamente y los habitantes de Santiago de la Puebla recuperaron la normalidad de su vida diaria sin percatarse del nuevo vecino que había irrumpido en sus vidas. Tan a gusto debía sentirse el reptil que decidió quedarse por aquellos lares.
Cierto día jugaban en la orilla del río varios niños. Despreocupados chapoteaban sin cesar. De pronto entre la tranquilidad del líquido elemento fue surgiendo centímetro a centímetro una agreste figura. Sigilosa, había fijado ya su presa. Avanzaba sin demora, sin apenas dejarse ver. Lentamente recorría metro a metro, palmo a palmo, centímetro a centímetro. Cuando los niños quisieron darse cuenta ya era demasiado tarde, el caimán había abierto la gruta del terror, mostrando la oscuridad que se cernía al fondo de tan afilados colmillos. Intentaron zafarse del reptil tan raudos como el viento, pero ya estaba entre ellos. El caprichoso destino quiso que el caimán se fijara en una menor de dorados cabellos, dejando de lado a todos los demás chiquillos. Se abalanzó sobre ella y se la tragó de un bocado. Como un truco de magia, la menor desapareció, y más célere aún fue el reptil en su huida hacia las aguas del río, a cuyo fondo se dirigió para saborear el suculento postre que había cazado.
Despavoridos, los niños salieron corriendo hacia el pueblo en busca de sus padres. Gritaban sin cesar, alocados, desgarrando sus joviales voces. ¡Un lagarto! ¡Un lagarto se la ha comido! ¡Un lagarto en el río tan grande como un caballo! El temor se apoderó de los vecinos de Santiago de la Puebla ¿Cómo era posible? ¿De dónde había salido un reptil de semejante tamaño? A pesar de la impresión generada, un grupo de labradores se armó de valor y fue en busca del caimán. Su maldad no quedaría impune. Deseaban venganza, acabar con el diabólico reptil que se había apoderado de las tranquilas aguas del pueblo. No tardaron en encontrarlo. El caimán había salido a la superficie para degustar lentamente a la niña. Allí estaba, desafiante, con apetito y hueco para alguna persona más. Pero la gula le traicionó y murió sin paliativos a manos de fornidos hombres. Prestos, sesgaron de un tajo la cabeza del reptil, en busca del cadáver de la niña para darle cristiana sepultura. Pero, ¡milagro! ¡La menor estaba viva! ¡Era increible! Sana y salva, la chiquilla continuó jugando día tras día en el río. La piel de su momentánea prisión, en cambio, permanece desde entonces, sin cabeza, expuesta colgando de uno de los pilares próximos a la puerta meridional de la iglesia de Santiago, y a los vecinos de la localidad también se les conoce como los del pueblo del lagarto.

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martes, 20 de febrero de 2018

La noche de San Juan (Salamanca)


Cuentan las viejas reunidas al brasero una fastuosa leyenda sobre la noche de San Juan. La leyenda cuenta que Zoraya, una guapa mora asesinó a una hermosa cristiana que estaba cautiva en la Torre de la puerta de Villamayor. El delito cometido fue haberse enamorado de su amo y Señor.
Al matarla, su sufrimiento no hizo más que empezar, pues todos los años se le aparecía en la Torre, con la cara llena de sangre, hilando un copo de oro en una rueca que estaba repleta de piedras preciosas.
Pasados los años, la leyenda continua y los refranes y coplas populares, recordaban la gesta y una buena noche por el año del Señor de 1777 un grupo de jóvenes, bailaba al amor de las hogueras que desde hacía mucho tiempo se celebraban en Salamanca esa noche, acompañándose de copioso vino empezaron a contar la historia, entre los presentes todos jóvenes y vigorosos estaba D. Juan Iñigo aguerrido caballero que daga en ristre, pregonaba que el no tenía miedo y mataría a todos los fantasmas que se le aparecieran, apodándole desde ese día Juan sin Miedo, bebieron y bebieron hasta embriagarse despidiéndose envalentonados prometiendo matar a todos los fantasmas que osaran cruzarse por allí, despidiéronse quedando emplazados para verse al día siguiente, pero el destino llevo a D. Juan en su deambular sin rumbo, de vuelta a la puerta morisca de la Torre, mal consejero y peor amigo Baco le anima a entrar daga en mano a ver a la famosa mora, pero al llegar al torreón por angosta escalera y a la pálida luz de un plateado rayo vio en el ático la instancia débilmente iluminada, imaginarias formas y sombras que le redoblaron valor al comprobar la inocencia del lugar por no haber nada en su interior.
De pronto, un vivo resplandor ilumina la estancia contemplando embelesado una bellísima joven, hilando en una rueca de nácar un copo de oro al que sujetaban argollas de piedras preciosas.                Alucinado alarga su temblorosa mano, alcanzando a rozar con los dedos el famoso Copo e inmediatamente un frió intenso le recorre el cuerpo el vello se le eriza, los ojos se dilatan, y el terror le invade constriñéndole la garganta hasta postrarlo de rodillas en tierra, a gatas aterrado solo atina a salir hasta el dintel donde la escalera se presenta tenebrosa y atrayéndole, cae por ella quedando inconsciente hasta la mañana siguiente, donde los guardias le dan por muerto.
Asistido por el capellán recupera el sentido y a gritos manifiesta, la ví, yo la ví, yo también la ví. Manteniendo esta actitud durante muchos días, sin saber a ciencia cierta cómo acabó la rocambolesca historia de la mora y Juan sin Miedo.

