lunes, 11 de febrero de 2019

El fantasma sin rostro (Velez-Málaga, Málaga)

A mediados de la década de los 80 una súbita actividad paranormal comenzó a manifestarse en un edificio conocido como «Casa Cervantes». Este inmueble, ubicado en la localidad de Vélez Málaga y construido como vivienda noble a mediados del siglo XVI, es uno de los más ilustres del lugar, ya que allí nació el que fuera obispo de Málaga y supuesto hijo ilegítimo del monarca Felipe IV, Fray Alonso de León, y se cuenta que allí estuvo hospedado Miguel de Cervantes mientras ejercía como recaudador de Hacienda.
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En la actualidad es un lugar utilizado con fines educativos y administrativos, al albergar una escuela de idiomas y algunas oficinas de la Junta de Andalucía. Mantiene un aspecto muy similar al de hace siglos ya que, como edificio histórico, no puede ser derruido ni alterado en profundidad. Sólo sufrió una remodelación en el año 1985, durante la cual se incluyó una nueva planta, se modificó el patio y se reforzaron los cimientos del antiguo pozo. Aquellas obras de reforma fueron el desencadenante de una serie de fenómenos que nunca antes se habían manifestado en el inmueble.
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Debido a su carácter de lugar público, durante el día existe un movimiento constante de personas, pero a las seis de la tarde, la «Casa Cervantes» cierra sus puertas, quedando en su interior sólo las limpiadoras y, hasta la década de los 90, un agente de policía que realizaba su turno de vigilancia en el interior del inmueble. Todos estos trabajadores han sido testigos de sucesos increíbles, que llevaron a la mayoría de las empleadas a cambiar su horario de trabajo y entrar a primera hora de la mañana, y a más de un policía a realizar sus labores de vigilancia desde el vehículo, fuera de la célebre mansión.
Los sucesos son constantes: apariciones espectrales, golpes fuertes, sonidos de pies y de objetos pesados que se arrastran, murmullos, gritos, y otros fenómenos como puertas que se abren y cierran solas, o luces que se encienden y se apagan sin que nadie las accione. Casi todas las manifestaciones se asocian al pozo existente en el inmueble, donde suele aparecer de manera espontánea la figura de un supuesto espectro que, según los testigos, desaparece tras vagar por el patio ante sus ojos. Francisco Ortega, agente de policía, ha presenciado algunos de esos sucesos. Según explicó a AÑO/CERO, pudo ver cómo la tapa del pozo se levantaba sola y quedaba apoyada contra la pared, de forma inesperada. Asimismo, otros agentes que han preferido mantener el anonimato narran la visión de ese «hombre», que viste ropas antiguas y va tocado con un sombrero. Sin embargo, lo más desconcertante y aterrador de dicha figura es que, donde debería estar su rostro, sólo se aprecia una negrura absoluta.
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Durante una huelga de trabajadores de la empresa de limpieza de la ciudad, en el año 1994, los empleados se encerraron en la «Casa Cervantes». Éstos asistieron atónitos a una nueva aparición de la misteriosa presencia, que surgió del pozo y se desplazó varios metros como si flotara, mientras se oía el ruido de una tela arrastrándose. Como es evidente, el suceso causó un pánico tremendo entre los trabajadores, y obligó a finalizar la huelga de manera brusca.
A principios de la década de los 90 se instaló en el edificio un completo sistema de alarma, por lo que dejó de ser necesaria la presencia policial. Desde entonces, el dispositivo de seguridad «salta» habitualmente cuatro o cinco veces en mitad de cada noche, despertando a los vecinos. Éstos no sólo sufren el incómodo sonido, sino que además oyen ruidos y voces, lo que les hace pensar que están robando. Cuando la policía llega al inmueble, no encuentran a nadie…
Esta investigación podría haber quedado como un caso poltergeist más, de no ser porque la casualidad o la «causalidad» nos llevó a contactar con historiadores y documentalistas de la zona, lo cual nos permitió conocer un triste suceso que podría explicar –o al menos aclarar algo– el origen de los escabrosos sucesos.
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Según las crónicas de la ciudad, a mediados del siglo XIX un hombre que se hospedaba en la casa acudió una tarde a sacar agua del pozo. Por desgracia, parece ser que se inclinó demasiado y cayó de cabeza en el interior. Lo estrecho del conducto le impidió darse la vuelta. Cuando le rescataron, había fallecido por asfixia y su rostro estaba hinchado. Para evitar el temor de mujeres y niños, decidieron cubrirle la cara con una larga tela a modo de bufanda. Como nadie reclamó su cuerpo, fue enterrado de ese modo para la eternidad, con el rostro velado.

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