El casco antiguo de la ciudad de Cádiz abstrae en su interior multitud de majestuosas y señoriales casas de los siglos XVI y XVII, hoy día convertidas en edificios comunitarios, que no obstante, quedan impregnadas de leyendas e historias que por aquella época ocurrieron en sus entrañas, como son las historias y leyendas de piratas, marinos mercanes, almirantes o capitanes de barco, ya que la antigua ciudad de Cádiz siempre ha sido el puerto de unión con África y América para el intercambio de mercancías. Es el caso de la popularmente conocida por los gaditanos como "La Casa de los espejos", situada frente al monumento del Marqués de Comilla en la Alameda Apodaca.
Muchos son los jóvenes gaditanos que aseguran haber recorrido cada una de sus habitaciones cuando la casa se encontraba en total desalojo y abandono, cuando sus ventanas sólo dejaban asomar unas cortinas rotas, cuando la imágen que proyectaba en la oscuridad de la noche, recordaba a las terroríficas casas de las películas de Tim Burton. Y muchos aseguran haber escuchado el llando de la niña protagonista de dicha leyenda.
La historia cuenta que un almirante de la flota gaditana le traía de las tierras americanas un nuevo espejo a su preciosa y consentida hija, por la cual se cuenta que sentía delirio y pasión. En cada una de sus partidas, la hija le recordaba a su padre que no olvidara traerle su regalo. Y así el almirante cumplía en cada regreso.
Con el tiempo, la niña dejó de serlo para convertirse en una hermosa y dulce muchachita y su padre no vaciló en ningún momento en presumir de su belleza ante sus compañeros y amigos, lo que provocó unos celos enfermizos en su esposa, ya que sólo tenía bellas palabras para su hija.
El almirante seguía obsequiándole a su hija con un espejo de cada tierra americana que pisaba y llegó a tal punto que la casa quedó repleta de hermosos espejos.
Los celos y la ira de su mujer cada vez eran más destacados hasta que aprovechando uno de los viajes de su marido, presa de los celos y el odio hacia su hija, la asesinó envenenándola.
Cuando regresó el almirante no dió crédito de lo ocurrido, creyendo así que su preciosa hija había muerto por una gravísima enfermedad.
Se cuenta que un día el almirante pudo ver el reflejo de su propia hija en uno de los espejos, revelándole así a través del cristal la verdadera causa de su muerte, acusando a su madre como protagonista del asesinato.
El almirante entró en cólera e hizo que su mujer consiguiera confesar. Murió en la cárcel con una condena perpetua mientras que su marido decidió marcharse lejos de toda aquella tragedia.
Desde entonces, aquella fatídica casa quedó abandonada durante años, imagino que los años suficientes como para haberse deformado y deteriorado la verdadera historia, pero no olviden que toda leyenda tiene una base real. La personas no inventan si no conocen antes algo que le inspiren contar una leyenda.
En la actualidad la casa se encuentra reformada, pero hay quienes aseguran que aún se sigue escuchando los gritos y el llando de la hija del almirante.
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