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lunes, 19 de febrero de 2018

El pueblo de las tres mentiras (San Felices de los Gallegos, Salamanca)

 Del pueblo de San Felices de los Gallegos (Salamanca), se suele decir que es el pueblo de las tres mentiras, ya que como se indica, ni son santos, ni son felices, ni son gallegos.

Sin embargo, hay que comentar que esta afirmación no es del todo acertada. Al parecer, un Santo de nombre Feliz (de ahí derivó San Felices) llegó a este lugar y  trajo consigo una colonia de gallegos para su fundación. A esto hay que señalar, que esos primeros fundadores y pobladores no pertenecían a la Galicia que hoy conocemos, ya que en la antigüedad cualquiera que pertenecía a al otra orilla del Duero era considerado gallego.

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El Castillo de la Mora Encantada (Salvatierra de Tormes, Salamanca)

Alfonso IX mandó construir la muralla al abrigo de la antigua muralla romana con cuatro puertas, Se creé que rodeaba la Villa, para su mejor defensa. Desde su torreón se divisaba toda la zona, hoy todo en ruinas, en aras de que la administración tome interés en reconstruirlo.
El Señorío de Salvatierra fue entregado por Juan II a Fernan Alvarez de Toledo, quien probablemente levantara el castillo. Protegía la margen izquierda del Tormes y el paso del río.
Salvatierra de Tormes se encontraba cercada por una muralla de lajas de pizarra cuyos restos aun se levantan sobre las aguas del pantano. La Villa tenía cuatro puertas de entrada realizadas en granito: la Puerta del Caño, la Puerta de Santa María, la Puerta del Postigo y la Puerta del Río Tormes, que es la única que se conserva en la actualidad y que ofrece una extraordinaria panorámica del pantano de Santa Teresa y el hermoso entorno natural que rodea la Villa.
El Castillo de Salvatierra de Tormes es una construcción del siglo XIII, con reformas del siglo XV y posteriores, que demuestran su uso como palacio o residencia condal. Se trata de un edificio rectangular de tres plantas realizado en lajas de pizarra a excepción de las esquinas y puertas que son de granito. Las ruinas de esta impresionante edificación, conocida como el Castillo de la Mora Encantada y ubicada a los pies del pantano, definen el bellísimo perfil de Salvatierra de Tormes. Se conserva lados del palacio rectangular, así como gran parte de los muros del recinto, que estaba protegido por torres circulares. Un recinto externo también rectangular preparado para fusilería y un bastión artillero sobre el pantano.

En muchos lugares de España podemos oír hablar de la leyenda de la mora encantada, suele tratarse de una bella mujer con largos cabellos que peina con un peine de oro y que aparece en la noche de San Juan en el torreón de una muralla o de un castillo.

domingo, 18 de febrero de 2018

Amor imposible en la plaza (Salamanca)

Es una de las plazas más bellas de España, ha sido escenario de muchas películas de éxito, entre ellas, “En el punto de mira”, y tiene su propia leyenda, que habla de amores imposibles. Una historia con final trágico que tiene como protagonista a una chica de familia adinerada que se enamoró de un humilde chico. El padre, para impedir que se vieran, la encerró en la única ventana de la Plaza Mayor que no se puede abrir en todo el año. 

Plaza Mayor de Salamanca

Huerto de Calixto y Melibea (Salamanca)

Evoca la famosa novela de Fernando de Rojas “La Celestina” y que en su día se publicó con el nombre de “Tragicomedia de Calixto y Melibea”. Se cree que este lugar puede ser el escenario real  de los amores de ambos jóvenes en los que se inspiraría Rojas para escribir su libro y que terminó de forma trágica, cuando Calixto, que subía por una cuerda al huerto de su amada Melibea, cayó desde la muralla. Ella, ante el dolor de la pérdida del amado, decidió acabar con su vida tirándose al vacío desde el mismo lugar.

