Según
cuenta la leyenda, Don Ferrán de
Saavedra durante la Reconquista llega a la vega del Tajuña con una bella princesa mora que
había apresado en Granada. Invadida por la tristeza y añorante de su tierra,
pasa los días en una cueva a las faldas del risco Picón, donde huye de las
miradas de sus captores, a quienes prohíbe que vean su rostro.
Un día, dos soldados osan acercarse a la cueva y ver a la princesa. Como castigo, Don Ferrán ordena que les corten la lengua para evitar que cuenten cómo es el rostro de la princesa. Aun así, no puede evitar su curiosidad y pide que retraten lo visto. Este retrato le acompañará el resto de su vida.
Un día, dos soldados osan acercarse a la cueva y ver a la princesa. Como castigo, Don Ferrán ordena que les corten la lengua para evitar que cuenten cómo es el rostro de la princesa. Aun así, no puede evitar su curiosidad y pide que retraten lo visto. Este retrato le acompañará el resto de su vida.
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