La leyenda narra que una princesa mora se enamoró de un capitán cristiano. Un amor imposible de los tiempos de la Reconquista. La princesa cada día arrojaba una rosa a su capitán. Pero el soldado murió y la princesa pidió permiso para visitar la casa del cristiano del que se había enamorado. Le fue concedido el permiso y al entrar en sus aposentos descubrió que estaba lleno de las flores secas que ella le había lanzado.
La belleza de la leyenda merece el recuerdo y la pervivencia, pero el rigor histórico apunta a un origen más mundano y simple del nombre y a la vez más lógico. Es posible que su nombre se deba a la colocación en este lugar de un cuadro de la Virgen en este lugar tras la conquista cristiana de la ciudad, siguiendo la costumbre de cristianizar los lugares paganos con la presencia de imágenes sagradas. Esta imagen mariana aquí colocada tuvo precisamente la advocación de la Virgen de la Rosa y con ello dio nombre al arco almohade y la estructura defensiva adyacente.
La puerta en sí tiene forma de arco de herradura y está flanqueada por dos torres. Sobre 1430, Pedro Ponce de León, Señor de Marchena y Conde Arcos, la remodeló y colocó sobre ella el triple escudo que aún puede verse. El de los Ponce de León; el escudo papal, por la ayuda recibida en sus campañas por este noble y la columna que representa a la familia del Papa Martín V, valedor de los Ponce de León.
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