martes, 27 de marzo de 2018

Virgen de la Nieva (Nieva, Segovia)


Un pastor, llamado Pedro Amador, que llevaba cada día a pastar su rebaño al pizarral fue testigo singular de un acontecimiento que tuvo lugar en el año 1392 en la localidad de Nieva (Segovia): la aparición de la Virgen de Nieva conocida como Virgen de Soterraña al haber sido encontrada bajo tierra. Una imagen que había sido enterrada en tiempos de la invasión de los moros, en medio de cánticos y oraciones, volvía de nuevo a ver la luz del día, a sentir el amor y súplica de su pueblo.
Sobre el lugar del prodigioso descubrimiento se edificó un pequeño templo que, gracias a la reina castellana Leonor de Lancaster daría lugar a una gran basílica a la par que la noticia de su milagrosa aparición se extendía por todo Castilla.
Precisamente este templo, en el año 1441, acogió los restos de la reina de Navarra Blanca, hija de Carlos III, esposa de Juan II y madre del Príncipe de Viana. La reina falleció cuando asistía en romería al santuario tras la boda de su hija Blanca con Enrique IV de Castilla. Una Reina, Blanca de Navarra, que a buen seguro pernoctaba en la Villa de Peralta cuando iba camino del Reino de Castilla.
Años más tarde en este lugar se establecieron los dominicos que fueron los que propagaron la devoción a la Virgen de Nieva fuera de Castilla.


Ermita de Santa Juliana (Navalmanzano, Segovia)


Cuenta una vieja leyenda de Navalmanzano que en tiempos unos frailes guardaban la ermita y en una cueva del otero escondían las riquezas y el vino que obtenían de sus posesiones.
Misteriosamente, de la noche al día, desaparecieron sin dejar rastro. Han sido muchos los que ha cavado grandes hoyos en el cerro buscando sus tesoros.


lunes, 26 de marzo de 2018

Los amantes de Navafría (Navafría, Segovia)


Al pie de la Sierra de Guadarrama, se encuentra Navafría. Esta localidad segoviana, cuenta con un magnífico pinar que alberga un parque recreativo. La cascada de ‘El Chorro’, ‘El pozo verde’ y ‘Las charcas’ son los tres alicientes hidrográficos de la zona, sobre todo durante la época estival. A estas tres maravillas se suman las vistas que desde sus 1.250 m de altitud sobre el nivel del mar permiten tener de la Sierra
El río Cega atraviesa el pueblo de sur a norte y ha servido desde tiempos inmemoriales a sus habitantes como fuente de vida, ya que ha sido utilizado para consumo humano, regadío de los huertos y como fuerza hidráulica para los martinetes, aparatos empleados antiguamente en las forjas del cobre. Desde su nacimiento hasta que desemboca en el margen izquierdo del Duero, el Cega recorre casi 150 km, atravesando a su paso las provincias de Segovia y de Valladolid.
Con motivo de que febrero es el mes de los enamorados, ya que alberga la fecha más romántica del año, la historia de este mes está dedicada a ‘los amantes de Navafría’: dos enamorados, condenados a esconderse por la oposición de sus familias. Como si de los Montesco y los Capuleto se tratase, los parientes de nuestros protagonistas prohibían su relación y obligaban a la pareja a buscarse y encontrarse en secreto.
Su lugar preferido era el ‘Pozo verde’ en el río Cega; allí acordaban verse siempre que la ocasión se lo permitía. Al igual que ocurría con los personajes shakesperianos, las diferencias de clase separaban a los jóvenes protagonistas. Nuestro Romeo segoviano se dedicaba al pastoreo y otras tareas que le permitían el sustento diario, mientras que la joven ‘Julieta’ debía prepararse para el momento en el que se convertiría en esposa.
Como a todas las bellas historias de amor, siempre les llega la tragedia: los jóvenes amantes fueron descubiertos y obligados a escaparse si querían continuar juntos. Lo más probable es que aprovechando la  noche se citaran en el Pozo, su lugar habitual de encuentro. Una vez allí y ya que no podrían permanecer unidos en esta vida, se zambulleron en el agua y decidieron ahogarse. Desde entonces, algunos vecinos de Navafría aseguran que se aparecen en la zona, pero si creemos en el triunfo del amor, nuestros enamorados deberían haber abandonado este mundo juntos y para siempre.
Los amantes de Navafría.

jueves, 22 de marzo de 2018

El reposo de Juan Bravo (Muñoveros, Segovia)


