En la cabecera del Guadalquivir, el viajero puede atravesar el río para dirigirse a su nacimiento por el «Puente de las Herrerías». Se trata de una obra ágil, de graciosas proporciones y de un solo ojo, levantando en piedra caliza prosa de la zona, conocida como toba, muy ligera y de fácil talla.
La leyenda del Puente de las Herrerías remonta a las postrimerías del siglo XV. Los Reyes Católicos, que habían declarado la guerra al reino nazarí de Granada, se dirigían desde Córdoba hacia el frente granadino para proseguir el acoso del último reducto musulmán. En un momento del recorrido, al caer la tarde, las tropas se encuentran imposibilitadas para cruzar el Guadalquivir cuyo cauce había acrecentado durante las últimas lluvias. A partir de aquí la imaginación despliega sus alas y el relato se resuelve de manera fantástica.
La versión caballeresca sostiene que, los caballeros al mando de la Reina Isabel la Católica, acometen la tarea de levantar un puente que permita proseguir la marcha en pos del acoso granadino. El empeño y la diligencia de señores y huestes en reanudar la marcha, cabe a la reina Isabel el privilegio de ser la primera en cruzarlo.
Una variación más religiosa y mística introduce la intervención divina, a modo de milagro: nos dice que una fuerza o poder misterioso acude en ayuda de los esforzados constructores para que la tarea se ejecutase en una sola noche y haga posible que la reina prosiga su plan de conquista.
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