martes, 11 de septiembre de 2018

La cara de la peregrina (Bormujos, Sevilla)


Estos acontecimientos ocurrieron en un pueblo del aljarafe sevillano (Bormujos), hace unos 50 años aproximadamente. Yo era un vecino de este pueblo, del que me tuve que ir por los sucesos por los cuales me quedé trastornado, ya que lo que voy a contar le sucedió a un familiar mio.
Yo vivía en la Urbanización de los Caballeros con mi familia, y me tuve que trasladar a Cáceres por miedo a que me sucediera a mi. Mi padre, unos días antes de fallecer de un derrame cerebral, me confeso la historia que os voy a contar.
En la Hacienda la Peregrina ocurrieron unos sucesos muy extraños. Mi abuelo tenia unas tierras al lado de la Peregrina. Una tarde llamó su atención unas manchas blancas en la fachada del campanario. Se acercó y descubrió que se trataba de un rostro que curiosamente se parecía al pescadero del pueblo. Al principio no le dio importancia, pero a la mañana siguiente se enteró de que había muerto alguien al escuchar varios toques de campanas. En el desayuno le contó su mujer el macabro hecho. Unos niños que jugaban cerca de la Peregrina encontraron el cuerpo sin vida, colgado boca abajo de un hombre decapitado. Se trataba del pescadero.
Una semana después se acercó al campo para hacer sus labores, como de costumbre, y vio otra mancha blanca en la fachada. Se acercó y un escalofrió inmenso recorrió su cuerpo cuando vio reflejada la cara de su mujer. Salio corriendo hacia el cuartel de la Policía, y les contó lo sucedido. La Policía no le hizo caso, ya que pensaban que estaba loco. Pero al día siguiente se levantó y vio que su mujer no estaba en la cama, y se asusto. Llamaron a la puerta y vio que se trataba de la Policía, y entonces se le vino el mundo abajo. Habían encontrado a su mujer en la misma circunstancia que al pescadero, colgada boca abajo y sin cabeza en un ciruelo cercano a la Peregrina. Él pasó unos días muy triste, pero a la semana siguiente, como de costumbre, volvió al campo para ver si había mas rostros en el campanario de la Peregrina. Cuando llego al campo y vio que había otra mancha blanca, el pánico se apodero de el. Era su cara la que estaba reflejada en la fachada. Él fue de nuevo a la comisaría y durante esa noche estuvieron vigilando la zona, pero todo fue inútil. Mi abuelo apareció decapitado en el mismo ciruelo que su mujer, colgado boca abajo y sin cabeza .
La Policía, tras registrar la casa de mi abuelo encontró en un cajón las fotos del pescadero, de mi abuela y de él mismo. Las fotos tenían marcas blanca de haber sido utilizadas para realizar las caras que aparecían en la fachada del campanario de la Peregrina. El asesino había sido mi propio abuelo, y nunca supimos los motivos de sus acciones. Él mismo se subió al ciruelo, se ató los pies a una rama y se decapitó para que no sospecharan de su autoría.
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