A mediados del siglo XIX en el pueblo de Ledesma de la provincia de
Salamanca, en España, en el barrio llamado de Mesones, se construyó un sencillo
templo – la iglesia de San Pedro y San Fernando – en torno al cual gira una
curiosa e interesante leyenda que salió a la luz, cuando se llevaron a cabo
unas obras de restauración, que pusieron al descubierto un cofre con restos
humanos.
Cuenta
la leyenda que los restos custodiados en esta iglesia, pertenecieron a los
Santos Pastores que adoraron al Niño Jesús en Belén: Isacio, Josefo y Jacobo.
Restos de unas reliquias que, como han recogido las crónicas a lo largo de la
historia, pudieron ser traídos por el caballero Michael Dominiz, natural de
Ledesma, que participó en las Cruzadas. La tradición habla del año 900, pero un
documento fecha este viaje en 1149. Una vez allí, el destino quiso que encontrara
en una torre cercana a la gran ciudad un cofre abandonado. y al abrirlo,
encontró huesos humanos, zurrones de pastor y tijeras de esquilar. De inmediato
trató de conseguir algún dato. ¿Por qué estaban guardados tan cuidadosamente?.
De repente, junto al cráneo divisó un pequeño texto con tres nombres.
Tras
indagar sobre el tema, llegó a la conclusión de que se trataba de las reliquias
de los tres pastores de Belén que cita el Evangelio de Lucas, testigos directos
del milagro acontecido en un pequeño pesebre: Josefo (o José), Issacio (o
Isaac) y Jacobo. Orgulloso de su hallazgo, el caballero cruzado decidió
regresar a su villa natal para que estas reliquias fueran veneradas. Así lo
refleja el primer cronista de Ledesma, el entonces arcipreste de Toledo, quien
constata en varios documentos la presencia de estos restos en la localidad.
En
el siglo XV, en tiempos del Rey Enrique IV, se reedificó la Capilla del Santo
Cristo del Amparo que se encontraba dentro de la iglesia de San Pedro de
Ledesma. En el altar de dicha capilla, al lado del Evangelio, se colocaron los
cuerpos en un arca cerrada. En el archivo parroquial de Santa María consta como
en el año 1662 se había formado ya una importante cofradía de devotos de la
Hermandad de los Santos Pastores. El Papa Inocencio XI, en 1667, concedió
indulgencia plenaria, «a la cofradía bajo la advocación de los Santos Jacobo,
Isacio y Josefo, canónicamente erigida y fundada en la iglesia parroquial de
San Pedro de la villa de Ledesma, diócesis de Salamanca». Cofradía que existió
en la Ledesma entre los años 1662 y 1728, que veneró a los Santos Pastores;
devoción que acabó desapareciendo.
Setenta
y tres años más tarde el sacerdote Hurtado de Mendoza, de la Compañía de Jesús,
vio los tres esqueletos con las dos calaveras enteras y una deshecha,
comprobando que algunos fieles se habían llevado parte de las reliquias. Mandó
hacer un arca con cerradura y levantó una verja metálica con cuatro llaves, si
bien las precauciones sirvieron de poco, ya que en 1786 se hizo un inventario
con lo que quedaba y el resultado no fue alentador, pues de nuevo se produjeron
sustracciones.
En
1864 los restos se trasladaron a una nueva Iglesia edificada en el Arrabal de
Los Mesones, llamada también iglesia de San Pedro. Tiempo después se
encontraron unos planos que le llevaron al arca de los pastores de Ledesma. Y
el 29 de junio de 1970 se encontraron, por fin, los restos de los tres
pastores, desaparecidos durante muchos años.
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