La Carrera del Darro es uno de los rincones más bellos por los que pasear en esta ciudad, un paraje de visita obligatoria para cualquiera que quiera visitar Granada. Sin embargo, hubo un tiempo en que una zona de este río no era tan amena de visitar para quienes conocían esta leyenda…
En 1935 se inició una obra para construir un embovedado en este río, hecho con el cual mucha gente no estaba de acuerdo, pues temían que esta zona techada sirviese de refugio para ladrones y maleantes.
En plena construcción del embovedado, con muchos en contra de esto, se empezó a extender el rumor de que algo que no era humano residía en la nueva bóveda. Todo comenzó entre mediados y finales de julio de dicho año, cuando los vecinos de la zona empezaron a escuchar durante las noches una especie de gritos, alaridos, proveniente de las entrañas de la reciente construcción. Estos inexplicables sonidos obligaron a los vecinos a montar guardia en las entradas varios día, mientras la guardia de asalto y la policía recorriendo la bóveda, nadie pudo encontrar el origen del extraño fenómeno.
Existen rumores de gente que decía haber visto un ser que poco tenía de persona, «un demonio, un aparecido que corría de un lado hacia otro del cauce y que parecía flotar en las tinieblas». Diversas versiones cuentan que un chaval vio una figura pequeña y deforme, otras que fue el párroco de la Iglesia de Santa Ana quien pudo divisar a dicho ser. Sea cual sea la historia real, lo que es indudable es el revuelo que se generó entorno a esto, asociando de por vida una leyenda como tal a un paraje tan emblemático.
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