Cuenta la leyenda que en aquellas tierras la familia de los Guerra tenía una casa. Allí en la caída norte del Torrecilla, el patriarca de la familia había erigido su cortijo. La vida transcurría feliz para los suyos. Cuando no estaban cultivando la tierra, estaban disfrutando de las espectaculares vistas que la sierra les regalaba cada día. Hasta que un día, un duende burlón llegó a instalarse en la vivienda. Éste empezó a tirar los platos al suelo, hacía ruido de noche, y soltaba al ganado. Un día estaba tan aterrorizada la familia, que en medio de la noche tuvieron que abandonar la casa para escapar a su casa de Tolox. Cuando se hallaban en medio del camino, la señora se dio cuenta de que le faltaba su mejor sartén, entonces el marido volvió sobre sus pasos para recuperarla. Buscó la sartén por todas partes, pero sin éxito. Entonces cuando se adentraba en el bosque oyó una voz que le decía: “ La sartén la llevo yo”.
No sabemos que aconteció al duende de los Guerra, pero la historia cuenta que la familia nunca más volvió al cortijo. Hoy día, el cortijo puede visitarse en las cercanías de las Cuevas del Moro. Hay algunos frutales y un agua cristalina y fresca que, afirman, hace más sabio a aquellos que la prueban
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