Una leyenda llena de gran sentir religioso, relata que en el traslado de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Antequera a Vélez-Málaga, los hombres que la transportaban decidieron hacer noche en Riogordo. Pensaron que lo más acertado sería dejar durante la noche la imagen de Jesús en la ermita de San Sebastián, por tratarse de una talla sagrada. Al decidir continuar la marcha a la mañana siguiente, se encontraron con la sorpresa de que era imposible levantar la imagen, pues algo sobrenatural la fijaba al suelo. No fue suficiente la ayuda de más hombres para lograr moverla del sitio en el que se encontraba.
Estaba claro que Jesús había manifestado su deseo de quedarse en este pueblo. Este extraordinario hecho provocó que la ermita, a partir de este acontecimiento, tomara el nombre de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Desde entonces, se le profesa una gran devoción.
Una tradición curiosa fue la que en esta villa de Riogordo se practicaba para ennoviarse. Según cuentan los mayores, si un mozo pretendía a una moza y quería formalizar sus relaciones, debía ir a casa de la pretendida y sin previo aviso sentarse en una silla. Esta operación la debía repetir tres días consecutivos; si al tercer día la moza pretendida no había salido a recibirlo, se entendía que a ella o a su familia no le interesaba el muchacho; por el contrario, si era de su agrado, salía a su encuentro, con lo que se entendía que podía darse por consentido el inicio de una relación, eran novios.
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