martes, 7 de abril de 2020

Lucía (Santiago de Calatrava, Jaén)

Siendo el rey de Castilla Enrique IV, los moros de Granada hicieron varias incursiones sobre el Santo Reino de Jaén, talando los campos y desolando los pueblos a sangre y fuego, con mucho daño de personas y haciendas. Las correrías de los musulmanes flagelaban los poblados , incordiaban a sus moradores y amenazaban las murallas cristianas de la frontera. En una de ellas, los nazaries hicieron presa de una gran multitud de cristianos, llevándolos consigo a Granada como mercancía de esclavitud.
En la cuerda iba Lucía, una hermosa cristiana de cabellera rubia y de ojos azules. Vivía Lucia hasta la fatídica hora de su apresamiento en la Encomienda de la Peña de Martos. Llegado el contingente humano fue vendido. Un moro rico la compró y la violó; fruto de este vil acto Lucía quedó embarazada. La joven lloraba por no poder cristianizar al futuro niño y en el absoluto desamparo que quedaba postrada en el harén y alejada de su patria. Parió un hijo sano. Y una noche en la que aún convalecía del parto Lucia se adormeció y soñó que la mismísima María Santísima la tomaba en sus brazos con el niño en su regazo y la transportaba etéreamente hasta el Altar Mayor de la iglesia que había sido profanada de la Villa de Santiago de Calatrava: la bella señora la invitó a ofrecer su retoño al altar, y apareció Jesucristo ataviado con túnica talar y bautizó al niño. Sacándolo de la pila bautismal, la Madre de Dios, le impuso al niño el nombre de Mariano. Lucía se confortaba así en el sueño, pero cuando la joven madre desertó pudo darse cuenta que se encontraba realmente en la planta del templo de Santa María de la villa que la vio nacer.

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