Las
historias de amor y muerte suelen ser tan intensas que traspasan la línea del
tiempo. En este palacete situado en una plaza tan nocturna como la Plaza del
Rey de Chueca, se dan todas las circunstancias para que se produzca una
maldición. En pleno siglo XVI, un montero de la corte de Felipe II levanta
una mansión coronada con siete (hoy malditas) chimeneas. La casa iba
destinada a la hija del montero de nombre Elena y de belleza sin igual en la
corte. Su afortunado esposo era el orgulloso capitán Zapata. Tras unos meses de
felicidad y pasión, la armada reclama su sagaz mente para rendir batalla en
Flandes. Elena se pasa meses deambulando por la casa con una nerviosa
premonición que se cumple meses después: su marido ha muerto en una batalla con
su unidad de tercios españoles. La tristeza crónica le invade y se sumerge
en su mansión sin remedio.
Tiempo
después, aparece muerta con una enigmática sonrisa en los labios. En la corte
se rumorea que su cadáver tiene marcas de violencia. Madrid se levanta con un rumor
envenenado: Elena tenía un amante llamado Felipe II. La noticia se esparce por
toda la ciudad y el rey organiza un comité de investigación para esclarecer los
hechos. De repente, surge un pequeño problema, el cuerpo desaparece
misteriosamente sin querer decirnos si fue objeto de deseo del monarca. En ese
momento surge la leyenda de una mujer de blanco caminando por el alféizar del
tejado, entre las chimeneas que un día le dieron lumbre a su cuerpo amortajado.
En las noches claras se la veía señalando el Alcázar, la residencia de Felipe
II. El dedo acusador de la bella Elena permaneció impasible durante siglos
aunque su historia se perdió en el tiempo hasta que durante una reforma
promovida por el Banco de Castilla en el siglo XIX se encontró un cadáver emparedado
de una mujer con unas monedas de oro de la época de Felipe II. No es la única
historia de terror que sucede en su interior: también apareció un cadáver en
una reforma en 1962 de un hombre que supuestamente se aparecía en la casa,
creemos que para no coincidir con Elena en el tejado.
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