Los datos más antiguos de la localidad se remontan al siglo diecisiete. Sin embargo, como forma de asentamiento, datan de edades mucho más remotas. En la finca conocida como El Tesoro, distante unos 4 kilómetros de la población, se han encontrado vestigios de cerámica y restos de un poblado así como su necrópolis en la que había una sepultura con joyas y otros utensilios que debieron constituir el ajuar del difunto allí enterrado. Estas formas de enterramiento eran propias del pueblo fenicio, siendo después utilizadas también por los indígenas con los que convivió dicho pueblo. También se han encontrado hachas de piedra, ánforas de barro y otros restos de la cultura del Bronce.
De la dominación árabe, tan sólo queda una torre, adosada a la iglesia parroquial de la Virgen de la Salud, que se supone fue el alminar de la mezquita. Su nombre árabe fue Inz-Almaraz, que se cambió por Ximera de Líbar después de la conquista cristiana, nombre que aparece en una piedra de la fuente pública y fechada en 1789. Paseando por el pueblo también encontramos otros vestigios, como las ruinas de Cima Honda , los Castillejos o la plaza de toros, una singular obra de la naturaleza.
Este municipio se considera como el pionero en turismo rural, actividad que comenzó allá por los años 50 del pasado siglo, cuando el antiguo Hotel Bellavista acogía para el descanso a gentes de Tánger, Ceuta y Tetuán. Muchos de esos visitantes eran árabes o militares de alto rango que tenían privilegios en esas antiguas colonias. En cualquier caso, todo eso cambió y desapareció.
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