Según
cuenta la leyenda durante la vela de un caballero de la orden el cuerpo,
en un descuido de los demás hermanos, que lo dejaron solo, y sin que nadie se
diera cuenta fue atacado por los grajos que devoraron el cuerpo. El prior
maldijo a estas aves impidiéndoles entrar o acercarse a la iglesia. Desde
entonces nadie ha vuelto a ver grajos en la Iglesia de la Vera Cruz.
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