Se cuenta que, allá
por el siglo XV, un joven pastor de Colmenar de fe cristiana se enamoró de una joven de Valdelpino de
religión musulmana. A pesar de los problemas que ello pudiera
ocasionarles, se casaron a la usanza mora y el pastor se trasladó a vivir a
Valdelpino con ella y con su familia, donde al cabo del tiempo tuvieron
una niña. Pero la intransigencia religiosa irritaba los ánimos y
propiciaba que casamientos como éste no fueran bien vistos por los cristianos
viejos del lugar y que ello diera pie a represalias.
Una noche, un grupo de exaltados "defensores de la religión cristiana" se tomaron la justicia por su mano y en venganza por la afrenta que la familia mora había hecho a la cristiana, dieron muerte a la joven y a sus padres, dejando con vida a la niña recién nacida. Al regresar el joven pastor a su casa se encontró con los cuerpos sin vida de sus suegros y de su esposa. Tomó a la niña en sus brazos y partió hacia Colmenar, dejándola al cuidado de sus padres y ayudado por algunos vecinos regresó para dar sepultura a los muertos. A su esposa la enterró cerca del arroyo y plantó en su recuerdo un pino junto a su tumba y a sus suegros al lado de unas jaras.
A partir de esa fecha, se comenta, que todas las primaveras aparecen, cerca del lugar de los enterramientos, formas de media luna en los pétalos de las flores blancas de una jara, de un color amarillo intenso, junto a cruces rojas, y que esa forma de media luna es la que, en esa misma época, proyecta el pino sobre el terreno.
Una noche, un grupo de exaltados "defensores de la religión cristiana" se tomaron la justicia por su mano y en venganza por la afrenta que la familia mora había hecho a la cristiana, dieron muerte a la joven y a sus padres, dejando con vida a la niña recién nacida. Al regresar el joven pastor a su casa se encontró con los cuerpos sin vida de sus suegros y de su esposa. Tomó a la niña en sus brazos y partió hacia Colmenar, dejándola al cuidado de sus padres y ayudado por algunos vecinos regresó para dar sepultura a los muertos. A su esposa la enterró cerca del arroyo y plantó en su recuerdo un pino junto a su tumba y a sus suegros al lado de unas jaras.
A partir de esa fecha, se comenta, que todas las primaveras aparecen, cerca del lugar de los enterramientos, formas de media luna en los pétalos de las flores blancas de una jara, de un color amarillo intenso, junto a cruces rojas, y que esa forma de media luna es la que, en esa misma época, proyecta el pino sobre el terreno.
Lo de las formas de media
luna y cruces que aparecen en las flores, o la sombra que proyecta el
pino, pudieran ser una parte más del relato fantástico, aunque hay personas en
Colmenar que dicen haberlas visto en algún momento y corroboran lo indicado
anteriormente.
La niña fue criada en Colmenar por su familia en el seno de la religión cristiana, aunque siempre llevó el estigma de "morita". También se tiene por cierto que la familia de Colmenar cuyo apodo es el de "Los moritos", son descendientes directos de la niña de esta historia.
La niña fue criada en Colmenar por su familia en el seno de la religión cristiana, aunque siempre llevó el estigma de "morita". También se tiene por cierto que la familia de Colmenar cuyo apodo es el de "Los moritos", son descendientes directos de la niña de esta historia.
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