La
leyenda de la advocación de la
Virgen de la Bella se remonta a finales del siglo XV. En concreto,
según un escrito del fraile
Fernando de San José(1673), al 15 de agosto de 1480, cuando unos frailes franciscanos establecidos en el
Convento de San Francisco del Monte, en las cercanías de la Torre del Catalán paseaban
por la orilla del Río Piedras,
a la altura del puerto de El
Terrón y vieron cómo se acercaba una barca con tres marineros.
Cuando
llegaron a la orilla los tres marineros pidieron a los frailes que custodiaran, sin abrirla, una caja que traían y
que ya pasarían a buscarla en otro momento. La gracia divina hizo que los franciscanos aceptaran la
misión encomendada por los marineros que nunca volvieron a volver a recoger la
caja.
A
medida que pasaba el tiempo aumentaba
la intriga sobre el contenido de la caja entre los frailes, hasta
que un día uno de ellos solicitó al cenobio que la abriera y este atendiendo su
petición abrió la caja y ante todos los hermanos apareció una talla de la
virgen con el niño. Ante la belleza de la misma todos exclamaron “¡Oh qué bella! ¡Es como la del cielo!”
La
noticia se extendió rápidamente y desde entonces la devoción a la Virgen Bella
se convirtió en una realidad y los fieles no dejaban de acudir al convento
franciscano a contemplarla, a rezar y a dar limosna. El nombre del convento deSan Francisco del Monte pasó
entonces a denominarse convento de Nuestra
Señora de la Bella y sus ruinas se mantienen delante de la Ermita en El Terrón las ruinas de
este convento.
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