Existe una leyenda que cuenta que en el lugar donde aún se erige la cruz se detuvieron los Reyes Católicos para orar en su camino a la conquista de Granada. Sobre esta misma época datan algunos investigadores su origen al construirse, alrededor de la finca "El Convento", las casas que albergaron a los primeros habitantes de Humilladero.
Debe su nombre, y en ello parecen coincidir los historiadores que se han ocupado de la conquista de Antequera, al juramento del Infante don Fernando que se "humilló" ante la espada de San Fernando que portaba Per Afán de Ribera, el cual venía al mando de las tropas que procedían de Sevilla y que se unieron al Infante en las cercanías de Antequera, justo en el lugar que hoy ocupa el núcleo urbano. Don Fernando, llamado más tarde "El de Antequera", se arrodilló y besó la espada jurando no guardarla hasta no haber conquistado Antequera. Tras él, los restantes caballeros, "humillados" de rodillas en tierra, hicieron el mismo juramento. Posteriormente, una cruz señaló el lugar en el que el Infante don Fernando recibiera la espada.
Los caserones que existen en el municipio están muy aislados, dado el origen noble de los mismos, ya que fueron esos nobles antequeranos los propietarios de las tierras. En cuanto al pueblo en sí la arquitectura que prevalece es la de la cal y el cemento con apenas quiebros en el trazado urbano.
Su economía está basada en la industria, con un polígono de relevancia para la zona, así como en la actividad ganadera y forestal. De este pueblo se dice que está socialmente vinculado a la Sierra Sur de Sevilla, porque en él predominan los jornaleros sobre los campesinos. De todos modos, no es importante su agricultura lo que ha propiciado alternativas más industriales como la textil, aceiteras, carpintería e incluso producción de mobiliario urbano en hierro.
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