miércoles, 7 de marzo de 2018

Penta (Cuevas de Provanco, Segovia)


Por aquellos tiempos la vida discurría tranquila en el valle, que se sentía seguro a la sombra del castillo que se alzaba en la cumbre del cerro.
El rey moro que lo habitaba se había casado con una cristiana y del matrimonio nació una preciosa hija a la que pusieron el nombre de Penta.
Esta, al crecer, se convirtió en una muchacha bellísima y de todas partes acudían nobles y príncipes pidiendo su mano. El rey apremiaba a Penta para que eligiese marido entre aquellos pretendientes pero la muchacha, a quien su madre había enseñado las verdades de la religión cristiana y la historia de los ermitaños que se retiraban de la vida mundana en busca de perfección, solo aspiraba a recluirse en una cueva solitaria y rechazaba todas las proposiciones.
Enfurecido, el rey accedió finalmente a los deseos de su hija y autorizó su retiro pero prohibió que se la diera de comer, esperando que el hambre venciera su obcecación y su resistencia al matrimonio, pero allí se manifestó la bondad del Señor y durante muchos años las palomas del valle se encargaron de alimentar a Penta con los granos de trigo y frutos que transportaban con sus picos. Penta vivió santamente y el castillo del rey moro, cuando este murió quedó vacío y sus torres, vencidas por el tiempo,se vinieron abajo. De eso hace ya muchos años, pero en la cueva que hay en la ladera del monte "la Cueva de Santa Penta", y en los desmoronados muros que todavía pueden verse en lo mas alto del cerro que domina el pueblo, permanece su recuerdo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario