martes, 29 de enero de 2019

La camisa del rey moro (Paterna de Rivera, Cádiz)

Como más adelante veremos, esta leyenda, tan conocida y expandida en nuestra zona, surge de una hazaña del caballero jerezano Gonzalo Pérez de Gallegos ante el emperador Carlos V que tuvo lugar en tierras tunecinas por el año 1535. Gonzalo Pérez de Gallegos era entonces dueño de la Dehesa de Gigonza, entre otras mucha posesiones, heredada de su homónimo padre, que la había obtenido por compra en 1513.   

 Manuel Pérez Regordán y Luis Mora Figueroa creen que el ropaje que se exhibía en la vitrina, perteneció a los Reyes Católicos que lo dieron a D. Rodrigo Ponce de León por Merced Real concedida el 21 de Diciembre de 1483 en premio a la victoria del mismo contra los moros en los campos de Utrera. Se trataría pues de un recuerdo de la estancia de los Ponce de León, Duques de Arcos desde 1493, en la fortaleza de Gigonza. Hay que señalar que Rodrigo Ponce de León compró la torre y dehesa de Gigonza por 800.000 maravedís el 6 de Noviembre de 1477 a D. Alonso Enríquez, Almirante Mayor de Castilla y tío del Rey Fernando el Católico; y lo tuvo en sus posesiones hasta el año 1513, en que lo vendió a Juan de Palma, el cual ese mismo año la volvió a vender a Gonzalo Pérez de Gallegos.

 Sin embargo será el historiador jerezano Joaquín Portillo quién nos aclare la procedencia cierta de dichos ropajes en su obra Concisos Recuerdos de Jerez de la Frontera (1847) en la que  relata que Gonzalo Pérez de Gallegos hijo: 

  “... en 1535 se batió en Túnez con un moro de alta jerarquía, donde en breve tiempo le dio muerte y le quitó el almaizal y alfanje, que trajo para memoria de su triunfo. Ambas alajas las conservan el actual poseedor de la Torre [de Gigonza] don Francisco de Asís Ponce de León, Fernández de Villavivicencio, Marqués del castillo del Valle de Sidueña, como descendiente legítimo y dueño de los vínculos y mayorazgos, privilegios y prerrogativas de la casa de los Gallegos.”

 El mismo autor, aunque de manera más amplia nos cuenta el mismo hecho en otra obra anterior, Noches Jerezanas(1839), un relato histórico sobre Jerez escrito en forma de diálogo entre un jerezano (el propio autor) y un amigo. Transcribimos el texto íntegro:  

  "... Sin que sea interrumpir el hilo de nuestra narración, quiero sepa V. unos hechos muy gloriosos y que dan mucho honor á los jerezanos y no pueden menos de causar una indecible satisfacción á los dignos sucesores del héroe jerezano que tanto lustre dio á su pueblo
 
. Amig. Los oiré con mucho gusto, pues me entusiasman las cosas de sus paisanos.
 
  Jer. Yo me alegro, y ahora me rectifico una equivocación que cometí en la noche anterior, y es, como ahora verá, que no es lo que se conserva en casa del actual señor marqués del Castillo del Valle de Sidueña el alfanje y bastón del último alcayde moro que defendió la torre llamada de Jigonza: no señor: me equivoqué: oiga el suceso, y verá lo que se conserva, y en donde fué ganado. 

  Don Gonzalo Pérez de Gallegos hijo de otro i de doña Inés Ramírez, estando al servicio de la magestad de don Carlos Iº. rey de España, y V. en el imperio, pasó á Africa, é hizo cosas muy señaladas de valor y destrezas en el manejo del caballo, por que era tan diestro, que se señalaba entre todo el ejército, como también entre la multitud de los caballeros de JEREZ, en el juego de cañas, corridas de toros, torneos u otros manejos en que siempre se han ejercitado sus nobles con singular destreza. Era muy rico y criaba muchos caballos, y siempre que salía á campaña, llevaba mucha gente consigo, á la que pagaba á su costa y eran suyas embarcaciones y pertrechos. 