Corría el año 1521 cuando, tras la batalla de Villalar, ajusticiaron al comunero Juan Bravo. Entonces, según cuenta la historia, sus restos fueron trasladados a Segovia, al antiguo convento de la Santa Cruz. Pero 400 años después, en 1921, el Ayuntamiento de Segovia realizó una excavación donde hoy se encuentra su losa. Unos cuentan que no se encontraron huesos, mientras que otros dicen que sí se hallaron restos mortales, pero que se perdieron o desaparecieron.
Esta 'casualidad' hace más plausible la teoría de que los restos de Juan Bravo se encuentran enterrados en Muñoveros, en la iglesia de San Félix. Según la tradición oral que se ha mantenido en el municipio de generación en generación, fueron algunos de los amigos y fieles del propio Comunero quienes acudieron a la sepultura un tiempo después de su enterramiento y se llevaron el cadáver, bajo el temor de que su tumba fuera profanada.
También narran que Muñoveros, lugar que el comunero llevaba en su corazón, fue elegido para dar nueva sepultura a sus restos. Había pasado en el pueblo algunas temporadas de descanso y contaba con varias posesiones; algunas llegaron a sus manos como dote en su matrimonio con Catalina del Río, aunque tras la muerte de ésta, sus visitas al municipio eran cada vez menos frecuentes, por lo que en 1513 creó un fetosín para que todos los vecinos del municipio se pudieran beneficiar de las fincas.
Según la escritura pública, el terreno del capitán comunero se dividió en 64 suertes, que correspondían una a cada vecino, en propiedad, con una carga anual de una fanega de trigo y quince celemines de centeno, que corresponderían a los herederos de Juan Bravo. En el documento se marcó que cada suerte no era hereditaria de padres a hijos. Si fallecía el titular, la tierra sería para la viuda, pero tras su deceso, el terreno lo disfrutaría el vecino siguiente en el censo, tal y como se marcaban en la época la mayoría de estas cesiones. La leyenda continúa explicando como el cuerpo sin vida del comunero se colocó en el templo parroquial de Muñoveros, bajo el altar de la Purísima, pero posteriormente la lápida se situó a la puerta de entrada del templo y bajo ella los huesos.
Bajo una losa se pueden leer las palabras 'CJV está aquí', iniciales que, según los vecinos corresponden a Comunero Juan Bravo. Realidad o leyenda, lo que sí es cierto es que los habitantes de la localidad sienten gran debilidad y un especial cariño por este personaje. En la entrada de la iglesia existe un pequeño homenaje de Muñoveros a Juan Bravo en el que se puede leer la inscripción 'El heroico capitán comunero, ejemplo de dignidad y libertad. Tuvo posesiones y a temporadas vivió en este pueblo. Sus restos reposan en esta iglesia según se ha transmitido de generación en generación, desde aquellos lejanos tiempos hasta nuestros días'.
El arraigo de los vecinos de la localidad con la figura y la persona de Juan Bravo es tal que incluso en el Ayuntamiento de Muñoveros se encuentran algunas de sus antiguas armas. También en el lugar se encuentra una escultura de Abellá que representa al capitán comunero a los pies del patíbulo. Además una de las plazas del municipio, situada junto a la iglesia en la que reposan sus restos, lleva el nombre del Comunero Juan Bravo. También esta misma nomenclatura han tomado como referencia el centro familiar de la localidad y una de las asociaciones del pueblo.
En 2005 Muñoveros se hermanó con Atienza (Guadalajara), lugar de nacimiento del comunero, uniendo lazos entre el lugar de origen de Juan Bravo y el que parece ser es su último destino.
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miércoles, 21 de marzo de 2018

Virgen del Buen Suceso (Muñopedro, Segovia)


Se celebra, el primer fin de semana de octubre, La Virgen del Buen Suceso, cuyo nombre viene de una leyenda que dice que la Virgen se apareció a varios religiosos diciendo: ”Buen suceso habéis tenido”.
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El Bosque de los Milagros (Moral de Hornuez, Segovia)



Una tardecica de otoño de 1243 bajaban unos pastores con sus merinas de Soria a Extremadura cuando, al pasar por el sitio segoviano de Hornuez, dando ya vista a las cumbres de Somosierra, decidieron acampar junto a una sabina. Y allí fue que, por más que se afanaron, no lograron hacer fuego, y no lo hubieran conseguido ni con lanzallamas porque desde lo alto del árbol se lo impedía la mismísima Virgen, súbitamente materializada en una talla que emitía rayos de luz. La leyenda no precisa si la radiación era tambien calorífica, pero seguro que, con el susto, rompieron a sudar.
De poco le sirvió a la Virgen del Milagro de Hornuez -que así se llamaría en adelante- evitar aquel fuego: siete siglos más tarde, el 3 de octubre de 1913, a alguien se le fue la mano con las lámparas votivas, y la imagen milagrosa, reducida a cenizas, hubo de ser reemplazada por otra, que es la que hoy se venera dentro de una gran ermita con planta de cruz latina, en medio de un bosque de sabinas mastodónticas, tan viejas como la aparición, si no más, y con barbacoas donde los visitantes, para no variar, juegan con fuego.
El sabinar de Hornuez es la verde excepción que confirma la regla de los páramos grises que se extienden por el oriente de Segovia, desde el puerto de Somosierra hasta el Duero: un oasis donde -nuevo prodigio- se concentran las más grandes sabinas albares de España. Otro milagro sería que este santuario vegetal y espiritual estuviese libre de la plaga de los coches, pero, aunque no es así -hay dos carreteras, a falta de una-, nos queda la grata opción de aproximarnos a pie desde el cercano pueblo de Moral de Hornuez dando un rodeo por los cerretes que se alzan a poniente de la ermita.
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La niña muerta (Maderuelo, Segovia)


Las secas orillas del pantano parecían humedecerse a medida que las sombras de la tarde se hacían más obscuras, ahondando el cauce del Riaza. Sus aguas reflejaban el abandono de un pueblo milenario que se desmoronaba poco a poco, aun resistiendo a desvanecerse en el olvido.
Maderuelo, una vieja barca abandonada. Maderuelo, mas que barca varada, pequeño madero que se hunde en el lago del tiempo.
Al traspasar su robusta puerta, rumores e historias nos rodean y nuestra mente las revive de nuevo: la llegada de reatas de mulas con piedras de la cantera de Vega Palacio, los albañiles reparando las murallas, ya viejas en el año 1000, que han resistido siglos bajo el castigador sol castellano y sus fríos inviernos. Y el río, bordeado de árboles, que riega una estrecha vega y calma la sed de importantes rebaños de ovejas y vacas. Dispersos los barrios a los pies de la villa, poblados por gentes esforzadas y bulliciosas.
Las viejas piedras, blanqueadas por el sol y los hielos unas, obscurecidas por el moho otras, nos siguen contando historias del pasado.

En el siglo XV, vivió en Maderuelo un noble caballero, emparentado con los Chávez. Tenía una hermosa hija, María, menuda y proporcionada. Sus largos cabellos dorados nos dicen que era doncella. Sus ojos luminosos nos revelan la piedad de su alma.

