Cuentan las leyendas que en el pueblo de Huéneja, un día dos niños jugaban cerca de donde estaban las vacas que cuidaban en la sierra. En sus correrías vieron un peñón con forma de almirez, les asaltó la curiosidad y uno de ellos se subió para ver qué había allí, mientras el otro le ayudaba a mantenerse en lo alto.
En su interior había un alero, y al ser levantado por el niño dejó al descubierto un tesoro de monedas de oro. Tan sorprendido quedó el pequeño, al salir del interior del peñón, ocultó el hallazgo a su amigo y los dos regresaron al pueblo.
Pasados unos días, la familia del niño, recogió el tesoro y desaparecieron. Vendieron las vacas, se marcharon del pueblo y se llevaron el tesoro. Lo único que allí quedó fueron las marcas de las monedas incrustadas en la piedra.
Desde entonces se llama a esa zona “El Peñón del Tesoro”
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