Marquesa de Almarza (Salamanca)

Esta historia tiene lugar en 1768 cuando la marquesa de Almarza (María Manuela de Moctezuma), es encontrada muerta. En vida, había sido una persona muy caritativa y piadosa con los más necesitados lo que había logrado que fuera mucha la gente que la quisiera y respetara. Cuando la noticia comienza a extenderse por las calles de la ciudad hace que la gente se congregue a las puertas de su palacio. Ante la gran afluencia de salmantinos que imposibilitaba el traslado del féretro hasta la cercana iglesia de San Boal, su marido decide trasladar los restos por un pasadizo secreto que conectaba su palacio con la mencionada iglesia.
Para velar el cuerpo se decide que uno de los sacristanes de la iglesia esté con ella durante la noche. En un momento dado y durante el trascurso del velatorio, dicho sacristán, repara en el anillo que la finada portaba en uno de sus dedos. Como no había testigos y ante la posibilidad de apoderarse de una pieza que una vez vendida le podía reportar un buen pellizco, el escolano decide apoderárselo. Cuando está en dicha acción y ante los movimientos que estaba realizando en la mano de la marquesa para extraer la pieza, la susodicha se incorpora para sorpresa del improvisado ladrón. Los gritos que lanza este hombre al abandonar la sala donde se encontraban, despierta a los criados del marqués, que no pueden creer lo que sus atónitos ojos observan. 
El rumor no tarda en ser conocido en toda la capital.

Como posteriormente se supo, la condesa no había vuelto a la vida después de muerta, si no que había sufrido un ataque de catalépsia que hizo parecer a todos los que la habían asistido tras dicho trance  que verdaderamente había fallecido. Esto la salvó de haber sido enterrada con vida,  en agradecimiento por dicha acción al sacristán le fue otorgada una pensión, que disfrutó el resto de sus días.
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El Mariquelo (Salamanca)

El Mariquelo es un personaje típico de Salamanca que cada año en víspera de la festividad de Todos los Santos sube al campanario de la catedral nueva para conmemorar el hecho de que el terremoto de Lisboa de 1755 apenas afectó a la estructura de este edificio.

Desde entonces, un varón de la familia de los Mariquelos ha cumplido con la tradición hasta 1976, cuando esta costumbre murió. En 1985, Ángel Rufino de Haro decidió reanudar la tradición y cada año, ataviado con el traje típico charro, sube hasta el punto más alto de la torre de la catedral para tocar una charrada con el tamboril y la gaita.
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viernes, 16 de febrero de 2018

Maria la Brava (Salamanca)

En el S.XV Salamanca estaba dividida en dos bandos que continuamente tenían cruentos enfrentamientos: el de San Benito, compuesto por las familias: Acebedo, Pereira, Anaya, Figueroa, Ribas, Fonseca, Sotomayor, Godínez, Maldonado, Hontiveros  Manzano, Paz y Nieto y el de Santo Tomé, integrado por estas otras familias: Puertocarrero, Monroy, Valdés, Enríquez, Ovalle, Araujo, Varillas, Flores, Montesinos, Valdes, Miranda, Tejeda, Villafuerte y Almaraz.
Los enfrentamientos de estas ilustres familias tuvieron aterrorizada a toda la población, tanto que la Plaza del Corrillo que separaba la zona de influencia de ambos bandos fue más conocida como Plaza de la Yerba al no existir vecino en a ciudad que se atreviera a transitarla por miedo a verse metido en alguna de las refriegas que en ella solían ocurrir.

En un juego de pelota, los dos hijos de María de Monroy, del Bando de Santo Tomé, fueron asesinados por los hermanos Enríquez. Los asesinos, temiendo las consecuencias que pudieran acarrear para ellos estas dos muertes huyeron de la ciudad camino de Portugal. Cuenta la leyenda que Doña María persiguió a los asesinos hasta la ciudad de Viseu, donde los mató y decapitó, volviendo a Salamanca con sus cabezas, para arrojarlas a la tumba de sus hijos. Desde entonces fue conocida como María "la Brava".

jueves, 15 de febrero de 2018

Cueva de Salamanca (Salamanca)

Cuenta la leyenda que el Diablo en persona impartía clases de nigromancia y esoterismo en esta Cueva, sita en la Cuesta de Carvajal, a grupos de siete estudiantes durante siete años.
Al concluir los estudios uno de los estudiantes, elegido por sorteo, había de quedar al servicio del demonio como pago a sus enseñanzas. El Marqués de Villena fue uno de los elegidos. Consiguió huir con vida, aunque en su huida perdió la sombra, lo que le hizo quedar señalado como seguidor de Satanás.