Era querida en la Tierra de Maderuelo, bordaba, dibujaba e incluso escribía primorosamente. Pero la muerte la alcanzó a la edad de dieciséis años.
Unos cuentan que murió durante la ausencia de su padre, cuando esté viajó a rendir pleitesía al rey, su señor. Fue una época de reyertas nobiliarias y luchas civiles. Otros afirman que se la llevó la peste, que tantos huérfanos dejó en Maderuelo.
Su desconsolado padre, mandó ataviarla con sus mejores galas. Parecía un bello ángel dormido cuando aquella fría losa de pizarra negra cubrió su sueño en la capilla de los Chavez, en Santa María. En la losa, venida de la Sierra, un cantero esculpió un escudo escotado, cuartelado en cruz, con un águila bicéfala rampante, cinco llaves, un árbol entre perros rampantes y trece bezantes de oro, todos buena prueba de su ascendiente hidalgo.
Enterrada la doncella, la arqueta de madera e incrustaciones donde ella guardaba sus secretos también desapareció. Así se perdieron su salterio, sus dibujos y las cartas de amor secreto, como las de aquel joven enamorado que la prometió volver con el oro de Granada y allí perdió, los ojos primero, y la vida después.
Más de cinco siglos había descansado el cuerpo de María, cuando una reforma en la iglesia obligó a retirar la losa, dejando al descubierto un cuerpo momificado. María, querida hasta por la anciana Muerte, que respetó sus chapines y el justillo bordados en oro, el anillo de guerrero que ceñía su dedo. Conservaba sus largos cabellos, las manos sobre el pecho y los párpados ,cerrados, como si continuara dormida.
De pronto, un airecillo fresco rozó nuestros brazos y el escalofrío nos volvió a la realidad. Con un movimiento apenas visible, el badajo de la campana grande la hizo sonar levemente y su tañir, repetido por ecos lejanos, murió con la luz del día. Comenzó a lloviznear. Maderuelo, cuna de leyendas, sabía que se había revelado el secreto de su querida momia. Era ya hora de partir.


lunes, 19 de marzo de 2018

La Fuente de Paco (La Losa, Segovia)


Había un vaquero por estos terrenos que todos los días salía al campo con su ganado y su caballo, su inseparable caballo. Y existen unas tollas en la falda de la sierra, lo que se conoce como Cañada Real que si se mete un animal se hunde hasta morir, y más de una vez han tenido que sacar a alguna vaca tirando con una yunta. También se llaman trampales a estas ciénagas de barro que engañan a animales y personas.
Estaba el vaquero en verano por esos lugares y cómo iba a creer él que con la seqía que había esa tolla iba a ser tan peligrosa. Lo cierto es que iba deprisa para parar una vaca cuando se dio cuenta de que los pies no los podía sacar del suelo. El agua y el barro le succionaban para adentro. Poco a poco se iba hundiendo mas, sin pararse se metía en el trampal como si fuera a desaparecer. Si intentaba mover los pies ¡peor! Se hundía mas. Daba voces por ver si alguien le oía, pedía socorro, llamaba a su caballo, pero era inútil, nadie acudía en su ayuda. La tolla le iba tragando ya por el gañote, a punto estaba de meter la boca en el barro y perecer ahí para siempre, y para mas desgracia sin que nadie se enterara de que había muerto allí pues su cuerpo sería tragado por el barro y no quedaría ninguna señal.
Tuvo una genial idea. Bragao como era él y con ganas de salir de allí, se quitó la visera, se cogió con las dos manos del pelo y con ímpetu y coraje tensó sus musculos y tiró hacia arriba con todas sus fuerzas. Se hacia daño en el pelo, pero no importaba. Despacio y poco a poco seguía tirando y observaba que iba subiendo y saliendo de la tolla. Cogía aire, y seguía tirando y tirando, hasta que sobresalieron los pies a la superficie y sin dejar de hacer fuerza hacia arriba caminó unos pasos hasta lograr salir del trampal. Se soltó los pelos y respiró con alivio.
Observó que donde había estado metido había dejado un agujero por donde comenzó a manar el agua. Años después ese agujero seguía sin taparse y se encauzó en una fuente de granito con dos pilones también de granito y con la inscripción:
"A Paco Hombre Campero"

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viernes, 16 de marzo de 2018

Prado Santa María (Lastras de Cuéllar, Segovia)


En el prado de Santa María de Salcedón, de Lastras de Cuéllar, hay en el centro un lugar muy pantanoso y húmedo. Se dice que antes de que construyeran la actual carretera que lo atraviesa, pasó por allí un carretero con sus bueyes bien enjaezados, que llevaban al cuello un collar con campanillas. Justo en la mitad del prado, donde hay más agua, quedó la carreta atollada. El carretero, entonces, comenzó a blasfemar. y conforme más blasfemaba, más se hundían los bueyes, la carreta y él mismo. Así siguió blasfemando hasta que cavó su propia sepultura y la de los bueyes.
Todavía hoy, cuando pasan camiones por la carretera y se estremece la tierra, si se pone atención, se escucha el sonido de las esquilas.
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La Pedigueña (Lastras de Cuéllar, Segovia)


Hay en la ermita de Lastras de Cuéllar, una imagen muy vieja de Santa Elena, conocida popularmente como «La Pedigüeña». A esta imagen le iban a pedir agua los vecinos en caso de sequía. Para ello se juntaban en procesión hasta la cercana fuente de Santa María de Salcedón, que está situada en un prado inmediato. Sumergían la imagen y casi siempre concedía agua al poco tiempo.
Un año, tras una sequía muy prolongada, se decidieron los vecinos a sacar a «La Pedigüeña». y, en efecto, tras sumergirla, comenzó a llover y a llover; tanto que los vecinos llegaron a sus casas contentísimos y empapados. Pero lo peor era que seguía lloviendo y lloviendo sin parar . Así pasaron ocho días. y como ya estaban alarmados y pidiendo que cesara aquel diluvio, se acercaron dos hombres hasta la fuente. En ella encontraron flotando un resto de madera que se había desprendido de la imagen de «La Pedigüeña». Sacarlo del agua y escampar, todo fue uno.

