Cuenta
la leyenda que era joven, bella, rubia y de ojos azules. Tenía apenas quince
años y llegaba a la corte de Castilla y León para ser la reina y señora. Se
llamaba Blanca y era hija de Pedro I, Duque de Borbón, y sobrina del rey de
Francia Carlos V El Hermoso. Corría el año 1353 y hacía tres que Don Pedro de
Castilla reinaba como sucesor de su padre Alfonso XI. Entre los reinos de
Castilla y León y Francia se había establecido una alianza que se sellaba con
el matrimonio de doña Blanca y don Pedro I de Castilla. A la llegada de la
princesa francesa se celebró el matrimonio de manera inmediata, pero el feliz
acontecimiento podría tener desafortunadas repercusiones políticas debido al
escandaloso comportamiento del rey, éste repudió a la recién desposada
negándose a consumar el matrimonio, y dos días después partía para reunirse con
su amante, María de Padilla, con quien mantenía una relación desde hacía
tiempo.
Así
comenzaba el calvario de la joven reina que dado su valor político fue usada
tanto por unos como por otros según sus intereses particulares. En ausencia del
rey, se colegiaron en Tordesillas con numerosas huestes la madre del rey, Doña
María, su tía la reina viuda de Aragón, don Alfonso de Alburquerque, muchos
nobles afectados de Castilla, obispos y el Cardenal enviado por el Papa
Inocencio VI. Tomado por sorpresa, el rey no tuvo más remedio que claudicar y
fue obligado a jurar que volvería con Doña Blanca, quién por entonces estaba
encarcelada en Toledo, pero una vez libre se dedicó a vengarse de todos los
conjurados en su contra.
Fue
en busca de Doña Blanca y se la llevó a Sigüenza, donde la encárelo nuevamente
en una pequeña celda en el Castillo, sede del obispo. Por su comportamiento se
unieron en armas Francia y Aragón que apoyaron además a don Enrique de
Trastámara, hermano bastardo del Rey, contra don Pedro I. Temió don Pedro que
fuese liberada doña Blanca y decidió trasladarla a tierras de Medina Sidonia,
confinándola en una torre del Alcázar, que todavía existe y que se conoce como
la torre de doña Blanca. Era el año 1361 y doña Blanca moría asesinada a los 23
años por un disparo de ballesta, supuestamente por orden de don Pedro. Hay otra
creencia entorno a su muerte y es que se dice que murió envenenada, pero esto
es algo que nunca se supo probar.
Hasta
aquí es lo que cuentan la leyenda y las crónicas. Sin embargo, algo sí es
verdadero: testigos de los hechos ha sido el castillo de Sigüenza, actual
Parador de Turismo. Todavía puede verse en el mismo la celdita donde doña
Blanca fue encerrada. A su estrechez debe sumarse la incomodidad del lugar ya
que sólo contaba con una silla y una mesa como único inmobiliario. La celda de
doña Blanca está en el comedor que ha sido bautizado con su nombre y es uno de
los tres que posee el Parador.
Pero
doña Blanca no se liberó del sufrimiento a su muerte. Parece ser que ha vuelto
para residir nuevamente entre sus muros del castillo donde vivió su infeliz
matrimonio. Es verdad que cada castillo suele tener su historia particular y el
actual Parador no se escapa de ello. De hecho, circular el rumor de la
presencia de una energía, parece ser que femenina, y que ya se ha bautizado
como “el Fantasma de doña Blanca”. Así pues, el Castillo-Parador de Sigüenza ya
está ligado a lo que se conoce popularmente como “La Leyenda de Doña Blanca”.
Los responsables del Parador son conscientes de este hecho pero restan
importancia: si las gentes lo quieren creer así, está bien. Sin embargo, hay
huéspedes que se han quejado de una presencia que no saben bien qué es pero se
refiere a está como “fantasma”. No tiene forma precisa, se trata de una especie
de mancha blanca y luminosa que flota en el aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario