Este
paraje, por el emplazamiento y los restos hallados en él, se cree fue poblado
por alguna tribu celtíbera: aún se conserva la muralla que atraviesa de una
lado a otro este cerro convirtiéndolo en una fortaleza inexpugnable (hoy la
pared que allí se conserva, se la conoce como la "pared de los siete
dobleces"). Pues bien, cuentan que en las tardes soleadas del invierno, y
cuando el baile del pueblo estaba en el "Egido", se asomaban los
moros que habitaban aquí, al cerro de Carratorca, desde donde contemplaban el
baile. Cuando alguno intentaba aproximarse a ellos, estos huían hacia dicho
paraje.
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