Los días transcurrían sin levantar sospechas y nadie se percató de que aquellos supuestos chicos en realidad eran niñas de once y doce años.
Pero llegaron las clases de gimnasia y en los vestuarios los chicos se empezaron a dar cuenta de aquellas figuras femeninas y fueron acusadas ante el profesor y el director del colegio.
Mientras decidían qué severo castigo les iban a imponer, las encerraron con llaves en una de las aulas. Pero jamás fueron liberadas de aquella prisión. Llegó la noche y las chicas aún permanecían encerradas en aquel extraño colegio.
Misteriosamente esa noche hubo un sospechoso incidente. El colegio comenzó a incendiarse y aquellas chicas murieron asfixiadas y quemadas.
Desde entonces, aquellos hechos tan siniestros quedaron impregnados entre las paredes de aquella macabra escuela.
Algunas personas aseguran haber escuchado gritos de niñas durante la noche, pidiendo auxilio desde el interior de sus aulas, como si volviese a repetirse una y otra vez aquel sospechoso incendio.
No sabemos con certeza si aquellos hechos realmente ocurrieron o no y posiblemente esta leyenda tan sólo fue un invento de unas adolescentes cuyo fin era asustar a los amigos pero, en cualquiera de los casos, preferimos dejarlo en suspense y catalogarlo como una leyenda urbana más de tantas otras que existen en cada barrio gaditano.
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