lunes, 12 de octubre de 2020

Santa Cruz (Abanilla, Murcia)

 Las fiestas de Moros y Cristianos de Abanilla vienen celebrándose desde mediamos del siglo XVII. En estas fiestas se rememoran unos curiosos acontecimientos ocurridos durante la Reconquista: la aparición de la Santísima y Vera Cruz de Abanilla.

Durante la Reconquista, los reinos cristianos de Aragón y Castilla, iban ganando terreno a los musulmanes. En estos avances, no era raro que ambos ejércitos cristianos se enfrentaran entre sí, al coincidir sus intereses.

Así ocurrió en Abanilla. En la batalla de la Matanza se enfrentaron sendos ejércitos aragoneses y castellanos, Pedro IV El Ceremonioso rey de Aragón fue derrotado y en su huida acampó en Abanilla, a orillas del río Chícamo.

Según cuenta la tradición, en un huerto de Mahoya junto al río, unos soldados aragoneses dejaron olvidado un estuche en cuyo interior se guardaban dos astillas de la Cruz de Cristo. El relicario pertenecía al arzobispo de Zaragoza, que solía acompañar al rey de Aragón en sus campañas.

La cruz fue encontrada por unos campesinos y la entregaron al cura de Abanilla, el cual la colocó en el altar mayor de la iglesia de San José, para que recibiera culto.

Abanilla Murcia Sierra de Abanilla 300x225 Leyenda de la Santa Cruz de AbanillaMisteriosamente, la cruz desapareció hasta dos veces y era encontrada en el mismo sitio donde los labradores la habían hallado. De este modo se decidió levantar una capilla en ese lugar de Mahoya, junto al río Chícamo. Y este es el origen de la ermita de Mahoya.

Para que la cruz no se “escapara” más hasta este lugar en el río, se iniciaron las romerías de la Santa Cruz de Abanilla que consisten en llevarla desde la iglesia de San José hasta la ermita de Mahoya.

Existe un documento que prueba la existencia de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Abanilla desde el 1564. Los demás archivos y la propia Cruz original, desaparecieron durante los saqueos de la Guerra Civil.

El Lignum Crucis actual, como ocurre también con la Cruz de Caravaca, fue enviado por el Papa Pío XII en el año 1939.

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