Según
cuenta la leyenda, del todo rocambolesca, era el primer paño que envolvió a
Jesús al nacer y fue una donación de 1297 a la catedral del mercader de la
ciudad Arnau Solsona, que la tenía en su poder porque tras ser capturado junto
a su mujer Elisenda y su hija Guillamona por el rey de Túnez en una incursión
en Mallorca, y después de que éste tomara como esposa a la joven, ella
aprovechó su situación de privilegio para descubrir los tesoros del palacio,
entre los que estaba la reliquia, que había sido traída desde Jerusalén después
de que Saladino se la regalara al monarca tunecino, la robó y se la entregó a
su madre, que de vuelta a Lérida, poco antes de morir, le confesó a su esposo
que la tenía y éste la entregó a la catedral, donde comenzó a ser venerada
tanto por peregrinos como por las monarquías aragonesa y española, de ahí que
la Cofradía de Santa María y el Santo Pañal se convirtiera en Real Cofradía,
hasta su desaparición después de haber sido depositada en el Banco de España
durante la Guerra Civil. Lo que sí se conservan todavía son unos pocos hilos en
el Museo Diocesano, donados por la familia Puig, que los tenía porque se los
había regalado un canónigo de Lleida por haber guardado la reliquia durante la
Invasión Francesa, y otros pocos más en la parroquia de san Zoilo de Escalona
del Prado, en Segovia, donde llegaron por una donación de fray Pedro de la
Cruz, que los había recibido del conde de Peñaranda, que a su vez los tenía
porque Felipe IV se los había cedido, que los tenía porque se los había
cambiado al rey Leopoldo por un fragmento de la Veracruz.
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