Estatua del Marqués de Villena

Nuestra Señora del Castillo (Pereña de la Ribera, Salamanca)

Cuenta la leyenda que los antiguos pobladores de Pereña ocultaron la imagen de Nuestra Señora entre unas peñas en el teso del Berrocal para protegerla ante la llegada de los musulmanes que invadieron estas tierras allá por el siglo VIII. Ochocientos años después, en el siglo XVI, un pastor que subía desde el Duero casi desfallecido por la sed recordó que en otros tiempos por aquel lugar había sido escondida la imagen de la Virgen. Cansado y sediento, se recostó sobre una piedra y cuando despertó pidió auxilio a Nuestra Señora, la cuál se apareció en la parte más alta de la roca. El hombre dio unos pequeños golpes a la piedra y comenzó a brotar agua creándose la fuente que hoy en día es conocida como la Fuente Santa. El pastor se arrodilló para dar gracias y oyó una voz que le decía: "Marcha, pastor, al pueblo de Pereña y cuenta a sus habitantes como en el cubo del castillo hay un retrato mío que dejaron los cristianos cuando marcharon de allí y es mi voluntad que se coloque en medio de aquel cerro, pues es el lugar que le corresponde y donde antiguamente se me tributaron adoraciones". El pastor marchó ligero hacia el pueblo a contar lo sucedido y volvió con los vecinos para trabajar sin descanso hasta dar con la imagen, una talla policromada tallada en piedra y con el Niño Jesús en brazos. En su honor se construyó la ermita que hoy conocemos como la de la Virgen del Castillo, donde cada 14 de mayo se celebra una de las romerías más importantes de Las Arribes del Duero y donde acuden vecinos de pueblos cercanos y Portugal a rendir homenaje a Nuestra Señora.
  
Ermita de Nuestra Señora del Castillo.

miércoles, 14 de febrero de 2018

El Charco de las Brujas (Peñaranda de Bracamonte, Salamanca)

En un lugar que conocemos como Charco de las Brujas se encontraba el castillo de los Señores de la Villa. Era un buen refugio, puesto que estaba rodeado de fosos y contaba con torres muy fuertes.
El joven señor, una vez dilapidada su fortuna, recurre a trampas y engaños, mostrándose ante la crédula población como un poderoso nigromante. Para ello disfraza a sus secuaces de duendes y brujas que ejecutan extrañas danzas y fabulosos fuegos. El temor que inspira a los incautos pueblerinos le permite realizar raptos de doncellas o casadas que le apetecen al señor.
Un día rapta a una joven que era novia de un estudiante, por lo que el padre de la doncella se encamina hacia el castillo, donde es derrotado por el Conde que logra asustar junto a sus secuaces y hacer que huya.
Enterado de todo, el joven se disfraza de trovador y se introduce en el castillo. El conde, quien le agrada este extraño personaje, le invita a quedarse. Mientras tanto, su dulce novia no puede disimular su alegría.

Un día, el héroe descubre un pasadizo que conduce al paraje conocido como Las Pocillas, y gracias a él pide ayuda a su padre y al padre de su novia. Estos se presentan por sorpresa en el castillo a través de ese pasaje. Entonces, el estudiante y conde lucha, muriendo el conde y el pueblo incendia el castillo y lleva a la cárcel a los secuaces del conde.

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martes, 13 de febrero de 2018

La sanadora charca de la marrana (Peñaparda, Salamanca)