  Estando sobre Arcila en África sirviendo al rey con la demás gente de JEREZ que allí había  y no  tenía á un 20 años de edad fue con 400 hombres pagados por él al socorro que pidió el conde de Redondo: hizo cosas muy señaladas, y entre varias, fue famosísima la de los tres moros que pidieron desafío, y por no poder ir los dos compañeros suyos por el impedimento que de real orden del señor don Carlos V. había, se determinó solo á salir con ellos, y mató al primer moro en las talanqueras de Arcila, al segundo en las vallas de Mazalquivir, y el tercero no quiso pelear. Todo lo vio el rey moro de Fez, quien se admiró de tan heroico valor. Temiendo por este hecho el enojo del rey, se pasó con los infantes de Portugal  á aquel reyno, donde con el favor de ellos y la interposición de Mr. de Larcio, dio real cédula de perdón su cesárea Magestad en 11 de mayo de 1527. Por esta causa dicen comúnmente en JEREZ, que los escudos de armas de sus casas los pintan ladeados , como se ven en la portada de su antigua casa, marcada con el número 104 en el llano del alcázar, como signo de haber hecho esta acción contra voluntad y orden del rey; aunque de la cédula de perdón nada de esto consta.

  En el año de 1535 fue á la conquista de la Goleta y Túnez con dos fragatas suyas, un patache y gentes á su costa, donde sucedió otro caso memorable, y fue el salir un moro de alta gerarquía pidiendo campaña, y no habiendo salido nadie, por que no daba licencia el rey, se valió de los infantes de Portugal, y alcanzada licencia, salió á campaña, donde en breve tiempo dio muerte al moro y le quitó el almaizal y alfanje que trajo para memoria de su triunfo, y el infante don Luis lo llevó á besar la mano al emperador, quien le dijo: Que por saber era él quien salía con el moro, le había permitido, pues en su esfuerzo fió el desempeño de la nación española. 

  Esta vestidura se conserva en la casa de don Francisco de Asís Ponce de León, Fernández de Villavicencio, marqués del Castillo del Valle de Sidueña, como descendiente legítimo y poseedor de los vínculos y mayorazgos, privilegios y prerrogativas de la casa de los Gallegos." 

Posteriormente, otros autores jerezanos harán también referencia al orígen de dichos ropajes, como Diego Ignacio Parada y Barreto en su obra Hombres Ilustres de la Ciudad de Jerez de la Frontera (1875):  



"... y sobre todo por un desafio que llevó a cabo con permiso del emperador y delante de todo el ejército con un moro principal de Túnez, á quien dejó muerto en el acto, y cuyas ropas y bastón de mando que llevaba, recogió Gonzalo por trofeo y se han conservado en sus descendientes, poseyendo hoy este precioso recuerdo histórico el Sr. marqués del Castillo, heredero de la casa de Gallego. El emperador por este hecho colmó de distinciones y elogios á el valor de Gonzalo Pérez..."

Seran historiadores jerezanos anteriores como el Padre Fray Esteban Rallon (Historia de la cidudad de Xerez de la Frontera) quienes  recojan en sus obras la gesta de Gonzalo Pérez de Gallegos en África:

"… que un día  vino un valiente moro a caballo ricamente aderezado, y venía armado haciendo grandes algaradas, desafiando al valiente cristiano que con él quisiera hacer campo; y que Gonzalo Pérez de Gallegos, enfadado del atrevimiento del moro, se valió de la amistad del infante  don Luis de Portugal, su amigo, y le rogó le pidiese al emperador licencia para salir al campo; el cual se la alcanzó, y él salió al desafio a caballo en presencia del César: se comenzó a trabar una de las valientes escaramuzas, en que se vieron muy buenos lances y mató en presencia de la corte de España y del famosísimo César Carlos quinto emperador."
 
 o Bartolomé Gutiérrez (Historia de Xerez de la Fronteraterminada de escribir en 1757 y publicada en 1886-87), quien  relata, con más detalle si cabe, el suceso:

