Un caudillo moro estaba enamorado perdidamente de
la dama cristiana poseedora del castillo de Consuegra. Este caballero,
cortejaba con gran insistencia a la dama, con la intención de unirse en
matrimonio con ella. La joven, con el fin de zafarse del acoso de su
pretendiente y con la intención de ganar tiempo, le prometió casarse con él con
la condición que hiciera llegar hasta su castillo el agua de un manantial que
estaba a cuatro leguas (unos 24 Kms.) de Consuegra, la conocida como Fuente del
Moro o Fuente Aceda.
El caballero moro, prendado de amor por la dama, asumió el reto y comenzó al momento la obra, que logró acabar en un tiempo inimaginable para la época. A todas luces, se presentaba como una empresa imposible y él lo había logrado. El musulmán terminó el acueducto y trajo el agua hasta una presa cercana al castillo, para retenerla allí y que pudiera se utilizada por los habitantes del mismo. La dama cristiana, al ver que se vería obligada a cumplir una promesa que nunca tuvo intención de mantener, se quitó la vida llena de rabia y despecho. El pobre caudillo moro despreciado, a pesar de su gran afán, se quedó sin dama cristiana, pero con un suministro inagotable de aguas limpias y saludables.
El caballero moro, prendado de amor por la dama, asumió el reto y comenzó al momento la obra, que logró acabar en un tiempo inimaginable para la época. A todas luces, se presentaba como una empresa imposible y él lo había logrado. El musulmán terminó el acueducto y trajo el agua hasta una presa cercana al castillo, para retenerla allí y que pudiera se utilizada por los habitantes del mismo. La dama cristiana, al ver que se vería obligada a cumplir una promesa que nunca tuvo intención de mantener, se quitó la vida llena de rabia y despecho. El pobre caudillo moro despreciado, a pesar de su gran afán, se quedó sin dama cristiana, pero con un suministro inagotable de aguas limpias y saludables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario