Cuenta
la leyenda que don Pedro e Inés se casaron secretamente para legitimar a los
hijos de ambos de cara a posibles sucesiones al trono portugués o al castellano
con los que contaban con antiguas relaciones dinásticas. Según algunas crónicas
el rey Alfonso IV decide en consejo eliminar físicamente a Inés para preservar
el trono y designa a tres cortesanos para ejecutar la sentencia: Alonso
Gonçálvez, Pedro Coelho y Diego López Pacheco.
Los
tres ejecutores llegaron al convento de Santa Clara, en Coimbra, donde se
encontraba Inés, y la apuñalaron en presencia de sus hijos. El mito había
nacido.
Don
Pedro culpa a su padre, el rey, de su asesinato y encabeza una revuelta junto a
los Castro que duraría algunos años. Acordada la paz y fallecido su padre, don
Pedro asume el trono portugués como Pedro I en 1357.
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