En el oeste de la provincia de Salamanca, allá donde el tiempo parece haberse quedado anclado para siempre, donde los pueblos envejecen sin remedio, sobreviven al calor de la chimenea invernal y el fresco estival las más increíbles historias transmitidas de generación en generación. En una zona cuya ortografía invita al misticismo, conocida antaño por los lugareños como el mismísimo fin del mundo, la naturaleza es el elemento vertebrador de casi todos sus mitos, sobre todo el agua. Su transcurrir por el Duero, el Tormes o el Águeda, entre otros muchos ríos y afluentes, genera una peculiar silueta de altibajos no aptos para el ser humano de hace siglos. No es de extrañar, por tanto, que estos parajes provocaran el surgimiento de relatos que infundían asombro entre los lugareños.
Cuenta la leyenda que había una vez en Peñaparda, en el suroeste de lo que hoy es la provincia de Salamanca, cerca del límite con Portugal y Cáceres, un lugareño con una importante piara que mantenía a toda su familia. Sin embargo, de la noche a la mañana, los animales fueron enfermando uno tras otro. Sin motivo aparente, iban cayendo. Aunque no morían, quedaban prácticamente inservibles para continuar la especie, debiendo ser rápidamente sacrificados. 
El dueño no acertaba a comprender qué ocurría. Por eso, recurrió al más allá. Imploró a los cielos que su piara sanara, pero nada. Las enfermedades continuabas. Incluso recurrió a la hechicería y todo tipo de ungüentos naturales. Pero tampoco. Desesperado, se propuso dar su último paseo con su cerda favorita, la que más beneficios le había proporcionado, aquejada ahora de lo que parecía un reúma.
Hombre y animal deambularon hasta llegar a una pequeña laguna. La torrencial lluvia caída días antes había propiciado la abundante presencia de agua que, mezclada con la tierra, había convertido al lugar en una especie de lodazal. La cerda se sintió como en casa y se metió de lleno. Después de varios minutos, el animal regresó junto a su dueño. Pero, para sorpresa del hombre, caminaba sin problema alguno. No podía ser. ¿Acaso eran los efectos relajantes del agua? Pero sí, la cerda volvió a ser la misma de siempre. El reuma  se había curado. Era un milagro. ¿O más bien una charca milagrosa? El hombre decidió hacer lo propio con el resto de la piara que aún le quedaba, y uno tras otro los animales fueron sanados. 

Asombrado por lo acontecido, el hombre acudió al pueblo a comunicar a sus vecinos el milagro. Desde entonces, en Peñaparda se conoce a este lugar como el Charco de la Marrana, al que continuamente acuden personas aquejadas de alguna enfermedad, principalmente de reúma, en busca de curación. Así, se rebozan en el fango, como hiciera la cerca que da nombre al paraje. Y cuentan los más viejos del lugar que muchos enfermos jamás volvieron a padecer el mal con el que llegaron.

Alfonso de Paradinas (Paradinas de San Juan, Salamanca)

La  actual Paradinas de San Juan, obedece a la repoblación efectuada por los reyes de León en la Edad Media, para reforzar la frontera leonesa, frente a los territorios castellanos, integrándose  posteriormente como territorio perteneciente a la Orden de San Juan, en el Reino de León. 
Paradinas está documenta por primera vez en 1113, cuando la reina Urraca I de León la dona a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, actual Orden de Malta, que se instaló a principios del siglo XII en Paradinas.
Pasaron por Paradinas, personajes ilustres  como: Santa Teresa, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Vasco de Quiroga, Santo Tomás de Villanueva.  D. Javier de Burgos por mandato del  Rey Fernando VII de Borbón,  en 1833, la incluyó en la provincia de Salamanca, dentro de la región de León, formando parte del partido de Peñaranda de Bracamonte.
En 1183 se trataron en esta villa las paces entre Fernando II de León y Alfonso VIII de Castilla. Las  Cortes se celebraron en el palacio situado delante de la Iglesia, y el tratado al que se llegó,   se llamo de Fresno Lavandera, por estar cada uno de los reyes en sus reinados, el leonés en Fresno el Viejo y el castellano en Lavandera, lugares    desparecido actualmente, finalmente la firma del tratado se hizo en Castronuño en el año 1185.
En  Paradinas nació el Obispo Alfonso, o Alonso, de Paradinas,  en 1395 y falleció en Roma en  1485, a los noventa años. Fue estudiante en San Bartolomé de Salamanca,  y durante su estancia en el Colegio,  demostró ser  un alumno aplicado, y por eso don Diego de Anaya Maldonado, lo eligió para asistir a la primera misa del colegio. Dicho centro escolar ya no existe,  fue reemplazado por el Palacio de Anaya, ubicado en la plaza del mismo nombre y donde actualmente se imparten las carreras de Filología, y  en los años cincuenta y sesenta,  la de Químicas .
Fue Catedrático en la Universidad de Salamanca, Obispo de la "Orden Carmelita", participando con ellos,  en numerosos encuentros en tiempos de Juan II y su valido Álvaro de Luna. En 1423 y con solo veintiocho años, ya estaba en Roma "deshaciendo entuertos"  y tomando decisiones, desde su  puesto de Secretario de Apostólico,  y como  escritor y auditor del Sacro Palacio en la Curia Pontificia. Partidario de las ideas renacentistas, manda construir en Roma a Paolo Romano, la Iglesia de Santiago de los Españoles, compró a sus expensas varias casas donde construyo, la primera parte del edificio del Hospital.
El edificio del hospital aún sigue en pie, pero tiene un uso totalmente diferente para el que se creo, y  ha sufrido cambios importantes. Ambas construcciones se hicieron para el uso y disfrute de los españoles que vivían en Roma, ya que, en los siglos XVII y XVIII, una colonia muy numerosa estaba allí. Sin embargo, al pasar los años, muchos de los españoles decidieron regresar a su país, por lo que el hospital y la iglesia entran en declive.

