domingo, 1 de abril de 2018

Hércules (Ortigosa del Monte, Segovia)


HERCULES que persiguió con su honda al asesino de la Mujer Muerta La leyenda surge de los amores entre una esbelta joven y dos pastores El viajero que llega hasta estos lugares se queda prendado de una colosal silueta que está adherida a la gigantesca sierra carpetana que como una serpiente se alarga interminablemente por diversas provincias. Vista desde lejos esta sierra se ven innumerables figuras recortadas en el horizonte pero quedase uno con especial fijeza mirando a una esbelta mujer tumbada que resalta por su belleza en toda su lejanía del horizonte. Seguramente será la sierra mas emblemática de toda la provincia de Segovia. Viéndola desde la zona de Santa María parece como una esbelta mujer en edad de desbravar que está tomando el sol en un paraje agreste. Viéndose desde la zona donde ocurrió la pelea de esta leyenda, parece como si esa joven hubiera envejecido un poco de tantos siglos de llevar en esa postura sepulcral, pues la historia sucedió hace cientos de años, cuando toda esta zona estaba habitada por gigantes, cuando nuestros ancestros eran personas corpulentas y descomunales, y utilizaban enseres enormes propios de titanes. La historia de este gigante Hércules, sucedió aquí en terrenos de Ortigosa del Monte, donde existen unos monumentales y enormes cantos, que fueron los que utilizó el titán para hacer huir a un pretendiente asesino de su amada, la desde entonces siempre conocida por la Mujer Muerta.
Pastaban los rebaños de dos pastores por estos frondosos lugares y entre cánticos y lanzamientos con honda vivían felices sin importarles mas. Pero comenzaron a fijarse los carnereros en una elegante joven de sonrisa imantada y adolescente mirar. Oficio este de pastor de mucho prestigio en aquella época de gigantes, e intentaron los hatajeros mostrar lo mejor de ellos y lo mejor de los rebaños ante tan juvenil y atractiva muchacha para conseguir sus amores. Presentábanse como mayoral o mansero insinuando que el otro adversario era un zagal o rabadán o mozo de andar bregando con ganado de otro por esta zona meseteña. Descalificábanse llamándose machorreros para así ganarse la mirada complacida de la joven. Y la joven se decidió por el mayoral Hércules, y así, cuando éste cerraba el hatajo en su redil y ponía la última telera, se reunía con la esbelta adolescente a pasar hermosos ratos de amor y bucólicas frases, pastoril mirada y suaves roces culminaban la tarde. La felicidad de este mansero hizo que crecieran sus rebaños de forma rápida y buena calidad en sus ganados. Así se decía: “carnero castellano, vaca gallega y arroz valenciano.
Pero llegaron los celos al otro ovejero que había sido despreciado por la muchacha de mirar alegre y pensó: “Ni para mí ni para nadie”. Y una noche estando la esbelta joven dormida en su postura supina la mató de una puñalada en el costado, manando al instante borbotones de sangre y donde hoy en día nace un río que se ve brillar en los amaneceres del verano. Cuando a la mañana siguiente vio Hércules tal desgracia, rugió de dolor y rabia y enfurecido sacó su honda, que ya se sabe que “gente de montaña es gente de maña” y fue a buscar al criminal que había matado a su amada. Le encontró mas abajo, con su rebaño y comenzó a lanzarle piedras con la honda de tal tamaño y a tal velocidad que silbaban en el amanecer con un sonido originalísimo al penetrar en el aire. Comenzó a correr el homicida por temor a una descalabradura en la crisma y los cantos que lanzaba Hércules le perseguían con una brutal ferocidad, que mas de uno le dio en las espaldas, haciéndole tambalear al gigantesco y monumental pastor. Todos sabemos queHércules fue luego a fundar Segovia y la Mujer Muerta permanece en postura supina desde tiempo desmemoriado, llamándose a la testa cerro de la Pinareja con 2194 metros de altitud, al vientre cerro del Oso, que no peña, que es otra y a los pies alto de Pasapán, donde se juntan cuatro coteras.Pero pocos saben que los cantos que lanzara el titán al perseguir al rehalero aún están hoy en su forma y medida original en Ortigosa del Monte y algunos a modo de menhir o dolmen que serán de altos como cuatro personas, descomunales pedruscos con formas redondeadas propios para la munición de la honda.
A estos cantos se les llama peñas por su tamaño y las mas grandes tienen su nombre como: peña Campanario, Cama la liebre, Matarrubias, peña el Gato o peña Redonda. Hay un pedrusco que llama poderosamente la atención, pues con su gigantesco tamaño de plomizo granito berroqueño que al menos pesará cuarenta toneladas y esta sujeto de manera tan curiosa que una sola persona, tan solo una, consigue moverle. A donde fueron a parar muchas de estas peñas se llama el paraje El Berrocal, para calificar la clase de piedras que utilizó el gigante en sus disparos. Y hay un cerro en esa zona que recordando época tan pastoril se llama cerro de la Cachiporra. También recuerda épocas ovejeras de inmensa riqueza una ancha cañada que bordea el cuerpo inerte y de postura sepulcral de la joven asesinada y se llama a esa cañada de “la Vera de la Sierra” o cañada Real y por ella pasaron en la antigüedad mayorales con sus descomunales rebaños, zagales y rabadanes con sus hatos o manadas y el resto de animales como mastines o acémilas y achiperres que movía esta ganadería.

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