Cuenta la leyenda que el elevado cerro donde comenzaba este lugar mirando hacia la antigua Martia (Marchena), conocido hoy como Dehesa de Picota, se llamaba Cerro de la Fuente y en sus orígenes fue una especie de Monte Helicón que servía de inspiración a los poetas y que vertía sus aguas, a través de un costoso acueducto, en un inmenso lago donde -según la tradición mitológica- compartían sus diversiones y placeres las Musas y Héroes de aquel tiempo.
Cierto o no, la Fuente del Cañuelo siempre estuvo ligada a la historia local y su imagen centenaria se mantiene erguida y señorona en el vértice de los pagos El Padrillo y Doña Juana, al pie del camino de Marchena saludando a quienes llegan y despidiendo a los que se marchan de Paradas por la parte oriental.
Esta fuente que hoy se contempla solitaria, aunque remozada, fue durante los dos primeros tercios del siglo veinte uno de los pechos que amamantaron infinidad de cántaros, perrengues, orzas, lebrillos, cubos y calderas de cuantos vecinos de las inmediaciones acudían a su inagotable chorro para el sustento líquido. Lanzaílla, Cañuelo, Barranco, Nueva, Callejuelas, Laguna, Cantareros, Callejón, Larga… gozaron del privilegio del un agua que, si en su textura era algo gorda en comparación con las de sus hermanas Paterna y Birrete, por la estética de su planta y por la historia de su chorro constituyó el orgullo de Paradas y uno de sus rincones más queridos y alabados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario