Hace muchos años vivía una familia en el cortijo de Olvijararta donde también vivía un duende que hacía mil travesuras. Les ponía el azucar en el tarro de la pimienta, el queso aparecía tirado por el suelo para alimento de los ratones.
Una mañana apareció la casa toda revuelta: en el granero todas las sillas, en la cocina la cama. La cazuela donde la mujer tanía preparadas unas gachas aparecía llena de piedras, sin rastro de gachas.
-¡Estoy harta! - exclamó la mujer- ¡O se va él, o nos vamos nosotros!.
Naturalmente se tuvieron que ir ellos, pues no conseguían echarle.
Al día siguiente todos estaban en el coche camino del nuevo hogar en Jaén, cuando alguien se acordó de que algo faltaba.
- Creo que se nos ha olvidado el cucharón.
A esta exclamación una vocecita aguda dijo mientras en el aire se sostenía el cucharón:
- ¡No os preocupéis, que ya lo traigo yo!
Era el duende que iba con ellos. Entonces pensaron: Pues si se va a venir con nosotros a jaén, buenos estamos en el cortijo, y se quedaron allí de nuevo.
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