Frente
a la entrada de la Iglesia de Corpus, un lienzo narra la leyenda de la
profanación de una Hostia por los judíos. El sacristán de San Facundo entregó
la custodia en la calle del Mal Consejo (todavía existente), y los judíos
quisieron echarla en una gran caldera hirviente. En ese momento la Hostia
empezó a volar por el aire y un terrible estallido provocó el hundimiento del
edificio. Desde entonces, en desagravio , se celebra la Fiesta de la Catorcena,
por las catorce parroquias que existían en la ciudad.
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