En el siglo XIX, la embajada española dona estos dos edificios a la Obra Pía, y más  tarde, pasa a ser propiedad de las autoridades romanas. En la fachada del edificio aún se conserva un escudo y una placa conmemorativa, donde dice  que don "Alfonso de Paradinas fue el fundador de la Iglesia y del Hospital de Santiago de los Españoles, y también el que costeó las obras ". 
Fue el Copista del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita, que  está  en el Archivo Histórico Catedralício de Salamanca. Hay otro Primo de este Obispo, Canónigo que vivió en Salamanca después de la muerte de Paradinas, quien solicito parte de la herencia de su tío.
 También   fue mecenas y protector de su pueblo natal, quedando como testigos, las reformas realizadas  en la cabecera  y arcos de la iglesia  que hoy  es la Ermita del Cristo, y colocó allí su escudo de armas con : Un fondo dorado de oro y el chevro del mismo metal, en vértice lleva una concha.   Las conchas las colocaron en su sepulcro de Roma, en los costados del sarcófago funerario, en la Capilla de Santiago y Monserrat donde podemos verlas. 
 La ermita de Nuestra Señora del Hinojal, es del siglo XII, y localizada en las afueras del pueblo, en lo alto de un montículo, como si vigilara y protegiera al pueblo y sus gentes. La ermita fue abandonada en el año 1870, y la imagen de la Virgen trasladada a la Iglesia Parroquial, en un altar que desapareció en la restauración de la Iglesia en el año 1975. El pozo del agua milagrosa  que tiene poderes curativos contra las viruelas, fue reconstruido en 1927 y ocho años más tarde daría comienzo la reconstrucción de la ermita, como está actualmente.
Otro edificio importante en Paradinas de San Juan es la Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol,  de estilo románico - mudéjar. El templo es de ladrillo y piedra, con tres naves, la central terminada en ábside semicircular y las otras en capillas rectangulares. Sobre la meridional se alza una sólida torre de ladrillo. La portada meridional, de piedra, consta de dos arquivoltas de medio punto, sobre columnas de capiteles muy decorados. El interior es muy variado, tanto en materiales como en decoración.
Uno de los atractivos turísticos  de Salamanca por su historia y literatura, es la visita al  Huerto de Calixto y Melibea, como  uno de los lugares más conocidos de la capital del Tormes. Una puerta de hierro  nos recibe, donde se paran los turistas  a fotografiarse, pero en lo que no se  detienen, es en contemplar los dos escudos que hay sobre ella.  
EL Huerto de Calixto y Melibea, es un jardín de tradición musulmana, que  nos remonta a la Edad Media, tiene este nombre,  porque se supone que fue el lugar  donde  Fernando de Rojas se inspiro  "para escribir la famosa novela la Celestina".
Este parque fue inaugurado el día 12 de Junio de 1981, con motivo del hermanamiento de Coímbra y Salamanca, como se refleja en la inscripción en el monumento donde está la vieja Celestina y en la parte inferior "los amantes" Calixto y Melibea, cerca de este monumentos hay un árbol centenario, clasificado como moral de la clase Morus Nigra, con un perímetro de 2.40 metros y tratado de una grieta que tiene en el tronco.
Este árbol es una testimonio de otra época, cuando se plantaron morales y después moreras (Morus Albu) para la cría de gusanos de seda , industria que tuvo un gran desarrollo en Salamanca durante los siglos XVIII y XIX.
En la década de los años cuarenta en Salamanca, había una afición importante  de los niños, por la cría de gusanos de seda, no había casa en la Ciudad donde no existiera una caja de cartón de zapatos, donde los cuidábamos,  los adquiríamos pequeños y como comiendo hojas de morera, sin parar; crecían y engordaban. Recuerdo que en una tintorería de la calle Bodegones el dueño, que se llamaba Pepe, tenía en el patio una morera y vendía por una perra gorda de las de entonces, un puñado de hojas.
Los gusanos siguiendo su ciclo evolutivo, formaban los capullos de seda y en su interior la metamorfosis les convertía en una mariposa, que antes de morir depositaba los huevos en las paredes y el fondo de la caja, para futuras generaciones de gusanos de seda. Ahora me llama la atención al conocerlo, que esta faceta, fuera nada menos que una importante industria en el pasado de la ciudad de Salamanca.

