lunes, 4 de junio de 2018

La Plaza de la Hierba (Zamora)


Corría el año 1531 cuando en la iglesia de Santa María, la hermandad de los Hijosdalgos celebraba su reunión habitual. 
          Saltándose el protocolo y la sesión del día, Diego de Mazariegos, un joven inconsciente y atrevido, comenzó a mercadear con sus bueyes y vacas. Al ser reprendido por uno de los consorcios ya anciano, don Diego, haciendo alarde de su mayor linaje y nobleza, le cogió el bastón y se lió a golpes con él. 
          El anciano Francisco de Monsalve hace llegar una carta a su hijo don Diego de Monsalve, que se encontraba fuera de España, contándole todo lo acontecido. Éste al recibirla promete lavar la deshonra de la que ha sido víctima su padre. 
          Durante días navega y cabalga, en compañía de varios amigos, hasta que llegan a su residencia en Zamora, situada en lo que es hoy plaza de Sagasta. Es en esta misma plaza en su lado opuesto donde también tiene su residencia don Diego de Mazariegos. 
         Al llegar a casa se encuentra con la desagradable noticia de la muerte de su padre. Encolerizado escribe una carta a Mazariegos retándole en el Campo de la Verdad. Éste la recibe estando de cacería.
         El Comendador una vez enterado de los hechos y ante el cariz que estaban tomando,  decide detener a Mazariegos hasta que esto se arregle. Pero don Diego, bien informado por familiares y amigos, no se deja atrapar y huye. 
        En vista de que ese cobarde no da señales de vida, esa misma noche por orden del Comendador, se promulga por toda Zamora un escrito en el que se cuenta lo acaecido. 
        Los ciudadanos, atemorizados por las consecuencias  que pueden ocasionar las rencillas entre las dos familias, no se atreven a pasar por la plaza donde ambos tienen sus residencias. La hierba y la maleza comenzaron a crecer tanto que la plaza fue llamada popularmente “Plaza de la Hierba”. 
        Pasan las semanas y el domingo de Ramos, aprovechando que el Justicia Mayor desfila en la procesión, se lee ante todo el pueblo el siguiente comunicado: “Cualquier persona que comunique a Diego de Monsalve el paradero de Diego de Mazariegos recibirá una recompensa de quinientos ducados”.
        Diego de Monsalve desesperado por encontrar al villano hace un tunel para alcanzar la casa de los Mazariegos y, a punto de conseguir su objetivo, es avisado por un amigo que su rival está escondido en el convento de San Benito. 
        Raudo, ensilla el caballo y a todo galope se dirige al convento donde un monje, encubriendo al cobarde, niega que detrás de esos muros se encuentre don Diego. Mientras tanto éste se escapa por una ventana.
        Mazariegos ante la presión de su perseguidor y del pueblo en general, decide entregarse al Comendador, al que jura arrepentirse ante la tumba de Don Francisco de Monsalve y aceptar el reto de hijo a batirse al amanecer en el Campo de la Verdad. 
       Despunta el día siguiente y los contendientes se encuentran, cara a cara, ante la sorpresa de Monsalve por ver a su contrincante sin armadura alguna. 
-  Monsalve: Mucho confiáis en vuestras posibilidades cuando os veo venir sin armadura alguna. 
-  Mazariegos: Realmente no vengo a luchar contra vos, sino a pedirte clemencia, y en señal de arrepentimiento a entregarte mi espada. 
-  Monsalve: Y yo, Diego de Monsalve, acepto en nombre de mi apellido  tu espada y tus disculpas y a partir de hoy contarás con mi amistad así como con mi espada, si alguien te agraviase en adelante. 
Así es como termina esta noble leyenda zamorana tal y como puede recogerse en la tradición.

