En
Lubián, un pueblo de la comarca de Sanabria; el &úacute;ltimo habitante del
pueblo, pobre y muerto de hambre accedió al trabajo de alguien que resultó ser
el demonio. Que le mandó tres trabajos, sino nos realizaba, a cambio, se
llevaría su alma.
Primer
trabajo, amaestrar un caballo salvaje, que fue ayudado por la hija del demonio,
Blancaflor, que dijo que cansara al caballo, que en realidad era su padre,
disfrazado de demonio.
Segundo
trabajo, recoger hojas quemadas en un carro, fue también ayudado por la hija,
que le suministró un líquido, que unió las hojas.
Tercer
trabajo, conseguir una sortija del fondo del mar, fue, otra vez ayudado, por la
hija del demonio, que le pidió que la troceara y la tirara dentro de un caldero
al agua, volvió a conseguir salir bien del trabajo. La hija, que se quiso fugar
con el hombre para evitar que su padre les matara a los dos porque se enteró
que le había ayudado en los trabajos. La hija había preparado una treta
poniendo dos pellejos de vino en la cama simulando a los dos, y luego
escaparían con un caballo flaco (que era el pensamiento); él hizo lo contrario
y trajo el caballo gordo, entonces su padre los descubrió y fue tras ellos. La
hija tiró una horquilla y formó una barrera. El padre retrocedió en el intento
de perseguirlos pero su mujer le aclaró que si hubiera cerrado los ojos hubiera
pasado, volvió otra vez el padre a perseguirlos y encontró a un vendedor con
naranjas, desistió otra vez en el intento y volvió a casa. La mujer le descubre
otra vez el engaño y le dice que eran ellos disfrazados, vuelve otra vez al intento
y encuentra una ermita y un ermitaño, desiste otra vez volviendo a casa y la
mujer le descubre otra vez diciéndole que eran ellos dos disfrazados,
finalmente abandona el perseguirle.