lunes, 12 de febrero de 2018

Virgen de Salcedón (Monterrubio de la Sierra, Salamanca)

Cuenta la leyenda que en la antigua Santa María de Salcedón, denominada así en la Edad Media por ser un extenso salcedo, tierra repleta de sauces, había un pastor que se encontraba una mañana de otoño por los campos cuidando del ganado. Comenzaba a helar, pero el frío era aún soportable. Sin embargo, aquella jornada el cielo entrelazó sus esponjosas rejas para no dejar escapar el más mínimo rayo de sol. Se barruntaba tormenta. Y así fue.
De repente comenzó a llover con fuerza. Creyendo el zagal que pronto escamparía, decidió refugiarse en uno de los muchos sauces que poblaban el terreno. Pero el agua seguí cayendo como si el mismísimo diluvio universal fuera a repetirse. El árbol que le servía de guarida apenas podía contener la fuerza de la lluvia, que atravesaba las débiles hojas del sauce para posarse como espinas sobre el cuerpo del pastor. Por eso, viendo que la tormenta iba a más, buscó un cobijo más robusto.
A lo lejos vio dos olmos. Rápidamente se dirigió hacia el que parecía más fornido, pues se fijó en su base, viendo que no estaba húmeda porque las frondosas ramas no dejaban pasar la lluvia. Más tranquilo, el pastor tomó aliento y reposo tras una fatigosa carrera. Pero transcurridos unos minutos la tormenta arreciaba y el zagal comenzaba a impacientarse. También tenía calados hasta los huesos, por lo que decidió levantarse y rodear el árbol para así entrar en calor hasta que por fin dejara de llover. Fue entonces cuando en un hueco del negrillo creyó percibir algo. Se acercó tímidamente y se sobresaltó. Era la imagen de una Virgen. ¿De dónde había surgido?

Al coger la talla para observarla con un mayor detenimiento, la tormenta cesó al instante. El pastor consideró que se trataba de un milagro y llevó a la Virgen hasta el pueblo para relatar lo acontecido. Desde entonces se la venera como la Virgen de Sacedón, en recuerdo de los sauces llorones de la localidad pese a que fue hallada en un olmo. Árbol que permaneció en pie hasta el siglo pasado, en que una grafiosis acabó con el centenario ejemplar. Y como si el negrillo y la Virgen estuvieran eternamente conectados, el sino del progreso y el éxodo rural provocaron que decreciera el culto a la imagen, recuperado en los albores del nuevo siglo gracias a la Asociación Cultural Virgen de Sacedón, que la venera el primer fin de semana del mes de mayo. 

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