Esta
historia sucedió hace ya muchos años; cuando los coches de caballos y carros de
bueyes iban y venían por el camino de Villa del Prado a Madrid. Desde aquellos
vehículos, los viajeros verían a lo lejos los cerros que rodean Villa del Prado
por el norte, igual que los vemos hoy; a un lado del camino. Llenos de pinos,
matorral, encinas; éstos montes esconden arropadas por las jaras, historias de
lobos, pastores y cazadores.
Allí,
un día se perdió una niña del pueblo. Fuere como fuere, la niña, que se
encontraba en el monte, se alejó, de su compañía... y cuando quiso darse
cuenta, estaba sola, extraviada; y ya anochecía. En poco tiempo, el cielo se
oscureció, y ya no se veía nada.
En
Villa del Prado sólo lucían las lámparas de aceite y los candiles. La niña
permaneció toda la noche perdida. Podemos imaginar el disgusto de la gente del
pueblo y el miedo; máxime teniendo en cuenta que los lobos y alimañas podían
aparecer detrás de algún chaparro ó entre las jaras a la pobre niña en la
oscuridad.
Pasaron
las horas ...
Al
día siguiente un grupo de personas partió del pueblo a buscar a la niña y ésta
apareció felizmente. Naturalmente, a la niña se la hicieron muchas preguntas.
¿Has tenido miedo? ¿Has pasado frío? ¿Has visto algún lobo? ¿Cómo has
dormido?...
La
niña contó que no había pasado ni frío ni miedo porque una señora que iba por
el monte la arropó con un manto y la durmió en sus rodillas.
Los
vecinos pensarían si la niña estaba diciendo fantasías. ¿Que señora iba a estar
paseando a esas horas por el monte?.
Al
día siguiente, los padres de la niña bajaron con ella a la ermita de La Poveda
para dar gracias a la Virgen por el feliz desenlace del suceso. Cuando la niña
se situó frente al altar, miró a la Virgen de la Poveda y, cambiando el gesto
de la cara, comenzó a decir a voces: "¡Esa! ¡Esa es la Señora que me cuidó
cuando me perdí en el monte!"
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