En muchas poblaciones se cuenta que hay un túnel que va de un lugar a otro que era utilizado para escapar en caso de peligro. Pues bien, en Lorca dicen que hay un túnel que va desde el castillo hasta el Santuario de la Virgen de las Huertas, sin duda un largo trecho, e incluso hay gente que apunta que conoce a alguien que lo ha recorrido. La existencia de albollones o conductos de desagüe en las poblaciones ha alimentado estas historias o leyendas sobre misteriosos pasadizos subterráneos.
viernes, 24 de noviembre de 2023
jueves, 16 de noviembre de 2023
Las Terreras (Lorca, Murcia)
Una leyenda cuenta que los niños no podían acercarse a una mina cercana a este paraje pues había allí una dama encantada. Si hablabas con esa mujer, cambiaba su espíritu y la persona quedaba atrapada en el de ella. Estas leyendas de encantos y hechizos son comunes en otros muchos lugares. Por ejemplo, en la pedanía de Coy, cerca de Las Terreras, se narra que de una cueva sale una mujer rubia, de cabello largo y muy bella para peinarse con su peine de oro en la Fuente de Coy, y cuando miraba a alguna persona la dejaba encantada.
La Paca, doña Inés y don Gonzálo (Lorca, Murcia)
Se dice que el origen del nombre de estos lugares proviene de la relación que D. Gonzalo Musso, hombre de familia nobiliaria casado con doña Inés García de Alcaraz, también de alta alcurnia, mantuvo fuera del matrimonio con una mujer de nombre Paca, una modesta posadera que vivía en las tierras altas de Lorca. Quiso este señor dar a su amante casa y tierras, pero con la prudencia oportuna para que no se airearan sus escarceos amorosos. Según esta historia o leyenda son estos tres personajes los que dieron nombre a las pedanías septentrionales de La Paca y Doña Inés, así como al paraje de D. Gonzalo. La historia, aunque ingeniosa, no es veraz, como revelan rigurosos estudios sobre la toponimia de estos lugares: ni doña Inés casó con don Gonzalo Musso, ni la Paca fue amante de este.
sábado, 4 de noviembre de 2023
El Cristo del Carbón (Lorca, Murcia)
En 1578 dos mercedarios que caminaban por la calle encontraron a un hombre desmayado sobre el suelo y lo llevaron al convento. Se llamaba Juan Redón, un soldado que se había alistado en el tercio viejo o roto de Lorca (llamado así por el desgaste de las vestimentas de los soldados como consecuencia de las largas campañas) con el que marchó a Flandes, y que, hasta entonces, pasaba los días en la portería del convento pintando con carbón un crucificado dolorido y triste. Estando en Madrid, se vio envuelto en una pelea y su atacante resultó muerto. Desde entonces, el rostro de aquel infeliz se le aparecía continuamente, y cuando pintaba reproducía su cara una y otra vez.
Juan volvió a Lorca e ingresó como lego en el convento de la Merced para redimir su pecado. Una noche que estaba encendiendo las lámparas de las hornacinas y retablos, al llegar a la portería donde estaba el Cristo que había pintado, escuchó: ¡asesino! Se giró para verlo y la cara no era la que él había pintado tiempo atrás, sino la de su víctima, el joven madrileño. El lego pidió perdón, pero el Cristo le volvía a decir: ¡asesino! Con un tizón del brasero borraba una y otra vez la cara de Cristo, pero el rostro de aquel muchacho volvía a aparecer. El hermano Juan se desplomó y murió. Desde aquella tarde vaga por el claustro del convento de la Merced un fraile loco, pero tranquilo y afable.
Carta de Alonso Fajardo a Enrique IV (Lorca, Murcia)
Alonso Fajardo, «el bravo» para unos y «el malo» para otros, que logró contra los musulmanes granadinos la célebre victoria en los campos de los Alporchones el día de San Patricio de 1452, es también recordado por una carta que en 1461 envió a Enrique IV de Castilla mientras se encontraba sitiado en Caravaca, que denota fuerte personalidad y elevada cultura, como señala el historiador Torres Fontes. «O Rey muy virtuoso, soy en toda desesperación por ser así desechado de vuestra Alteza. Soez cosa es un clavo, y por él se pierde una herradura, y por una herradura un caballo, y por un caballo un caballero, y por un caballero una hueste, y por una hueste una ciudad y un reino».
Privilegio de los homicianos (Lorca, Murcia)
El castillo de Xiquena, de origen islámico, situado sobre un risco en el valle del río Corneros, fue tomado en 1433 por las tropas castellanas. Era tan difícil vivir en la vanguardia de la frontera que Enrique IV de Castilla dictó un privilegio de homicianos que permitía redimir sus delitos a los criminales que poblaran villas y fortalezas expuestas al peligro. Esto fue origen y causa del popular dicho «mata al Rey y vete a Lorca». Si eras noble y lograbas sobrevivir seis meses y un día, quedabas libre de cualquier pena; si no eras noble, la pena ascendía a un año y un día.
Boabdil (Lorca, Murcia)
Boabdil «el chico» se vio obligado a huir de Granada junto a su madre Aixa, pues su tío «el Zagal» quería hacerse con el poder del Reino Nazarí. Los engañaron para que marcharan a Almería, pero Boabdil había sido advertido de la trampa. Huyó hasta Vera desde donde envió emisarios a Lorca para solicitar ayuda y hospedaje al alcaide del castillo, quien accedió alojando en la torre Alfonsina al último rey de Granada.