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Milagro del Cristo de Lumbreras (Lastras del Pozo, Segovia)


Hace más de un siglo y medio, en un agregado del pueblo de Lastras del Pozo, cuyo nombre es Castellana, tuvo lugar el siguiente suceso: tenía el molinero un hijo de corta edad que, jugando, cayó al pozo de la noria del molino, de donde es imposible salir por medios propios y donde resulta inútil cualquier ayuda que se pretenda desde fuera. Entonces, la abuela encomendó su nieto al Cristo de Lumbreras. Este se apareció en la cruz y salvó al niño, que quedó fuera del agua, a la orilla del cauce.
Una prueba fehaciente es la pintura que retrata el mismo hecho y que en la actualidad se encuentra en la iglesia parroquial del citado pueblo.
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jueves, 15 de marzo de 2018

El príncipe y la aya (Segovia)


El balcón central de la Sala de los Reyes del Alcázar de Segovia muestra una cruz que rememora un suceso del que se cuentan dos versiones distintas.
Una de las versiones cuenta que, estando el infante D. Pedro de Castilla, hijo de Enrique II el de las Mercedes, en el balcón en brazos de su aya, resbaló y cayó al vacío. El aya, atemorizada, se lanzó tras el niño. Por otro lado, la versión histórica cuenta que el infante, de 12 años, cayó mientras jugaba a la pelota con sus amigos.

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miércoles, 14 de marzo de 2018

Caída de Serpientes (Juarros de Riomoros, Segovia)


En la iglesia de Juarros, nos encontramos un texto muy antiguo donde se hace referencia a un fenómeno acaecido el 26 de junio de 1638, en el que se vieron caer del cielo serpientes y 'otras cosas', tras el cual se decidió dedicar un día a los santos Juan, Pelayo y Pablo dando gracias a Dios por su protección.
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Virgen del Pollo (Juarros de Riomoros, Segovia)


Todos los días a la hora del almuerzo salía el pollo de su escondite. En busca de las migas que los trabajadores del campo dejaban caer, el animal aparecía entre los matorrales en busca de comida. Sucedió, según cuenta la tradición oral transmitida de padres a hijos, generación tras generación, hace muchos, muchos años en el conocido como Soto de Abajo. En la ribera del río Moros que baña el pueblo, en los prados junto a los que se cultivaba el cereal, descansaban los trabajadores de las cuadrillas llegadas cada verano desde tierras gallegas para trabajar en las labores del campo.

Entre la siega, el acarreo y el aventado del trigo y la cebada, los agricultores hacían un receso para reponer energías. Y un día tras otro, observaron cómo el pollo salía entre los matorrales para limpiar del suelo las migas que caían.

Embargados por la curiosidad, según cuentan, un grupo decidió seguir el animal para ver dónde iba. Tras sus pasos, descubrieron que el pollo se metía en una cueva. Presos por la curiosidad, miraron en el interior y, con gran sorpresa, descubrieron una talla. La imagen de la Virgen tapada con un manto rojo y una túnica azul con estrellas portando a un niño en una mano y una manzana en otra, apareció antes sus ojos.

Las migas de  la patrona

Los Cesteros (Garcillán, Segovia)


A los habitantes de Garcillan se les llama cesteros, ya que como la leyenda dijo, nosotros construimos una torre de cestas para llegar al cielo y nos faltaba una, y esa se quito, era la primera cesta puesta, lo cual se cayo todas las cestas.
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martes, 13 de marzo de 2018

Las fuentes secas (Fuenterrebollo, Segovia)


Cuentan los mayores del lugar, que en el término había hasta una treintena de fuentes, que se han ido secando.
Aldeonte

lunes, 12 de marzo de 2018

Origen (Fuentepelayo, Segovia)


Cuentan que Don Pelayo llegó al lugar donde ahora se ubica el pueblo y mandó cavar un pozo para saciar su sed y la de sus ejércitos. Junto a esta fuente se creó un campamento alrededor del cual se formó Fuentepelayo.
Aldeonte

Cristo del Corporario (Fresno de Cantespino, Segovia)


Cuenta la leyenda que el Santo Cristo intercedió para lograr la victoria en el conocido como Campo de las Espinas, en el ya despoblado del Corporario, de ahí la veneración que se le profesa a esta imagen en Fresno de Cantespino desde entonces. En el año 2002, una gran fiesta conmemoró el milenario de aquella batalla tan importante en la historia de España y, sobre todo, en la de este municipio del nordeste de la provincia de Segovia.

Y todos los años, esa devoción se demuestra con la romería que une a los vecinos de los siete núcleos que forman el municipio para celebrar la fiesta del Cristo del Corporario a los veinte días de Pentecostés.


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viernes, 9 de marzo de 2018

La Mujer Muerta (El Espinar, Segovia)