Después de unos años en Roma, Alfonso de Paradinas decide volver a su patria natal. Al llegar a España lo nombran obispo de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, pero quiso tener presente su labor en la ciudad romana, y de ahí que colocase los dos escudos sobre la puerta de su casa, un arco de medio punto, de estilo gótico, que hoy en día hace de entrada en el Huerto de Calixto y Melibea.  Alfonso de Paradinas quiso recordar en su casa salmantina la etapa de su vida que vivió en la ciudad eterna, y lo hizo colocando esos dos escudos. Cuyo significado desconocen la gran mayoría de quienes pasan por allí, igual que ocurre con otros muchos monumentos y edificios de Salamanca.

Con el tiempo decidió, pasar sus últimos años en la ciudad eterna, donde falleció a los noventa años de edad. Sus restos fueron enterrados en la Iglesia de Santiago de los Españoles, pero con las reformas posteriores que sufrió, finalmente se depositaron en la Iglesia de Montserrat, donde aún se puede contemplar el sepulcro de Alfonso de Paradinas.
Los días 29/30 de junio se celebran las fiestas patronales de San Pedro en Paradinas de San Juan, poco o nada conocía yo entonces del personaje de Alonso de Paradinas y lo que  significaba en la historia de Salamanca de los siglo XIV y XV, para los jóvenes que vivíamos en el vecino pueblo de Zorita de la Frontera, lo más importante de Paradinas, eran las fiestas, en una fecha que coincidía con las vacaciones de verano, de los que estudiábamos el Bachillerato en la Ciudad del Tormes.
Había festejos taurinos populares (las llamábamos "las vacas")  y también el "baile" con dos sesiones la primera al final de la tarde en el exterior de la plaza, y el de la noche, de más entidad y como acto social,  que comenzaba, después de la cena, finalizando de madrugada.
Recuerdo uno de los años, como un grupo de los amigos del pueblo, volvíamos a Zorita, a altas horas de la madrugada,   a pie, ahora es mejor decir caminando o andando,   por los caminos de tierra, que así eran entonces,   todos los que comunicaban la mayor parte de los pueblos de la Provincia salmantina, después de la larga jornada festiva en el pueblo, donde ahora se, que nació Alonso de Paradinas.

El último fin de semana de agosto se celebra la romería de Nuestra Sra. del Hinojal. Tradicionalmente era el día 8 de septiembre, y que fue trasladada para que hubiera más afluencia de gente. En las tiendas del pueblo si lo visitas, puedes encontrar  y comprar una caja o más de madalenas de calidad, que llevan el Nombre de Nuestra Señora del Hinojal.

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lunes, 12 de febrero de 2018

La Campana Mágica (Navamorales, Salamanca)

El saber popular, siempre tan certero y rotundo, recoge que nunca llueve a gusto de todos, de ahí que constantemente los labradores miraran al cielo en busca de una respuesta al futuro de sus cosechas y pastos. Si una tormenta amenazaba el fruto de su esfuerzo y sudor para ganarse el pan y porvenir de sus hijos, contaban con elementos mágicos con los que, según se ha transmitido de generación en generación, ahuyentaban la furia de las nubes. Principalmente las campanas de las iglesias y ermitas. Tocarlas o voltearlas eran el bálsamo a la cercana descarga del chaparrón. La provincia de Salamanca no es ajena a estos relatos, como ocurre en Navamorales.
Cuenta la leyenda que las tormentas nunca pasaban por los dominios de este pequeño pueblo al sureste de lo que hoy es la provincia de Salamanca. Ubicado entre montes, era lugar propicio para que las nubes mostraran toda su ira contra los comunes mortales, alardeando del poder de la naturaleza sobre el hombre. Hasta que un día se construyó una campana mágica que los lugareños colocaron en la iglesia.
Encargada a un prestidigitador de oriente, muchos dudaban de las especiales propiedades del metal, pero la primera prueba rebatió todos sus argumentos en contra. El cielo se tiñó de luto y amenazaba con una tromba que ni los más viejos del lugar recordaban. Los más desconfiados regresaron a sus hogares y cerraron con fuerza puertas y ventanas. Los más creyentes permanecieron impasibles en la plaza del pueblo esperando a que la campana demostrase su poder. Las nubes avanzaban rápidamente, como si el dios Eolo también estuviera impaciente por despejas la duda. Y, de repente, cual cúpula invisible sobre Navamorales, las nubes fueron rodeando las casas para continuar hacia Piedrahíta. La campana había funcionado.
Durante varias generaciones las cosechas de esta zona eran las mejores de tierras charras. Nadie sabía por qué. Nadie se lo explicaba. Pero los vecinos de Navamorales sonreían con astucia y guardaban el secreto. Cada vez que una tormenta amenazaba con estropear sus campos sólo tenían que dar la vuelta a la campana de la iglesia y tocarla con fuerza. Así lo hicieron una tarde a comienzos del otoño, en que la gota fría se cernía sobre ellos. Como era costumbre un mozo subió hasta el campanario, volteó la campana y su tañido comenzó a resonar por toda la comarca. Pero tal fue la fuerza que empleó en el golpeo que la campana se resquebrajó. El zagal no sabía qué hacer. Sabía que si continuaba podría terminar destrozando el metal, pero la tormenta estaba ya prácticamente en el pueblo. Así que no cesó en su empeño. La tormenta pasó de largo, pero la campana se hizo añicos.

