La historia nos demuestra ampliamente el origen del nombre de Castillo de Locubín. Dos prestigiosos escritores castilleros, D. Rafael Álvarez de Morales y Dª. Concepción Castillo, se han encargado de estudiar en profundidad el origen de su nombre y ambos señalan que se trata de un nombre árabe, Hisn al-Uqbin -Castillo de las Cuevas o Castillo de las Águilas- (cada uno de ellos apuesta más por una u otra traducción del nombre).
Es la tradición popular, posiblemente por el desconocimiento de la historia, así como el afán de jugar con las deformaciones de las palabras, lo que ha dado lugar a esta leyenda, que no tiene ninguna base histórica, puesto que, como acabamos de indicar, el origen árabe del nombre del pueblo está sobradamente demostrado. Vista de La Villeta desde la parte más baja del pueblo.
Cuenta la leyenda que en cierta ocasión pasó por El Puerto de Castillo, una reina mora, acompañada de su corte. Iba de camino para reunirse con su esposo.
Al llegar al lugar denominado El Puerto, desde donde se veía el pueblo con su castillo, se detuvo a lomos de su caballo para poder disfrutar del espléndido paisaje y de la hermosísima panorámica del pueblo con su castillo. Como todos sabemos, El Puerto se encuentra a 1090 metros de altitud y el pueblo de Castillo de Locubín está en la falda de la Acamuña, a 682 metros de altitud.
La reina, que no debía tener nada desarrollada la concepción espacial, se sorprendió de que el castillo de la Villeta ella lo estuviese viendo “en bajo”, claro está, con respecto a su posición.
Tal fue su sorpresa que algunos miembros de su corte le escucharon decir en voz baja:
– ¡Qué raro! Todos los castillos están en la parte alta de las ciudades o pueblos, menos éste.
A dicho comentario no le hicieron mucho caso, antes bien, sin que la reina se percatase, se mofaron de lo que estaban escuchando y reanudaron la marcha. Al llegar a su destino, la reina se encontró con su esposo, el rey, y, antes de bajarse del caballo, exclamó a éste:
– ¡Esposo mío!… “¡Castillo de locos vi!”
Y desde entonces, por deformación de la expresión, cuenta la leyenda que el hermosísimo pueblo situado en la falda de la Acamuña se llama “Castillo de Locubín”.
Hay una segunda versión de esta leyenda. Es la que sigue:
Cuenta que en cierta ocasión, en verano, cuando el pueblo de Castillo estaba en poder de los musulmanes, vino hasta él un rey. Días antes de su llegada, las autoridades mandaron que dicho rey fuese recibido con todos los honores y ordenaron a sus habitantes salir a recibirle con vítores y rendirle pleitesía.
Su llegada estaba prevista para cierto día por la mañana y todos los castilleros estaban avisados de que, cuando escucharan el sonido de trompetas, sería el momento de salir a recibir al Rey. Pero éste se adelantó y llegó de noche, por lo que los habitantes del pueblo se encontraban durmiendo. Estaban en el primer sueño de la noche, cuando el estruendo de trompetas los despertó y todos salieron a la calle tal y como estaban en la cama: como era verano y hacía mucho calor, los hombres en calzoncillos y las mujeres con camisones. El pueblo entero se echó a la calle con gran alborozo. El rey, al verlos en prendas menores vitoreándole, se sorprendió y exclamó:
– “¡Castillo de locos vi”!
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