Todo
se inició con una inocente ouija en el Instituto para contactar con el novio
recién fallecido en accidente de moto de una de las participantes. La profesora
interrumpió el ritual súbitamente y un humo negro salió del vaso y se introdujo
en la garganta de una de las niñas. Al llegar a casa todo cambió. Su abuelo
había fallecido recientemente entre grandes dolores, gritos y advertencias de
que regresaría. La niña de nombre Estefanía muere entre espasmos. Desde ese
momento, algo perturbó la paz de esta familia.
Cuchillos
voladores, crucifijos separados de la pared milagrosamente, retratos que se
queman sin explicación y sin dejar huella en la pared, babas que caen de la
nada, muebles que se desplazan solos, voces y un sinfín de polstergeists provocan
una intervención policial llevada a cabo por por el inspector jefe Pedro Negri
que en su informe corrobora todo lo relatado anteriormente.
El horror se prolonga durante unos meses y el
caso salta a los medios. Investigadores estudian el fenómeno sin dar con una
causa remotamente científica. La casa se pone en venta pero nadie quiere saber
nada de un lugar maldito. Con los años la familia sin recursos para mudarse de
su casa se acostumbra a convivir con este panorama siniestro que, con los años,
se fue “suavizando” en apariciones y sucesos extraños. No
obstante, siempre nos quedará en la memoria este relato espeluznante del Madrid
más oscuro.
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