lunes, 2 de abril de 2018

La desaparecida Moclín (Pinarnegrillo, Segovia)


Cuenta la leyenda que hace cientos de años, el lugar que ahora ocupa el pequeño pueblo de Pinarnegrillo fue en su día una gran ciudad, conocida con el nombre de Moclín y hoy desaparecida.
Según narran, las dos familias más poderosas de la gran ciudad, estaban enfrentadas y entre sus problemas en una de sus luchas, la hija de una de las familias falleció.
Su cuerpo fue enterrado en uno de los parajes situados junto al municipio, conocido como El Temeroso, junto con legajos en los que se cuenta la historia de la ciudad, así como un cofre que guardaba todas las riquezas de oro de la familia.
La leyenda continúa explicando que sólo una persona elegida puede encontrar la tumba y el tesoro, y ese elegido puede ser cualquiera, aunque será inútil que ningún otro vaya a buscarlo. Igualmente se cuenta que si se tarda mucho en descubrir el tesoro, el oro que se enterró junto con la joven muchacha se convertirá poco a poco en plata, la plata en cobre y el cobre en plomo.
En la actualidad, el lugar del supuesto entierro, el Temeroso del Otero, es un bello enclave del municipio, por el que transcurre una senda que parte del puente sobre el río Pirón. Destacan las vistas desde lo alto. El temeroso del Otero fue un coto del Mayorazgo del Sello. En el año 1930 se lo compraron los colonos de Carbonero al Marqués de Altamira. En su término abundan los pinos albares y negrales, los rebollos y las encinas.
Con el tiempo la ciudad de Moclín conoció el despoblamiento y no fue hasta la reconquista cuando un nuevo asentamiento construyó lo que ahora se conoce como el municipio de Pinarnegrillo, o Pinar Negrillo, hasta hace unos cientos de años. Y parece que la historia podría volver a repetirse, puesto que, a pesar de los esfuerzos municipales por fijar población, el municipio se une a la larga lista en la que el descenso de vecinos es acusado año tras año.
La leyenda de la ciudad de Moclín podría tener mucho de realidad, puesto que en el municipio se realizó una excavación arqueológica en la que se obtuvieron numerosos resultados.
El descubrimiento comenzó de forma casual, al realizar las obras de infraestructura de un nuevo frontón para el municipio y se encontraron una serie de manchones o cenizales. Entonces la Junta de Castilla y León decidió contratar los trabajos de excavación que dieron sus frutos.
El cenizal aparecido resultó ser un testar de alfarero y, junto a él, aparecieron abundantes restos de cerámicas, aunque en muchas piezas y muy fragmentadas. Además, cenizas de diferentes tonalidades, al parecer para dar color a las piezas cerámicas.
Tras estudiar el material recuperado, el testar de alfarero se situó en la época pleno o bajo medieval, entre los siglos XII y XIV.
Lo que también queda en la localidad, son restos de viejas norias con las que se sacaba el agua de los pozos que alimentaban las huertas de la localidad, cuyos productos y hortalizas eran muy afamados en la provincia, con denominación propia.
También recuerdos de los mayores o leyendas hacen referencia a la forma de riego en el municipio, puesto que antes de las norias se utilizaban los cigüeñales, unos utensilios consistentes en una pértiga o palo largo apoyado sobre un pie de horquilla y dispuesto de modo que, atando una vasija a un extremo y tirando de otro, puede sacarse agua de pozos poco profundos.
Estos recuerdos narran cómo durante la Guerra Civil, los pilotos franceses sobrevolaban la localidad de Pinarnegrillo y confundieron las decenas de cigüeñales que plagan todo el término, con cañones dispuestos para el ataque, por lo que, en vista de la posibilidad de recibir un gran ataque, se retiraron a sobrevolar otros puntos y Pinarnegrillo no fue bombardeado.

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