Virgen del Tránsito (Zamora)


En las postremidades del siglo XVI unos zamoranos caritativos, doña Ana Osorio y don Juan de Carvajal, donaron su hacienda para la constitución de un convento de monjas Descalzas de la Regla de Santa Clara. 
          El Obispo de Zamora al recibir el encargo juzgó que las más adecuadas para esta obra serían las Descalzas de Gandía, y así se lo hizo saber a través de un emisario. 
          En Gandía reciben la noticia con júbilo y se ponen de camino para llevar a cabo la orden encomendada. Anduvieron por duros caminos durante semanas hasta que llegaron a Zamora, pero una crecida del Duero les impidió acceder a la ciudad por lo que se refugiaron unos días en el convento de los padres jerónimos. 
          Una vez establecidas en el nuevo convento, la comunidad con su madre priora sor Ana, al frente, añoraban la imagen de Nuestra Señora, en recuerdo a la habida en el convento de Gandía, por lo que todos los días rogaban a Dios que se les hiciera realidad su anhelo. 
          Pasó un tiempo hasta que una mañana dos peregrinos que venían de Compostela pidieron cobijo en el convento. Sin que pudiese ser de otra manera las monjas de muy buen agrado les dieron hospedaje durante unos días. 
          Llega el tiempo en el que los peregrinos tienen que emprender su camino pero, en agradecimiento a la hospitalidad recibida y conociendo el deseo de la comunidad, se comprometen a hacer una imagen de Nuestra Señora, pues eran escultores. Tan solo les piden una condición y es no ser molestados hasta que finalicen su trabajo. 
          Comienzan los forasteros su tarea y el pasar de las horas pone a la abadesa cada vez más nerviosa por ver terminada la imagen. De repente se dejan de oír ruidos, la abadesa no soportando más su curiosidad entra en el cuarto con el resto de las hermanas. Ante sus atónitos ojos apareció la impresionante imagen de la Virgen del Tránsito. 
          Al abrir la puerta, no hallaron ni rastro de los escultores. Se dice que eran dos ángeles y que a la imagen le faltan dos dedos de un pie, debido a que la curiosidad de sor Ana hizo que no les diera tiempo a concluir su obra. 
          Nuestra Señora del Tránsito se ha convertido, desde entonces, en la imagen más venerada de Zamora y ha salido de su clausura en los momentos en que la ciudad ha pasado por calamidades.  
 

Virgen de la Concha (Zamora)


La leyenda sitúa la procedencia de la imagen en la cripta visigoda de la catedral palentina donde fue descubierta, por el rey Sancho III el Mayor, durante una cacería por los páramos de la, entonces destruida y desierta, ciudad de Pallantia.

          Corría el año 1032 cuando el Monarca, en su afición a la caza, persigue con su jauría a un jabalí que, viéndose acorralado entre la maleza, consigue introducirse por una hendidura en una especie de gruta a modo de capilla y tras él penetraron los canes. El monarca, seguro de la captura del animal, entra impávido a traspasar con su venablo la presa, pero al entrar en la cavidad quedó paralizado por una fuerza sobrenatural. Los perros, lejos de atacar al puerco, se habían quedado postrados en el suelo. Al fondo, el jabalí, se había refugiado bajo un sarcófago que resultó ser la tumba del mártir francés San Antolín. A su vera se hallaba la imagen de Nuestra Señora.

          De todo lo acontecido, el monarca comprendió la protección que el Santo y la talla de Nuestra Señora ejercían sobre todo aquel que se acogía a su devoción. Prueba de ello es la gran victoria que las tropas del Rey infligieron sobre los árabes en una de las batallas en las que se hizo acompañar de la imagen mariana.

          En agradecimiento y en la fe procesada, el Rey hizo reedificar de nuevo la devastada Palencia y sobre la gruta, donde halló los restos de San Antolín y la imagen de Nuestra Señora, mandó construir una iglesia sobre la cual siglos más tarde se edificaría la actual catedral.

          La fe que los palentinos procesaban a la imagen mariana, pronto fue contagiada a todos los habitantes de la ciudad zamorana, por lo que en el año 1100 sería declarada patrona de la ciudad de Zamora.

          A finales del siglo XIII, en el mismo templo románico de San Antolín, se dio cobijo a otra imagen muy querida por todos los zamoranos, la Virgen de la Hiniesta, también encontrada en similares circunstancias por otro monarca, en este caso Sancho IV el Bravo, en un paraje salpicado de retamas e hiniestas a unos 15 km de la ciudad. Durante el tiempo que duraron las obras de su propio santuario, mandado edificar por el monarca en el lugar donde fue hallada la talla románica, las dos imágenes marianas compartieron templo y devotos.

