lunes, 3 de diciembre de 2018

La caída del Grande (Osuna, Sevilla)

Aunque Pedro Téllez de Girón, tercer duque de Osuna, fue inquieto y disoluto en su juventud, no bien sentó plaza como soldado en los ejércitos de Flandes dio pruebas de un valor temerario y de una inteligencia poco común. En premio a ello, Felipe III vino en nombrarle virrey de Sicilia, en cuyo cargo, asistido por el gran Francisco de Quevedo, desarrollaría una de las gestiones gubernativas más brillantes y sagaces que registra la historia colonial de aquella isla.

Pero a pretexto, no del todo infundado, de que ejercía una política demasiado desentendida del poder central, con el advenimiento al trono de Felipe IV los envidiosos del duque se apresuraron a indisponerle con el nuevo monarca, acusándole de designios independentis-tas. No precisó más el despótico Conde-Duque de Olivares, arbitro ahora de la política española, para decretar la destitución y apresamiento del virrey.

La oprobiosa acción tuvo lugar el 7 de abril de 1621, día de Miércoles Santo. Cercado de soldados el palacio virreinal,dos altos dignatarios de la corte, don Agustín Mejía y el marqués de Povar, comunicaron así al duque la decisión real:
— Vuestra Excelencia sea preso por orden del Rey Nuestro Señor y de su Consejo de Estado.
Cariacontecido, pero digno, repuso el de Osuna:


— Por cierto, señores, que un portero del Consejo bastara, cuanto más tan grandes caballeros. Vamos donde Vuestras Excelencias tengan orden de llevarme, y pues estoy tan cojo como ven, denme licencia para que baje la escalera en mi silla.


Así fue conducido a España el prepotente Osuna; luego, tras tortuoso proceso, encerrado en la prisión de Alameda. Allí moriría, sin una queja, tres años después, en medio del más frío silencio administrativo. Sólo el valiente Queve-do reivindicaría su memoria en cuatro vibrantes sonetos, uno de los cuales, el más célebre, comienza así:


 Faltar pudo a su patria el gran Osuna, pero no a su defensa sus hazañas; diéron/e muerte y cárcel las Españas, de quien él hizo esclava la fortuna.

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