“... mientras el Campo Imperial se alojaba y se hacían trincheras para defensa del Ejército, había mandado S.M. que ninguno saliese é escaramuzar con los moros, so pena de muerte; en este intermedio acontecío que un moro noble (según las vestiduras que traia) dió en salir al campo á escaramuzar, llegando hasta el Real nuestro y Trincheras, pidiendo campaña: mas con el temor del Bando Real, no había quien saliese: viendo Gonzalo Perez de Gallegos el arresto del Moro, corrido de que se fuese sin pelea, habló al Infante para que alcanzase de S.M. el permiso de que él saliese. Fué el Infante a la tienda del Rey  y ponderándole el deshonor de los cristianos en que se burlase de ellos aquel Moro, pidió licencia para que uno de su campo saliese: y sabido por nuestro Rey que era Gonzalo Perez., el que habia de ir, lo permitió y se puso en sitio desde donde lo viese pelear. Luego que tuvo la Real Orden Gonzalo Perez de Gallegos á Caballo y armado como estaba salió al campo donde aguardaba el Moro; este luego que lo vió ir hacia él, blandiendo la lanza, arremetió para herirle; pero como era tan diestro Gonzalo Pérez, lo aguardó sin hacer amago de herirlo y recibió en la adarga el golpe no bien habia descargado el moro su bote de lanza, cuando revolviendo su caballo Gonzalo Perez le dió por el costado al Moro tal lanzada que lo derribó muerto del caballo, con admiración de todos y más de nuestro Rey, que lo miraba. Un moro que traia consigo el muerto, viendo la acción le tiró su lanza á Gonzalo Perez y le hirió en un muslo, pasándole un Zaragüel de malla que llevaba, aunque no fué herida de peligro. Sigióle Gonzalo Pérez y le tiró la lanza, con la cual le pasó el arzon tercero de la silla; pero se entró en el campo de los moros.  

  Vuelto Gonzalo Perez de Gallegos, el Infante D. Luis, le alabó mucho la acción y lo llevó para que besase la mano á S.M., de quien fué recibido con mucho agrado y le espresó, que por saber que el era el que habia de salir lo había permitido, por que en él desde luego confiaba el desempeño de la acción y que tendría presente su valor para hacerle mercedes; volvió a  repetir el besamano y se vino a su tienda á curar la herida.” 

Hemos remarcado en negrita la referencias que se hacen de las vestiduras que lucía el moro, estimando que éste pertenecía a la alta jerarquía árabe en base las características de las mismas, y que no pueden ser otras que las que hoy se hallan en Gigonza.

La camisa del rey moro tras la vitrina


Vemos por lo tanto el origen y procedencia ciertos de  "la camisa del rey moro", así como también de la espada que se encuentran en la parte inferior de la vitrina, que debe ser el alfange del moro del combate.  

Este ropaje, que tras casi cinco siglos aún  permanece en el castillo, aunque en muy mal estado de conservación, hubo de tener tal importancia en el linaje de los Pérez de Gallego que uno de sus descendientes y herederos, Juan Pérez de Gallegos el 16 de Enero de 1762 lo agregó al Mayorazgo fundado por Gonzalo en 1530:

“...si bien Don Juan Perez de Gallegos, poseedor de este vinculo, en diez y seis de Enero de mil setescientos sesenta y dos le agregó con el cargo de conservarlo el Maisal, el alfange y la bandera que se guardaba en la fortaleza de Gigonza, pertenecientes al Moro, que, en ella mató el fundador Don Gonzalo Perez, dicho  del Maisal, en su calidad de adorno o ropa no puede hacerse mérito, por que, con arreglo a su naturaleza, ha debido ya desaparecer, a consecuencia del deterioro progresivo a que  [.............]  el alfanje y bandera que se recuerdan, si existen, podran conservarse como recuerdos o trofeos gloriosos de un ascendiente de la casa y adjudicarse al partícipe que se designe solo y exclusivamente para su conservación y memoria, pero sin valor  ninguno por que, el alfange es un arma sin uso en España y la bandera ademas del estado lamentable en que debe encontrarse, si bien en su epoca pudo haber servido de enseña a los moros que ocupaban nuestro territorio, hoy carece también de uso y de aliciente.”          

En  texto, extractado de la partición de bienes de D. Francisco de Asís Ponce de León y Villavicencio, realizada en 1869 con su hijo Juan Manuel, sucesores del Vinculo fundado por D. Gonzalo, nos demuestra que la leyenda se perpetuó y se divulgó en la propia familia, olvidándose la historia y verdadera procedencia de esta vestimenta, que aunque no fue del último alcaide moro del castillo de Gigonza sí la lució un guerrero árabe de Túnez.

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