Su
nombre completo fue el de Francisco Antonio Jiménez Ledesma (o Andrés López
Muñoz para otros autores) y nació hacia el año 1820 en el municipio de
Cantillana (Sevilla). Era el único hijo de una familia que se sustentaba de los
dineros que el padre obtenía en su profesión de barquero, transportando
mercancías y pasajeros en una barca que atravesaba el Guadalquivir desde
Cantillana hasta Sevilla.
Aunque Curro ayudaba
a su padre en el oficio, la débil salud de éste forzó que Don Antonio, el
alcalde, pusiera a otra persona a cargo de los remos. El muchacho, un zagal de
diecisiete años, se convirtió entonces en el único sostén de la familia,
dedicándose a todo tipo de labores en el campo.
Sus
andanzas comienzan, leyenda o realidad no se sabe a ciencia cierta, cuando
muere su padre y Curroreclama
el puesto de barquero. El alcalde amaña la subasta (ahora creo que le llaman
concurso público, pero parece que en lo esencial la corrupción no ha variado
mucho en 200 años) y curiosamente el puesto se lo adjudica el propio hijo
del edil, Enrique.
Para
acabar de rematar el asunto, Curro se
enamora de María, la joven prometida de Enrique. Esta nueva temeridad le costó
una tremenda paliza, con el resultado de varios huesos rotos, a cargo del
mentado Enrique y dos de sus primos. A pesar de que se abrió un proceso por la
agresión, la influencia del alcalde hizo que los acusados fueran absueltos de
sus cargos (insisto, en lo esencial, poco hemos evolucionado en temas
de corrupción). La venganza no se haría de esperar. Una mañana de
domingo Curro se dirigió a casa del regidor donde, y al mas puro
estilo ¨Puerto Hurraco¨, de mortales navajazos, acabó con las vidas de Enrique
y sus dos primos. Después huyó y se escondió en la sierra. Había nacido un
bandolero.
La
primera aparición de la banda de Curro Jiménez fue
en Cantillana, a la muerte de la madre de Curro.
El bandido, considerando a Don Antonio responsable del fallecimiento, prendió
fuego al cortijo donde éste almacenaba la cosecha anual. El edil consiguió que
los alcaldes de varios municipios de la comarca solicitaran ayuda al gobernador
de Sevilla, quien organizó diversas partidas de Escopeteros para capturarle.
Ninguna tuvo éxito. En pocos meses la banda del “Barquero de Cantillana” se
hacía famosa. Entre sus miembros destacaban “el Mochuelo”, “el Malos Pelos”,
“el Guindilla”, “el Zurdo” o “el Algarrobo”, entre otros.
Curiosamente
de María, la primera pretendida de Curro y
personaje principal en el comienzo de la vida delincuencial del mismo, nunca
más se supo. Así el corazón del bandolero quedaba libre para ser ocupado por
Amparo, sobrina del alcalde de La Algaba y uno de los más encarnizados
perseguidores de Curro.
La
pareja se estuvo viendo hasta que el tío de la joven se enteró. Entonces
ofreció una espectacular recompensa para quien presentase al bandolero vivo o
muerto. Esta situación sólo sirvió para que la mujer se marchara con Curro al
cortijo de Las Cañas, guarida de la banda. Pasado un tiempo, y temiendo por la
seguridad de la dama en el cortijo, ésta se ocultó en Burguillos, en casa de
Dolores Muro, una parienta del padrino de Amparo.
Pero
lo que “el Barquero” ni Amparo podían prever era que Dolores se enamorara del
proscrito. Y pasaron los días y las visitas del hombre a su amada hasta que una
noche Dolores le declaró su amor.Curro la
rechazó y en venganza la resentida mujer envenenó a la joven. Si el amor por
Amparo estuvo a punto de regenerar al bandolero, la muerte de ésta forzó que su
agresividad se duplicara. “El Barquero de Cantillana” se convirtió entonces en
uno de los criminales más sanguinarios de Andalucía y durante mucho tiempo
todos los intentos de capturarle por parte de las autoridades municipales y de
la propia Guardia Civíl fueron infructuosos.
La
mañana del día 1 de noviembre de 1849, y tras más de tres meses de ocultación
en la Sierra de Cazalla, “el Barquero” decide hacer una visita a la venta de su
compadre Juan Galindo. Allí, un buhonero atraído por la fuerte recompensa que
daban por Curro, delató su presencia a la Guardia Civil. Poco después
numerosos agentes rodeaban el cortijo esperando la salida del bandolero. Al
romper el día y a lomos de “Pantalones”, el caballo que tantas veces le había
salvado la vida, el bandolero salía de la venta.
En
esta ocasión el galope de su montura no fue lo suficientemente veloz. El animal
sería el primero en caer al suelo mortalmente herido. Parapetado detrás de un
árbol, y tras una brava resistencia en la que provocó algunas de las primeras
bajas en el recién creado Cuerpo de la Benemérita, “el Barquero de Cantillana”
y popularmente conocido en la actualidad como “Curro Jiménez”,
moría tras el enfrentamiento con la Guardia Civil.
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