Cuando España era todavía ganadera y pastoril, al borde del Guadarrama, donde hoy está emplazada la ciudad de Segovia, había una pequeña cabaña de pastores. Del mismo modo, en torno a estos parajes serranos había otros poblados pastoriles habitados por familias de ganaderos.
De la patriarcal familia que vivía en la cabaña solariega, formaba parte una joven encantadora, que deslumbraba con sus cabellos de oro a los zagales que la conocían. Mientras sus hermanos cuidaban de los rebaños, ella hilaba a la rueca, tejía la lana y confeccionaba prendas de abrigo de su familia. Sus padres la tenían como un don del cielo por las virtudes que atesoraba. Sus hermanos la mimaban con los más exquisitos regalos pastoriles.
Pero un día, el más gentil zagal de la comarca, el que llevaba fama de tener los mejores rebaños fue a visitarla y se expresó de este modo: 
- Te traigo flores y setas. Te regalo este lindo cordero. Y seré el más fiel marido si te casaras conmigo.
La hermosa zagala, al oír por primera vez aquellas palabras amorosas, se puso muy contenta y le contesto: 
- Te agradezco gozosa tus pretensiones, pero tienes que probarme durante algún tiempo que me quieres de veras para que me decida a ser tu mujer.
Conversaron durante largo rato y el joven pretendiente, al despedirse, la prometió que iría todos los días a verla y a colmar sus anhelos con los más ricos presentes a su alcance. Los padres y hermanos de la pastorcita recibieron con inmensa alegría el conocimiento de aquellos amores. En la vida familiar de la cabaña pastoril eran motivos de gozo los comentarios en torno a la felicidad de la joven adolescente. El zagal enamorado iba todos los días a verla cargado de delicados obsequios para probarle la sinceridad de sus pretensiones.
Sus coloquios amorosos transcurrían sin ningún contratiempo para la feliz pareja. Se acercaba ya el día señalado para la boda cuando el feliz enamorado observó que otro gallardo pastor rondaba la cabaña de la zagala de los rizos de oro.
- Le mataré si es preciso antes de que me robe mi felicidad – exclamó para sí con coraje el joven prometido.
Y empezó a vigilar la conducta de su rival para persuadirse de si su novia le hacía traición. El nuevo pretendiente rondaba sin descanso la cabaña de la linda pastorcita y entonaba con su flauta melodías pastoriles para declararla su amor.
Los celos brotaron coléricos en el alma del prometido de la zagala. Temió ser desplazado por su rival. Se figuró que su novia le habría dado motivos al nuevo pretendiente para rondarla de aquel modo tan insistente.
Y un día, ciego de ira, cuando su rival entonaba una melodía pastoril junto a la cabaña patriarcal, se arrojó sobre el mismo y lo dejó muerto de un garrotazo. La linda pastora, que oyó el terrible grito de dolor que dio el agredido al expirar, salió corriendo de su casa y, al contemplar la trágica escena, exhaló una exclamación de horror.
El agresor, loco de celos, interpretó la exclamación de espanto de su amada como su fuera cierto lo que sospechaba su exacerbada fantasía. Entonces, ciego de ira, descargó otro mortal garrotazo sobre la zagala de los rizos de oro, dejándola muerta junto al otro cadáver.
Eran los tiempos en que todavía estaba vigente la costumbre del “ojo por ojo” y “diente por diente”. Los miembros de una familia que habían recibido una ofensa tenían el deber de lavarla con sangre para borrarla. Aquellos espantosos crímenes dividieron a los pastores de la comarca en dos bandos contendientes.
Una delegación de la estirpe ofendida fue a parlamentar con otra de sus adversarios. Separadas por una raya hecha en el suelo se enfrentaron ambas comisiones.
- Os exigimos que nos entreguéis el delincuente – alegaron los agraviados – para imponerle el castigo que merece.
-Si hiciéramos esto, quedaríamos deshonrados para siempre- contestaron los aludidos.
-En este caso, estos campos se teñirán de sangre hasta que caiga en nuestras manos el agresor-
-Si queréis la guerra, guerra tendréis hasta exterminaros.
-¡La guerra!, ¡la guerra! – gritaron con coraje los que habían recibido la ofensa.

Y se declararon solemnemente la guerra sobre la raya marcada en el suelo. Las abruptas faldas del Guadarrama fueron testigos de la espantosa lucha entre los pastores de la comarca en la guerra entablada sin cuartel. Un día al anochecer, cuando más recia era la batalla, después de haber luchado desde el amanecer, sin descanso para retirar los heridos, se desencadenó una terrible tormenta.
Bramaban las crestas del Guadarrama. Temblaba la montaña. Las culebrinas ensortijaban la desnuda naturaleza, estremecida de angustia. Los truenos retumbaban como vozarrones volcánicos. Sin embargo, tan encorajinados seguían los guerreros de ambos bandos, que ni el espanto de aquella horrorosa tormenta, que parecía el anuncio del juicio final, les había hecho cesar en su sangrienta batalla.
De repente cesó la tormenta, se hizo el silencio. Los combatientes se quedaron sorprendidos del fenómeno atmosférico. Y desde las alturas celestiales se oyó una voz que retumbó en las faldas de la montaña:
- ¡Miserables! Vuestras pasiones humanas han convertido estos campos idílicos en tierras malditas.
- ¡Solo ella era inocente! Cesad en vuestra lucha y la linda pastora tendrá una tumba en esta montaña que durará tanto como el mundo.
Al dejarse de oír la voz del cielo se estremeció la tierra, tembló la montaña, se produjeron unos ruidos ensordecedores y en el lugar de la lucha se configuró una enorme mole de granito con la figura de una mujer muerta, que ha perpetuado la memoria de aquel suceso. Es la sierra de “La Mujer Muerta”.
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jueves, 8 de marzo de 2018

Virgen de la Cruz (Escalona del Prado, Segovia)


Conserva una leyenda que se refiere a 1499 cuando a una joven piadosa, rústica y buena de nombre Juana, que recogía hierba, se le apareció una virgen por tres veces pidiendo que le edificasen un santuario. Al acceder las autoridades brotó una fuente, que se llamó Fuente Santa.


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La Sábana Santa y sus viajes (Escalona del Prado, Segovia)


Según cuenta la leyenda, del todo rocambolesca, era el primer paño que envolvió a Jesús al nacer y fue una donación de 1297 a la catedral del mercader de la ciudad Arnau Solsona, que la tenía en su poder porque tras ser capturado junto a su mujer Elisenda y su hija Guillamona por el rey de Túnez en una incursión en Mallorca, y después de que éste tomara como esposa a la joven, ella aprovechó su situación de privilegio para descubrir los tesoros del palacio, entre los que estaba la reliquia, que había sido traída desde Jerusalén después de que Saladino se la regalara al monarca tunecino, la robó y se la entregó a su madre, que de vuelta a Lérida, poco antes de morir, le confesó a su esposo que la tenía y éste la entregó a la catedral, donde comenzó a ser venerada tanto por peregrinos como por las monarquías aragonesa y española, de ahí que la Cofradía de Santa María y el Santo Pañal se convirtiera en Real Cofradía, hasta su desaparición después de haber sido depositada en el Banco de España durante la Guerra Civil. Lo que sí se conservan todavía son unos pocos hilos en el Museo Diocesano, donados por la familia Puig, que los tenía porque se los había regalado un canónigo de Lleida por haber guardado la reliquia durante la Invasión Francesa, y otros pocos más en la parroquia de san Zoilo de Escalona del Prado, en Segovia, donde llegaron por una donación de fray Pedro de la Cruz, que los había recibido del conde de Peñaranda, que a su vez los tenía porque Felipe IV se los había cedido, que los tenía porque se los había cambiado al rey Leopoldo por un fragmento de la Veracruz. 


miércoles, 7 de marzo de 2018

El niño desnutrido (Encinillas, Segovia)


Una mujer del pueblo llevó a su hijo recién nacido al médico, porque el niño no cogía peso. El médico dijo que el niño estaba desnutrido y que no se alimentaba. La madre contestó que eso era imposible, que ella le daba el pecho todas las noches y le sentía succionar. 

