Muchos de los trabajadores del palacio del duque de Fernán-Núñez son reacios a contar las experiencias que allí han vivido. Una casa con varias generaciones en sus muros, construida entre 1783 y 1787, con una historia lúgubre. Las historias sobre apariciones de niños y mujeres de rostro triste se cuentan por decenas. Además, el palacio está unido por un pasadizo con lo que es en la actualidad un mesón. Incluso el pintor Francisco de Goya residió durante una temporada en el palacio.
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