En
un lugar que conocemos como Charco de las Brujas se encontraba el castillo de
los Señores de la Villa. Era un buen refugio, puesto que estaba rodeado de
fosos y contaba con torres muy fuertes.
El
joven señor, una vez dilapidada su fortuna, recurre a trampas y engaños, mostrándose
ante la crédula población como un poderoso nigromante. Para ello disfraza a sus
secuaces de duendes y brujas que ejecutan extrañas danzas y fabulosos fuegos. El
temor que inspira a los incautos pueblerinos le permite realizar raptos de
doncellas o casadas que le apetecen al señor.
Un
día rapta a una joven que era novia de un estudiante, por lo que el padre de la
doncella se encamina hacia el castillo, donde es derrotado por el Conde que
logra asustar junto a sus secuaces y hacer que huya.
Enterado
de todo, el joven se disfraza de trovador y se introduce en el castillo. El
conde, quien le agrada este extraño personaje, le invita a quedarse. Mientras
tanto, su dulce novia no puede disimular su alegría.
Un
día, el héroe descubre un pasadizo que conduce al paraje conocido como Las
Pocillas, y gracias a él pide ayuda a su padre y al padre de su novia. Estos se
presentan por sorpresa en el castillo a través de ese pasaje. Entonces, el
estudiante y conde lucha, muriendo el conde y el pueblo incendia el castillo y
lleva a la cárcel a los secuaces del conde.
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