Muy
poca gente conoce que esa pequeña sala oscura y sin ningún ornamento que está
después del panteón de Infantes es conocida como sala de los secretos. Y es que
Juan de Herrera, el arquitecto, consiguió que dos personas colocadas en ángulos
opuestos pudieran conversar, sin chillar y con enorme claridad, mientras que
los que estaban en medio no oían nada.
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