La vida del niño corría peligro; los vecinos del pueblo se preocupaban y pensaban que ocurría algo, por lo que una noche, antes de que la madre alimentara al niño, echaron cenizas por el suelo del cuarto. Cuando entraron vieron por el suelo el rastro de un reptil, que llegaba hasta donde estaba la madre.

A la noche siguiente esperaron al reptil y le mataron. Era una culebra común, de las muchas que había por el pueblo.

También observaron que mientras ella se alimentaba del pecho de la mujer, metía su cola en la boca del bebé para que no llorara. 

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Origen del nombre (Duruelo, Segovia)


El término Duruelo tiene orígenes tanto de  la época celta como romana. Así el prefijo DUR, es un concepto celta, que significa AGUA y el sufijo UELO, viene del latín “ulus”, que significa PEQUEÑO; por lo tanto  nos encontramos que Duruelo  significa “aguas pequeñas”.

Por los documentos encontrados su origen hay que buscarlo en la época medieval (siglos X-XI), durante el periodo de la reconquista. Duruelo sería colonizado por repobladores de zonas de Burgos y Soria, que vinieron a asentarse  a este lugar, que entonces era zona  de lucha contra los musulmanes y como toda zona de guerra se encontraba deshabitada. Así el nombre de Duruelo se lo darían colonizadores de la zona de Duruelo de la Sierra en Soria.


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Origen del nombre del pueblo (Cuevas de Provanco, Segovia)


Parece ser que el nombre se refiere a la cantidad de cuevas existentes; y su apellido, al que se supone que fue su repoblador, Pedro Blanco. En 1123 aparece nombrado únicamente como 'Covas', mientras que ya en el siglo XVIII pasó de 'Cuebas de Pero Blanco' a su la unión del apellido y la denominación actual , Cuevas de Provanco.

Cuevas de Provanco

Penta (Cuevas de Provanco, Segovia)


Por aquellos tiempos la vida discurría tranquila en el valle, que se sentía seguro a la sombra del castillo que se alzaba en la cumbre del cerro.
El rey moro que lo habitaba se había casado con una cristiana y del matrimonio nació una preciosa hija a la que pusieron el nombre de Penta.
Esta, al crecer, se convirtió en una muchacha bellísima y de todas partes acudían nobles y príncipes pidiendo su mano. El rey apremiaba a Penta para que eligiese marido entre aquellos pretendientes pero la muchacha, a quien su madre había enseñado las verdades de la religión cristiana y la historia de los ermitaños que se retiraban de la vida mundana en busca de perfección, solo aspiraba a recluirse en una cueva solitaria y rechazaba todas las proposiciones.
Enfurecido, el rey accedió finalmente a los deseos de su hija y autorizó su retiro pero prohibió que se la diera de comer, esperando que el hambre venciera su obcecación y su resistencia al matrimonio, pero allí se manifestó la bondad del Señor y durante muchos años las palomas del valle se encargaron de alimentar a Penta con los granos de trigo y frutos que transportaban con sus picos. Penta vivió santamente y el castillo del rey moro, cuando este murió quedó vacío y sus torres, vencidas por el tiempo,se vinieron abajo. De eso hace ya muchos años, pero en la cueva que hay en la ladera del monte "la Cueva de Santa Penta", y en los desmoronados muros que todavía pueden verse en lo mas alto del cerro que domina el pueblo, permanece su recuerdo.


martes, 6 de marzo de 2018

La posada de la estrella (Cuéllar, Segovia)


 Cuentan las gentes de Cuéllar que antes de edificarse esta casona que alberga el Apartahotel Santa Marina, se ubicaba en su lugar un caserón de los antiguos, propiedad de un hidalgo de la villa que tras involucrarse en varias revueltas fue desposeído de todos sus bienes, entre los que se encontraba esta casa, que a partir de entonces se convirtió en posada, para dar morada a los viajeros que sus pasos trajeran hasta esta villa castellana.
   A lo largo de los siglos pasaron por ella muchas gentes de muy variada condición: señores, hidalgos, curas y frailes, soldados, peregrinos, buhoneros, arrieros, amantes, recién casados, mendigos, tratantes y feriantes, gentes de la farándula, pobres y ricos. Quienes pregonaron por otras tierras el bienestar de sus estancias, cocina, bodega y establos y pronto adquirió fama: la posada de La Estrella de la villa de Cuéllar.
   Muchos años y siglos pasaron en los que la posada La Estrella daba cobijo en sus aposentos a propios y extraños que en su caminar hacían fonda en Cuéllar, hasta que posada fue perdiendo esplendor y fue languideciendo, quedando el caserón en desuso.
   En el siglo XIX, llego a la villa un joven industrial, don Feliciano Quemada, quien compró la antigua posada y construyó en su lugar una nueva casa de estilo modernista propia de la burguesía de la época, para vivir en ella con su esposa.
   Ha querido el tiempo, que tras muchos años, los nuevos propietarios del edificio, haya decidido albergar en él una nueva hostería, en este caso en forma de apartahotel, volviendo a dar a la propiedad el mismo uso que ha tenido durante muchos tiempos, alojando en sus aposentos a cuantos viajeros se acerquen a Cuéllar.

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La Campana (Cubillos, Segovia)


Hace 200 años, encontraron una campana entre los términos de Cubillos y Valcabado, ambos pueblos se la disputaban y como no llegaban a un acuerdo, sus respectivos representantes decidieron que cada pueblo llevaría un animal, el que quisieran,el cual tiraría por la campana y para el lado que tirara dicho animal para aquel pueblo sería la campana.

Los de el pueblo de Valcabado eligieron el mejor de sus bueyes mientras que los habitantes de Cubillos, con su mayor picardía, eligieron una vaca que estaba recien parida y habia dejado su ternero en Cubillos.

