Llamadas telefónicas desde
habitaciones vacías, ruidos misteriosos, respiraciones que hielan la sangre,
golpes incesantes y un posible fantasma que vaga por las habitaciones…estos son
sólo algunos de los fenómenos que se producen en el Castillo del Buen Amor, ahora convertido en un bonito hotel, un lugar “encantado” que se encuentra
en la localidad de Topas, en Salamanca.
El castillo actual, que se
alzó sobre los cimientos de una fortaleza del siglo XI, tuvo varios dueños
entre los que podemos mencionar, entre otros, los Reyes Católicos o los
Fonseca, un linaje de arzobispos que tuvo mucha importancia en la historia del
inmueble. De hecho, el nombre de castillo
del Buen Amor, se debe en gran parte a
un episodio protagonizado por Alonso de Fonseca y María de Ulloa.
Por las entrañas del
castillo…
Llamas al interfono y una voz al otro lado te
pregunta: – ¿Dónde va usted?
-Me alojo en el Castillo. Se abre la verja y entras.
Viene el botones a recibirte en plena noche. Todo rezuma un halo de misterio. La espesa niebla se puede cortar con la mano, murciélagos que aletean entre la arboleda y la sutil silueta de los torreones revelan un espectáculo para no olvidar.
Viene el botones a recibirte en plena noche. Todo rezuma un halo de misterio. La espesa niebla se puede cortar con la mano, murciélagos que aletean entre la arboleda y la sutil silueta de los torreones revelan un espectáculo para no olvidar.
Una vez se abre el chirriante portalón, te acompañan a
tus estancias por unos lúgubres pasadizos. Un guerrero samurai gobierna las
escaleras principales y un patio central es el eje de la fortaleza alrededor
del cual circundan los diversos aposentos. Pasas diversas cámaras y salones;
ventanucos y escalinatas en las que no cesan de escrutarte ojos de halcones
disecados, corzos de gran tamaño, lechuzas plateadas y algún buitre leonado.
Inmensos cestos de frutas petrificados en vasijas y mobiliario rústico te sigue
durante el trayecto. Las habitaciones más interesantes son las de los fosos,
tienes que bajar por el torreón hasta el foso. Gozan de chimenea y armaduras
con salones propios y están diseñadas en redondo. Cada baño es de un color, las
paredes de piedra franca escuchan… Un gato negro te acompaña desde que entras
por la puerta del castillo y te sigue hagas lo que hagas.
Ya en la habitación si
miras hacia arriba el techo va en pico, como un laberinto que te marea. El
armario parece tener un pasadizo. Las ventanas dan al bosque. A cambio de tu
silencio, escuchas el sonido de la noche. Susurros, golpes secos, sientes
presencias, madera que cruje y pasos. ¿Serán las tuberías? ¿Quién camina si
todos duermen?. Cuando el gato negro que acompaña al visitante desde el
comienzo de la velada comienza a ser ya molesto y surge la primera queja en
recepción allí dicen ¿qué gato negro?, disculpen, en este castillo no hay
gatos…
Se dice de este lugar que
un halo de misterio lo envuelve. De hecho, varias son las personas, tanto
trabajadores del hotel como huéspedes que se han alojado aquí, que han
presenciado hechos inexplicables que les han dejado de piedra. Recepcionistas
del lugar han reconocido que en más de una ocasión se han producido llamadas
desde habitaciones en las cuales no había nadie alojado. Al otro lado del
teléfono, el único sonido era una respiración de ultratumba. Por otro lado,
algunos huéspedes se han quejado de continuos ruidos “extraños” que les impedía
conciliar el sueño. Incluso, en una ocasión, uno de ellos escribió en el libro
de visitas que si había un fantasma en el inmueble, que se lo contaran.
Parece ser que uno de los rincones más encantados del
inmueble, desde provienen las llamadas y ocurren otro tipo de sucesos extraños,
se corresponde con las antiguas caballerizas. ¿Será el fantasma del arzobispo
de Fonseca que pide que le preparen su caballo? También se habla de una dama
vestida de blanco que vaga por las habitaciones…¿Podría ser el fantasma de
María de Ulloa qué quiere decirnos algo?
Cerca del bar del castillo una armadura inclinada
parece dar la bienvenida al visitante. Se encuentra en el mismo lugar en el que
Paloma Navarrete vio a través de su bola de cristal una “dama blanca”: “Vi una
mujer. Una dama blanca que aparece por las noches allí donde vivió, sufrió y
gozó. La vi pasear por la zona del bar, junto a la recepción, vestida de
blanco…”.
De hecho, algunos clientes dicen haber sentido golpes
en las paredes o el arrastrar de cadenas por los pasillos o haber visto a una
dama vestida de blanco subir por unas empinadas escaleras o pasar, sin llamar,
por las habitaciones. Otros aseguran, incluso, que han oído movimiento de
tropas en el palacio de armas o en el camino de ronda que bordea el foso. ¿Os
atrevéis a pasar la noche en tan enigmático lugar?
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