          Una vez acabado el extraordinario templo gótico que acogiera a la Virgen de la Hiniesta, esta se traslada haciéndose acompañar en procesión por la de San Antolín. Acto que se ha venido repitiendo desde entonces hasta nuestros días todos los lunes de Pentecostés, convirtiéndose en una de las romerías más hermosas de nuestra provincia. En el siglo XVIII, dado el carácter peregrino y romero de la imagen de San Antolín, se acuerda añadirle una concha como distintivo, momento en el cual la imagen mariana pasa a denominarse de la Concha.

          En la actualidad la venerada talla de la Virgen de la Concha no es la original de estilo románico que en su día trajeron los palentinos, sino que ésta se debe al escultor zamorano Ramón Álvarez pudiendo contemplarla en la iglesia de San Vicente, puesto que el templo de San Antolín está generalmente cerrado al público, abriendo sus puertas solamente en días señalados como el 8 de septiembre día de Nuestra Señora Virgen de la Concha, la víspera del Corpus con motivo del traslado de la imagen al ayuntamiento y el Lunes de Pentecostés en el que se celebra la romería de la Hiniesta.

La boa (Zamora)


Cuenta la leyenda que, un joven pastor, en su trasiego por el campo, encuentra una boa cría por la que se encariña. Durante mucho tiempo son inseparables compañeros, colmando las largas horas de soledad en el campo. El bastardo acudía a comer al silbido del pastor y éste, correspondiendo a su fiel amiga, la alimentaba con leche recién ordeñada de su rebaño, hasta que un fatídico día recibe la mala noticia de tenerse que incorporar a filas. Con mucha pena, en su obligación de servir al Rey, la tiene que abandonar.

          Tras pocos meses, el ahora soldado, siente gran nostalgia y anhelo por su pueblo, la libertad y el aire que le procuraban las largas horas que pasaba en el campo despiertan en él una gran tristeza. Lejos de acomodarse a la nueva situación, irrumpe en su cabeza la idea de convertirse en desertor y escapar de aquella disciplina que lo atrapaba entre las cuatro paredes del cuartel. No madurando mucho la idea, la lleva a cabo sin tener en cuenta las consecuencias.

          Apenas unos días disfruta de la ansiada libertad antes de ser capturado y sometido a un juicio sumarísimo en el que es condenado a pena de muerte.

          Mientras tanto, en su pueblo, la gente estaba atemorizada porque la boa había crecido tanto que estaba causando estragos en el ganado, sin que nadie fuese capaz de remediar esta situación de caos y terror. El Gobernador, preocupado, tiene constancia de la relación que tenía el ajusticiado con el reptil. En un atisbo de esperanza, propone al joven pastor que en el supuesto de que capture y mate a la alimaña le será conmutada la pena de muerte por libertad absoluta.

          Es tanto el aprecio que siente el joven por el animal que aún así duda en aceptar el ofrecimiento del Regidor. Por fin, tras mucho meditar y abrumado por el temor de los vecinos accede a la propuesta.

          Con la ayuda de un caldero, un espejo y una lanza el joven pastor, encomendándose a la Virgen de la que era muy devoto, se dispone a dar muerte al reptil. Para ello, pone de cebo el recipiente lleno de leche y, estratégicamente situado, el espejo tras el cual se esconde. La bestia, atraída por el familiar silbido y por el olor del líquido cremoso, se arrastra hasta él. Cuando el joven lo ve oportuno refleja en sus ojos los rayos del sol quedando momentáneamente cegada; aprovechando esa circunstancia, le clava la lanza y da muerte. Apenado por haber matado a quien él con tanto cariño había criado y en agradecimiento a la intersección de la Virgen por salir ileso de tan arriesgada empresa, cedió el cuerpo de la boa a la iglesia del pueblo.


domingo, 3 de junio de 2018

El robo sacrílego (Zamora)


