Cuenta la leyenda que
cuando a una joven en edad casadera la gustaba un muchacho iba cada día a pedir
a la Virgen que se enamorara de ella haciendo una cruz siempre en el mismo
sitio hasta que lo conseguía. Por eso las cruces quedan labradas en el
ladrillo. Las jóvenes ofrecían a la Virgen celebrar su matrimonio en la capilla
si las ayudaba conseguir su deseo.
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