miércoles, 1 de abril de 2020

Virgen de la Estrella (Navas de San Juan, Jaén)

Cuenta la leyenda de la aparición de la Virgen a un labriego llamado Juan, "honrado como pocos". El relato de este notable escritor está expresado en un lenguaje literario, poético, lleno de fe, como reencarnando en su persona los sentimientos de todo un pueblo a lo largo de tantos y tantos siglos. Dada su notable extensión, damos aquí unas pinceladas básicas que describan el momento de la aparición de la Virgen.

"Cuando la luz del día no había dejado de escudriñar curiosa los más ocultos rincones, Juan, el infeliz labriego, terminaba de aparejar su yunta para salir en busca del pan conque sustentar a aquellos pequeñuelos de su corazón que, sin madre, vegetaban a sus anchas, siendo testigos de sus penas y oyendo los insultos de los árabes o recibiendo sus inmerecidos golpes.
Juan era honrado como pocos.
La desgracia mató a su infeliz esposa, y se llevó, tal vez a las suntuosas habitaciónes de algún califa o a las de un jefe guerrero mahometano, a su hija, la escultural María, dechado de hermosura y pureza...
Y el padre lloró la ausencia y la honestidad truncada de su hija, quien acaso habría muerto de dolor, pero cual nuevo Job ponía su corazón y sus dolores en Dios... y esperaba"
Continúa su relato el autor Miguel Nieto haciendo mención de las continuas desgracias que le acaecían al bueno de Juan, siempre al cuidado de sus hijos, atado al recuerdo de su mujer y de su desaparecida hija. Aunque siempre confiando en la misericordia de Dios. A menudo solía repetir a sus hijos: "Dormid, dorrmid descuidados sin penas que os asalten ni pensamientos que os ahoguen. ¡Felices seáis hijos míos mientras la vida os anime!...
"Poco después caminaba tras su yunta por la estrecha vereda que, por la parte sur del pueblecito, se perdía entre riscos y jarales.
Aquella mañana, sin saber por qué, sentíase dichoso. Aspiraba los gratos olores del campo con ansia y delectación, y su cuerpo se revelaba cpntra su quebrantamiento, y erguido y animoso, marchaba como en días lejanos. La contemplación de sus hijuelos y el beso que imprimió en una imagen pintada de la Virgen María, que guardaba muy oculta por miedo a los árabes, le habían fortalecido, y como ráfagas de brisa, pasaban por su mente ideas alegres y por su alma ensueños de ventura.
- ¡Quién sabe si aún podré ser dichoso! -murmuraba"
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"Aún no llegaba el sol a la mitad de su carrera. cuando el infeliz Juan, apretando la esteva del arado, mientras guiaba la yunta, perdía la vitalidad que le había animado desde su salida del pueblo. El recuerdo de su hija arreabatada del hogar le hería como siempre.
- Soy un ingrato -pensaba mientras sudoroso seguía la faena; - tengo mi esperzanza puesta en el que todo lo puede, y sin embargo dudo.
-Espera - le decía una voz muy adentro como revelación santa.
Salía de aquella somnolencia de recuerdos, y aspirando los olores del campo recobraba energías.
- La veré, la veré antes que mis ojos se cierren para siempre.
Y sonriendo seguía su trabajo con fortaleza de gigante.
Ya no desconfiaba. Su Dios, por intercesión de aquella Virgen que escondía por miedo a los árabes, había oído sus quejas y le animaba de nuevo a esperar...
Después del descanso del mediodía cogió con mano firme la esteva y empezó su trabajo.
De pronto, sintiose envuelto por una atmósfera perfumada que le recordó la de los templos cristianos.
-¿Qué es esto?- murmuró asombrado.
Como respuesta a su pregunta, contemplose como en una aureola de luz, pero tan suave que parecia los reflejos de las nubes carmíneas de la tarde.
Paróse en seco su ganado, y de entre la reciente tierra removida, vio surgir una una figura pequeña que despedía un torrente de luz y aroma.
Cogiola sin comprender nada de lo que ocurría, y al contemplarla frente sus ojos. sintió que se le inundaban de lágrimas en tanto que oprimiéndosele el pechho de emoción caía de rodillas.
Aquella figura era una imagen de la Virgen, pero la más hermosa que hasta entonces había visto...
Sus labios se unieron y empezó a murmurar una de sus oraciones aprendida de niño.
- Seré vuestra compañera desde este instante,- sintió que le decía una voz como sonido de un arpa- ¡Creed y esperad! Me hallastéis en tu camino; pero como la estrella en otros días marcó el sitio a los Reyes Magos donde vino al mundo mi augusto Hijo, así seré yo la estrella que os enseñe vuestra felicidad y os indique el fin del cautiverio. ¡Creed y esperad!...
Insensiblemente sintió acabarse aquella voz que le tuvo en suspenso, mientras la luz irradiaba con más fuerza de la imagen y los olores se hacía más gratos.
-¡Milagro, milagro! - exclamó en el colmo de la alegria"
Corrió Juan hacia el pueblo, exultante de alegría, para contar a sus paisanos la dicha que le acababa de suceder. Escondío aquella imagen por miedo a los árabes aunque, extremando sus precauciones, solía enseñarla a todo aquél que en el pueblo se lo solicitaba, al tiempo que solía decirles:
-" Esta imagen que véis, no solo nos ha concedido la dicha de aparecerse a nosotros, indignas criaturas de tal honor, sino que me ha hablado prometiéndonos la felicidad en breve plazo.
-¡Creed y esperad - me ha dicho; añadiendo que será la estrella que alumbre nuestro camino hacia la redención.
- Hermanos, ¡qué mejor nombre para ella que el que la Virgen misma se ha dado: ¡Estrella, Estrella refulgente!...
-Y sin pensar, entre el cúmulo de pensamientos que le asaltaban, dejó escapar estas palabras:
-¡Viva la Virgen de la Estrella!"
Cierra esta capítulo don Miguel Nieto con la descripción del abandono del pueblo por parte de los árabes, como consecuencia del avance de la reconquista por parte del rey Alfonso VIII de Castilla, quien empujó a las huestes sarracenas hacia el Sur, liberando al lugar de las Navas de la larga dominación árabe. Se conquistó el castillo, apoderándose de él sin resistencia. Se cuenta "que los esforzados guerreros castellanos y los humildes habitantes del pueblecito, postergados ante la imagen, rompieron el silencio de la noche, como un solo grito, con el dulce clamor de la Salve que entonaban fervorosos".
"Al día siguiente se apoderon los cristianos de la mezquita de los árabes, enclavada en la parte sur del término, o sea en el sitio en que hoy está enclavado el actual Santuario.
Después de infinitas obras , que hicieron desaparecer el caracter irreligioso de la mezquita, colocaron la imagen encontrada, conocida ya por la VIRGEN DE LA ESTRELLA.
Concluye el autor la primera historia sobre nuestro pueblo, señalando cómo enseguida se difundió la devoción a la Virgen de la Estrella por toda la comarca, siendo innumerables las peregrinaciones de devotos que llegaban al Santuario para postrarse humildes a sus plantas. María, la hija de Juan el labriego, regresó sana y salva a su aldea. Juan entregó su alma a Dios, mientras agradecía a su Virgen el haberle devuelto a sus hijos. Ahora podía descansar.

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