Granada tiene playa. Es más, tiene un clima costero que es conocido por ser tropical. El mar que baña la provincia granadina es un fenomenal lugar para ir a visitar no solo en verano sino también en invierno para relajarse con temperaturas más suaves que las que tiene por ejemplo la capital. Pero la playa granadina guarda muchos secretos que no todos conocen.
En el de hoy nos detenemos directamente en Salobreña. El bello pueblo costero que se levanta sobre un cerro tan alto como pequeño en extensión que sin embargo ha dado para construir un castillo y la parte más antigua de esta población. Pero ¿te has preguntado alguna vez por qué esa distribución geográfica?
Hace miles de años Salobreña no era lo que es hoy. Además de porque no había asentamiento fijo en esa zona de los humanos que habitaban la Tierra por entonces, no era lo que es hoy porque era una isla. Lo que rodeaba al cerro y al peñón que hoy todos conocemos era el mar. Es decir, que ni la playa de la Caleta ni el Portichuelo existían porque estaban sumergidas bajo las aguas del Mediterráneo.
Con el paso de los años, el río Guadalfeo fue erosionando el terreno por el que bajaba produciendo que lo que rodeaba al cerro y al peñón poco a poco fuese elevándose “construyendo” de manera natural la vega que hoy lo rodea y que está en peligro por los edificios que en los últimos tiempos se han construido. Pero antes de eso, el peñón llegó a ser un islote, algo más alto que en la actualidad, y al que solo se podía ir a nado o en barcaza.
El cerro sobre el que se asienta Salobreña llegó a ser una península y el entorno no tenía nada que ver con lo que es hoy. Por entonces lo que ahora conocemos estaba bajo el mar o apostado en las montañas por las que el Guadalfeo sigue su curso. Un trozo más de historia de nuestra tierra que seguro habría quienes no lo conocían.
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