Llego el día señalado, los representantes de cada pueblo engancharon su animal correspondiente. y la vaca tiró para Cubillos donde había dejado a su criatura y el buey logicamente detrás de la vaca.

Por lo tanto la campana fué para el pueblo de Cubillos, la cual actualmente se oye.

Cuenta la tradición que la campana fué hallada sin badajo y que los habitantes de Cubillos le hicieron uno, de ahí la tradicional frase "¡Oh campana, campana jordana! si tú badajo tuvieras, en la morería te oyeran."


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lunes, 5 de marzo de 2018

Castillo de Castilnovo (Condado de Castilnovo, Segovia)


Cuenta la historia que en el siglo XV, el rey de Castilla, Juan II, regaló el Castillo a su persona de confianza, Álvaro de Luna, que fue quien lo hizo una de las más importantes transformaciones hacia el estilo mudéjar al alternar la mampostería y el ladrillo. Cuando Álvaro de Luna murió, este fue entregado por el Rey Enrique IV a Juan Pacheco, su hombre de confianza..
Los Reyes Católicos, lo convirtieron en residencia palaciega y se lo regalaron como dote a su sobrina Juliana de Velasco y Aragón, pasando a ser propiedad de los Condestables de Castilla desde 1557 y, cuenta la leyenda, que en el Castillo de Castilnovo estuvo alojada Juana la Loca tras la muerte de su marido.
En el siglo XVI albergó, como rehenes, a los hijos del Rey de Francia, Francisco I, tras la batalla de Pavía y, ya en el año 1859, el Príncipe Alemán Hohenzoller, entonces propietario de la fortaleza, lo vendió a José de Galofré, secretario y pintor de la reina Isabel II, quien lo restauró (pues se encontraba en ruinas) y, en esta restauración se modificó la fachada norte y se construyó el ala sur del Patio de Armas, con estilo isabelino.
La última reforma fue realizada por los Marqueses de Quintanar quienes encargaron al arquitecto Cabello la arquería neoclásica del patio y la construcción de una plataforma en la fachada norte para elevar el acceso.
Esta fortaleza-palacio es, por lo tanto, una amalgama de estilos arquitectónicos que se van superponiendo según quien vive en él y los tiempos que corren. Destacan las torres, tres cuadradas y tres cilíndricas, adornadas con muchos balcones y, los muros, de sillería con ladrillos mudéjares y calicanto.
El monumento fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1931 y ahora, al ser una propiedad privada, no puede ser visitado, de hecho, hasta hace pocas fechas ha estado en venta de nuevo, pidiéndose por él la cantidad de 15 millones de euros como llegaron a publicar varios diarios nacionales.

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Castillo de Coca y marqués de Cenete (Coca, Segovia)


Coca no se llama así por ningún refresco azucarado ni mucho menos por una estimulante sustancia blanca de origen andino sino porque ya existía desde la Antigüedad una ciudad a la que los textos clásicos aluden como Cauca y que los romanos ocuparon en su expansión peninsular; fue la cuna de Teodosio el Grandeel último emperador del Imperio Romano unificado. Luego su historia se vuelve etérea hasta dos momentos del Medievo, uno cuando el rey Alfonso VI funda la Comunidad y Villa Tierra de Coca (siglo XI) y otro cuando el marqués de Santillana cede el lugar en una permuta por la villa de Saldaña al obispo de Sevilla Alonso de Fonseca y Ulloa (siglo XV). Fue esta familia la que obtuvo del monarca Juan II el permiso para erigir un castillo en las afueras, aprovechando la protección que proporcionaba un meandro del río Voltoya. Las obras se llevaron a cabo con una rapidez poco común, apenas una veintena de años entre 1473 y 1493.
Atención al apellido Fonseca porque juega un papel fundamental en la historia del citado marqués de Cenete. Don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, que así se hacía llamar tras haber incorporado a su apellido el del Cid para darse aún más lustre, era el prototipo de caballero de aquella época de transición de la Baja Edad Media a la Moderna, cortesano modelo, guerrero consumado y, ay, galán impenitente cuyas conquistas -no sólo las militares- eran la comidilla de toda la nobleza hispana. Pero el marques, viudo, se enamoró de la doncella equivocada: María Fonseca, sobrina del obispo que adquirió el castillo; le debió dar fuerte porque se dice que por ella renunció a casarse con la mismísima Lucrecia Borgia. El caso es que los Fonseca se negaron a autorizar aquella relación y el propio rey Fernando ordenó el matrimonio de María con otro hombre, confinándola tras los muros cuando se negó y obligándola a contraer nupcias con o sin su aquiescencia. María, casada, pasó de un lugar a otro; entre ellos Coca, que para eso era una propiedad familar.
 Lo primero que ve un visitante al llegar al castillo es la espléndida silueta que parece más un decorado de película fantástica. Al contrario que en otros sitios, aquí predomina visualmente las líneas horizontales sobre las verticales porque el complejo no se asienta sobre un cerro, como suele ser lo típico, sino sobre un falso llano con cierto escarpe por la parte trasera. O sea, que es una percepción algo engañosa porque cuando uno se acerca se percata de que las almenas y torreones del castillo tienen una altura mucho mayor de lo que parece de lejos y, encima, el foso los agranda todavía más. Si a alguien le queda aún alguna duda, le sugiero darse un paseo por los adarves, con el tejado del patio a un lado y el abismo al otro, bajo las sombras que producen la mole imponente de las torres.
Sus constructores fueron alarifes (arquitectos) sevillanos bajo la dirección del maestro Alí Caro, un experto en arquitectura defensiva, por eso el estilo elegido es una combinación de gótico y mudéjar, con el mencionado ladrillo como material básico, si bien usa igualmente piedra caliza en ciertos sitios. Aparte del enorme foso exterior con puente y reja, dispone de dos recintos amurallados concéntricos. En el segundo, donde se ubica el patio de armas, se alza la torre del homenaje, por cuyas plantas se distribuyen dependencias diversas que se comunican mediante angostas escaleras de caracol y pozos con enjarretado: capilla, calabozos, patio renacentista, sala de armas… Esta última presenta una bonita decoración ojival, con bóveda nervada en forma de estrella, estucos, mosaicos y pinturas.
 No fallan las inevitables armaduras dando ambiente y una sala con acústica extraordinaria que permite oir desde un extremo lo que se habla en voz baja desde el otro. Tampoco la siempre sugestiva mazmorra, que en realidad parece ser que se trataba más bien de un almacén; lo que no quita que pudiera usarse como cárcel en un momento dado y si había un inquilino para ello; eso sí, si era de alcurnia el castillo entero era la prisión, como pasaría en 1645 con el duque de Medina Sidonia cuando fue acusado de pretender proclamarse rey de Andalucía. 
Por otra parte, aquel también fue escenario de virulentos combates, como cuando los comuneros intentaron asaltarlo infructuosamente en 1521 o cuando las tropas napoleónicas prácticamente lo destruyeron en 1812, aunque el estado de ruina lo redondeó veintiséis años más tarde el administrador de la Casa de Alba (a la que pertenecía desde el siglo anterior) al vender sus materiales nobles por lucro personal; su aspecto actual, de hecho, es fruto de una reconstrucción de los años cincuenta, pues al fin y al cabo estaba -está-catalogado como Monumento Histórico Nacional.
En 1502, rabioso y frustrado, Don Rodrigo se dedicó a propagar el rumor de que el nuevo marido era bígamo e intentó una incursión contra el castillo para raptar a su amada en la que estuvo a punto de perder la vida cuando fue rechazado de forma contundente, a base de aceite hirviendo por el matacán. La reina Isabel, siempre preocupada por evitar escándalos en su reino, intervino entonces para poner fin a aquella historia, recluyéndole a él en el castillo de Cabezón. Pero los amantes eran pertinaces y en 1506, para estupor de todo el mundo, el marqués se llevó a Maria del Monasterio de las Huelgas, donde la habían internado al quedar viuda, y la desposó en Coca. Su insistencia tuvo premio: al año siguiente el rey regente Fernando tiró la toalla y terminó autorizando el enlace, aunque ella fue desheredada por los suyos. Nada comparado con el pasar a la posteridad a través de crónicas, canciones galantes… y blogs.