Cuenta la leyenda que la cabeza de piedra existente en la parte superior de la portada sur de la Catedral de Zamora es la de un ladrón que entró a robar en el templo y cuando quiso escapar quedó allí atrapado.
Allá por el siglo XII, cuando las obras de reconstrucción de la Catedral estaban muy avanzadas y a punto de acabar, el prelado donEsteban recibió un importante donativo que envió el rey en sendas cajas con monedas y alhajas que el soberano y su hermana doña Sancha aportaban para el nuevo templo.
Un noble llamado don Diego que presenció la llegada de aquel tesoro, cegado por la codicia, preparó el robo escondiéndose entre las piedras de la puerta del sur. Cuando al llegar noche todo quedó a oscuras, se dirigió sigilosamente al claustro violentando la puerta del tesoro sin que se apercibieran los canónigos allí dormidos. Fue sacando uno por uno los saquitos de alhajas y doblones y los arrojaba por el hueco que había para dar luz a las obras. Los compinches que esperaban abajo los cogían en el aire y cargaban en las mulas que tenían preparadas.
Cuando el ladrón dio por terminada la operación, se asomó al hueco para saltar por él y entonces se obró el tremendo prodigio. Apenas metió la cabeza por la inacabada ventana, las piedras se apretaron hasta ceñirle el cuello como un dogal. El cuerpo cayó a tierra y la cabeza quedó asomando en el hueco. Los escuderos huyeron con el tesoro por las orillas del Duero y allí quedó la cabeza del ladrón.
A la mañana siguiente el obispo Esteban dio orden de que se enterrara el cuerpo y la cabeza quedó allí para lección y escarmiento. Pasados los días la cabeza se fue endureciendo hasta convertirse en una piedra más de la fachada.
Pocos días después se rescató el tesoro y los escuderos cómplices fueron colgados de un poste. Ahí queda la leyenda del robo sacrílego y en la portada meridional, también conocida como Puerta del Obispo, continúa la cabeza de piedra con un rictus de espanto que ha dado origen a la narración.

Resultado de imagen de zamora

Virgen de Secos (Brime de Sog, Zamora)


Cuenta la leyenda que la imagen de la patrona de Brime de Sog, la Virgen de Secos, se apareció en este pago de terrenos colindante con el término de Santibáñez de Vidriales y los vecinos intercambiaron la imagen por los terrenos. 


Resultado de imagen de virgen de secos brime de sog

Los regulares (Zamora)


Dicen que en Avedillo de Sanabria hay personas que tienen conocimientos sobre los fenómenos meteorológicos y los manejan. Llegaron dos pastores, al ver que había un forastero recitando conjuros, mirando el cielo y mojando un papel en el río, subiéndolo y bajándolo, uno de los pastores desconfió de él y pensó que estaba tramando algo malo, como por ejemplo envenenar las aguas, al ver que no le respondía lo golpeó; el otro pastor se mostró educado con el forastero, al marcharse los pastores, el forastero en voz baja oyéndolo el pastor amable fue prevenido de la amenaza que hizo el forastero de una tormenta, le avisa que por la noche deberá abandonar a su compañero para salvar la vida. Por la noche una tormenta se produce y el pastor amable como le habían dicho abandona la tienda de campaña. Después de la tormenta, se cumple la amenaza que había dicho el forastero, su compañero muerto y carbonizado y él salvó la vida.



Imagen relacionada

El pobre y el demonio (Zamora)


Había un pobre en San Ciprián de Sanabria pedanía de San Justo que encontró a un hombre que le ofreció un talego de dinero por ayudar a una chica a la que prestó ropa que resultó ser la hija del demonio.
El primer trabajo que le mandó era que segara el campo y recogiese el pan y las roscas calientes para llevárselas a él. La hija le ayuda en el trabajo.
Segundo trabajo: le mandó limpiar la tierra, plantar viñas, vendimiarlas y traer el vino de las viñas, la hija también le vuelve a ayudar.
Tercer trabajo: traer un anillo del fondo del mar, lo recupera con la ayuda de la hija del mismo modo que el cuento anterior.
Colocan unos pellejos de vino para engañar a su padre de que están allí, en vez de coger el caballo más flaco, cogió el más gordo, en la persecución, la hija limpió las huellas para que no pudiera seguirlos y las tiró a un valle donde nació un río. La madre fue tras ellos con el caballo vista, pero el caballo de la hija se convirtió en ermita, ella misma en virgen y su marido en ermitaño. Engañaron a la madre, pero el marido se olvidó de su mujer, la hija se hizo modista del lugar y el marido se casó con otra, el día de su boda, ella (la hija del demonio) vio un muñeco y una muñeca encima de la tarta de boda y dándole un palo gritó en alto que si no se acordaba de cuando le ayudó en sus trabajos tan difíciles que le había asignado su padre, el novio que lo oyó recordó todo y volvió con ella, dejando a su nueva novia.
Resultado de imagen de zamora