Los vecinos de Navamorales, horrorizados, recogieron cada uno de los pedazos y los enviaron al mismo fabricante para que rehiciera la campana cual ave fénix. Un mes después, estaba de vuelta. Hubo una gran fiesta y la campana regresó a su lugar. No tardaron en comprobar sus efectos. Horas después una tormenta llegaba desde los montes de El Tejado. El mismo joven con cuyo ritmo se resquebrajó la campana subió a la iglesia, besó a su admirada compañera, la volteó y comenzó a acompasar la melodía que ahuyentara las negras nubes. Pero la oscuridad se apoderó del pueblo y el agua descargó con fuerza sobre las cabezas de los lugareños. La campana había perdido sus propiedades mágicas. Desde entonces, Navamorales dejó de estar protegida contra las tormentas.

Iglesia de Navamorales  - Autor: SALAMANCA24HORAS

Virgen de Salcedón (Monterrubio de la Sierra, Salamanca)

Cuenta la leyenda que en la antigua Santa María de Salcedón, denominada así en la Edad Media por ser un extenso salcedo, tierra repleta de sauces, había un pastor que se encontraba una mañana de otoño por los campos cuidando del ganado. Comenzaba a helar, pero el frío era aún soportable. Sin embargo, aquella jornada el cielo entrelazó sus esponjosas rejas para no dejar escapar el más mínimo rayo de sol. Se barruntaba tormenta. Y así fue.
De repente comenzó a llover con fuerza. Creyendo el zagal que pronto escamparía, decidió refugiarse en uno de los muchos sauces que poblaban el terreno. Pero el agua seguí cayendo como si el mismísimo diluvio universal fuera a repetirse. El árbol que le servía de guarida apenas podía contener la fuerza de la lluvia, que atravesaba las débiles hojas del sauce para posarse como espinas sobre el cuerpo del pastor. Por eso, viendo que la tormenta iba a más, buscó un cobijo más robusto.
A lo lejos vio dos olmos. Rápidamente se dirigió hacia el que parecía más fornido, pues se fijó en su base, viendo que no estaba húmeda porque las frondosas ramas no dejaban pasar la lluvia. Más tranquilo, el pastor tomó aliento y reposo tras una fatigosa carrera. Pero transcurridos unos minutos la tormenta arreciaba y el zagal comenzaba a impacientarse. También tenía calados hasta los huesos, por lo que decidió levantarse y rodear el árbol para así entrar en calor hasta que por fin dejara de llover. Fue entonces cuando en un hueco del negrillo creyó percibir algo. Se acercó tímidamente y se sobresaltó. Era la imagen de una Virgen. ¿De dónde había surgido?

Al coger la talla para observarla con un mayor detenimiento, la tormenta cesó al instante. El pastor consideró que se trataba de un milagro y llevó a la Virgen hasta el pueblo para relatar lo acontecido. Desde entonces se la venera como la Virgen de Sacedón, en recuerdo de los sauces llorones de la localidad pese a que fue hallada en un olmo. Árbol que permaneció en pie hasta el siglo pasado, en que una grafiosis acabó con el centenario ejemplar. Y como si el negrillo y la Virgen estuvieran eternamente conectados, el sino del progreso y el éxodo rural provocaron que decreciera el culto a la imagen, recuperado en los albores del nuevo siglo gracias a la Asociación Cultural Virgen de Sacedón, que la venera el primer fin de semana del mes de mayo.