domingo, 4 de marzo de 2018

La cueva del milagro (Castroserna de Abajo, Segovia)


Cuentan que estaba el zagal cuidando del rebaño cuando, de repente, se le apareció la Virgen con un niño en la mano izquierda y una flor en la derecha. Obnubilado e incrédulo ante lo que veía, el niño se quedó parado hasta que María le habló y le dijo que en la cueva encontraría su imagen y que se lo comunicase a sus padres para que la devolviesen al lugar en el que, antes de la invasión arábiga, se la profesó culto.

El pequeño se adentró en la gruta y, allí, maravillado, halló la imagen. Intentó llevársela a casa para enseñársela a sus padres, pero fue inútil. La virgen regresaba a la cueva. Sin pruebas de la milagrosa aparición, al pequeño pastor le costó más de un intentó convencer a sus padres para que acudiesen al lugar. Su empeño dio resultados y, finalmente, su progenitor acudió a la cueva y comprobó que allí se encontraba la imagen, como le había dicho su hijo.

Maravillado también por lo que había visto, corrió a comunicar lo ocurrido al párroco y a las autoridades de Castroserna de Abajo. Comenzó la devoción y veneración a la imagen de la Virgen de los Remedios, que ahora alcanza su máxima expresión el último domingo de septiembre. Incluso de otros pueblos acude la gente a participar en el rosario y la procesión acompañando a la patrona sobre su carroza, adornada con docenas de flores.

Incluso hace años era una auténtica romería en la que muchos, después de la misa matinal, se quedaban en la pradera de la ermita a comer y esperar el emotivo momento de la procesión, en la que no faltan las jotas, los paloteos y la subasta de los cordones de la carroza para ver qué devotos devuelven a la patrona al templo, la colocan en el altar y en el trono.
La cueva del milagro

Virgen de la Estrella (Casla, Segovia)


Entre ellos, se halla la leyenda o el milagro surgido a raíz de la aparición de la que entonces se denominó Nuestra Señora del Estepar, por haber sido encontrada por un pastor junto a una estepa verde. Según se cuenta, la imagen mariana se resistió a ser trasladada a un pueblo vecino, de manera que desaparecía al traspasar el límite del término municipal casliego para ser encontrada de nuevo en su lugar de origen, donde se construyó su ermita. El Cronista Oficial de Casla trae también a la memoria los exvotos ofrecidos a la Virgen y las promesas cumplidas por muchas personas, al atribuir a su intercesión la respuesta favorable a un ruego o la curación de una enfermedad. Por último, subraya dos acontecimientos relacionados con la creencia en la intervención de la Patrona del lugar para evitar o disminuir los daños causados por las tormentas. El primero, ocurrido el día 12 de julio de 1885 y representado en un cuadro que se conserva en la ermita, consiste en la salvación de cuatro hombres sobre los cuales cayó un rayo sin ocasionarles daño alguno. El segundo data del 6 de junio de 1950, fecha en la que otro rayo alcanzó a tres mujeres (Goya, María y Paca), quienes sanaron de sus graves heridas. Las personas afectadas en ambos casos invocaron a la Virgen de la Estrella.
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Valentín y Engracia (Caballar, Segovia)


La leyenda dice que, muerto San Frutos, sus hermanos abandonaron el Duratón para ir a vivir a Caballar, donde fueron decapitados por las tropas invasoras, arrojando las cabezas a una fuente, que desde entonces recibió el nombre de Fuente Santa.
Las dos calaveras han sido las protagonistas durante siglos de las famosas “Mojadas de Caballar”. Cuando ha apretado con fuerza la sequía las reliquias han sido trasladas en procesión, lejos en el tiempo de esta tradicional romería, hasta ese mismo lugar para ser sumergidas en la fuente y lograr la ayuda divina en que aparezcan las lluvias. La última mojada data de principios de los años noventa.

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